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Nueva comisión, viejos malos hábitos

Fuentes: Rebelión

Incluso antes de empezar su trabajo , la nueva Comisión Europea está bajo el fuego de las críticas por su composición. Esta vez, como ya pasó con el primer candidato italiano de la antigua Comisión, es por el racismo y la falta de transparencia de sus candidatos y candidatas. La candidata búlgara Rumiana Jeleva ha […]

Incluso antes de empezar su trabajo , la nueva Comisión Europea está bajo el fuego de las críticas por su composición.

Esta vez, como ya pasó con el primer candidato italiano de la antigua Comisión, es por el racismo y la falta de transparencia de sus candidatos y candidatas.

La candidata búlgara Rumiana Jeleva ha sido acusada de no declarar todo lo ganado durante su paso por el Parlamento Europeo y parece que su candidatura es muy débil. Era la candidata para Ayuda Exterior y Cooperación. Bulgaria ya recibió hace unos meses una multa por falta de transparencia en su gestión de los fondos de la Unión Europea.

De hecho, existe en la burocracia europea un laissez-faire en relación a con la falta de transparencia y con los conflictos de intereses. Si se aplicaran los mismos criterios con los que se critica la corrupción africana o latino americana, la Unión Europea debería tomar una posición algo más humilde respecto a este problema inherente a las administraciones públicas en el marco del sistema actual.

Una prueba de ello es lo que en el mundo de los lobbies se llama «la puerta giratoria». Allí, un oficial de una institución (Consejo de la Unión, Comisión, etc) pasa a la industria privada horas después de «perder» su puesto, aprovechando la información privilegiada de la que dispone. El único mecanismo que existe actualmente es la buena fe de dicha persona.

Por ejemplo, Javier Solana, antiguo jefe de la política exterior, fichó horas después por Acciona (una multinacional de la infraestructura y el reciclaje) como Director de su departamento internacional.

Racismo en Europa del Este

La segunda polémica se mueve en torno a Maros Sefcovic, que como embajador eslovaco en Bruselas en 2005 dijo que los gitanos de su país abusan del sistema de seguridad social. Dicho diplomático no parece haber modificado su visión en el tema.

Las críticas a los dos candidatos responden más al juego político parlamentario que a una voluntad de defensa de la comunidad Roma [gitana] o una voluntad de transparencia, ya que los grupos que han abierto juego son rivales de los partidos a escala nacional. También responden al posicionamiento del Parlamento Europeo frente a otras instituciones. Ya pasó en 2005, cuando se forzó al candidato italiano (Rocco Buttiglione) a dimitir de su deseo de ser comisario por decir que la homosexualidad era pecado.

Esta revalorización de la Eurocámara se hace en el marco del refuerzo de dicha institución después de la ratificación del tratado de Lisboa.

¿Dónde están los límites?

El problema es poner límites. Por ejemplo, está mal visto que haya un comisario racista, pero no ocurre nada porque Karel de Gucht (Liberal belga y neoliberal autodeclarado) diga que va a ser el campeón de las multinacionales europeas. Este elemento tiene una historia de vinculación con los grandes lobbies y abogados en Bruselas. Siendo ministro en Bélgica, creó un ente consultivo con Nestlé, GlaxoSmithkline y otras multinacionales. Desagraciadamente no existen denuncias de los grandes grupos políticos en Europa, ya que esto es práctica común.

En ese sentido, el candidato a comisario Sefcovic, acusado de racismo, presentando su candidatura ha destacado su compromiso con la transparencia en el seno de la Unión Europea. No lo podemos criticar, ya que él es transparente en su visión racial de Europa, pero somos escépticos con el éxito de dicha iniciativa.

Rebelión ha publicado este artículo a petición expresa del autor, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.