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Revolución en la izquierda francesa

Olivier Besancenot: «El socialismo del siglo XXI está aún por reinventar»

Fuentes: Ojalá/SanchoPanzaLab

De momento la consigna en el PS francés es hacer como si Olivier Besancenot y su Nuevo Partido Anticapitalista (NPA) no existieran. Seguir mirando con ternura a estos revoltosos herederos de la Liga Comunista Revolucionaria (LCR) y a Besancenot, cartero de profesión. Hacer como si no fueran más que la prueba de una «exasperación social» […]

De momento la consigna en el PS francés es hacer como si Olivier Besancenot y su Nuevo Partido Anticapitalista (NPA) no existieran.

Seguir mirando con ternura a estos revoltosos herederos de la Liga Comunista Revolucionaria (LCR) y a Besancenot, cartero de profesión. Hacer como si no fueran más que la prueba de una «exasperación social» que, de todas formas, llegado el momento, acabará votando Partido Socialista.

Pero en realidad, el nerviosismo crece en las filas del PS frente a este mutante neotrotskista cuya popularidad en los sondeos empieza a pisar los talones de Bertrand Delanoë y de Ségolène Royal. Cuando no a superarlos.

Besancenot alcanzó más del 4% de votos en la primera vuelta de las presidenciales de 2007, pero su potencial es mucho mayor, si se tiene encuenta la popularidad de su figura en la opinión de izquierdas. El último sondeo de IFOP señaló, a mediados de agosto, que un 49% de la gente de izquierda estima que Besancenot «cumple bien» el papel de opositor a Nicolas Sarkozy, sólo 5 puntos por detrás de Bertrand Delanoë. Y 17 puntos por delante de Ségolène Royal.

Ahora Besancenot va a disolver el histórico partido trotskista LCR, nacido en las cenizas de mayo del 68, para ensanchar sus límites en un Nuevo Partido Anticapitalista. Con regularidad, los diferentes movimientos trotskistas franceses alcanzan, sumados, el 10% de votos en las elecciones. El NPA, ensanchado, puede poner en jaque la hegemonía del PS y cambiar la cara de la izquierda.

¿Elogia usted el modelo social francés que ha bloqueado el proyecto ultraliberal de Sarkozy?

Lo que elogio es del espíritu de resistencia de los asalariados franceses e inmigrantes que, pocos meses después de las elecciones que dieron el poder a Nicolas Sarkozy, retomaron el camino de la movilización para oponerse a la regresión social sistemática del Gobierno. Lo que llamamos «modelo social francés» son las conquistas que los abuelos arrancaron con sus luchas. Mire, por ejemplo, las vacaciones pagadas: inicialmente no estaban en el programa del Frente Popular que ganó las elecciones en 1936: los huelguistas se las arrancaron a la patronal. En cuanto a Nicolas Sarkozy ya debe de haberse dado cuenta de que, con las jubilaciones, los transportes públicos, la pesca o los trabajadores sin papeles, todo se le está poniendo más complicado de lo previsto.

De acuerdo. Pero es el modelo social francés el que impedía legalmente a Sarkozy, aunque lo deseara, militarizar los conflictos sociales.

El fundamento del modelo social francés es ante todo la capacidad de resistencia de los movimientos sociales aquí. De momento, nada está ganado. Pero es muy significativo que los primeros ataques de la patronal y del Gobierno suscitaran una resistencia tan fuerte.

Explíqueme en qué las huelgas de ferroviarios de París, por ejemplo, sirven para ayudar a a un parado de larga duración que vive en un rincón oscuro de una provincia lejana y deprimida.

Está claro que no se obtienen ventajas inmediatas para todos. Pero aceptar los golpes bajos del Gobierno y la patronal sería peor: aumentaría el margen de maniobra de los que nos explotan. Aceptar pasivamente la reforma de jubilaciones de los ferroviarios o la privatización de Correos no mejora la situación de los desempleados. Sí permitiría al Gobierno dar un paso más y atacar los subsidios de paro. La única manera de defender los derechos de los asalariados es llevar de frente todas las luchas cada vez que Sarkozy y la patronal atacan. Y hay que hacerlo también por las generaciones venideras. Deben heredar un mundo en el que los asalariados tengan derechos.

¿Podría usted hacer una lista de problemas de los franceses en los que se podría decir: «La culpa es de China»?

No. Hay problemas en Francia, pero no es culpa de los chinos. Es culpa de la patronal, francesa o china, y de los dirigentes de las grandes multinacionales.

No he dicho «culpa de los chinos». He dicho culpa de «China», esto es, una forma particular de poder, con una forma particular de fuerza de trabajo y una inserción muy particular en la economía globalizada.

El problema no son ni los chinos ni China. El problema es el sistema de competición capitalista, la carrera a los márgenes de beneficio, las multinacionales y la globalización capitalista.

¿Cómo se podría crear una industria no capitalista de, pongamos por ejemplo, los videojuegos?

¡No creo que de verdad sea una prioridad social!

Los jóvenes de Banlieue con quien hablo a menudo tienen, en los videojuegos, uno de sus principales vectores culturales. Por otra parte, me permito señalarle que numerosas ciudades y regiones de Europa pelean para obtener la instalación de empresas del sector de videojuegos, porque generan riqueza y empleo. Desde su punto de vista ¿Sería necesario un servicio público de los videojuegos?

Como para el cine, el teatro, la música… la industria de videojuegos debe ser respaldada por una política pública voluntarista. De un lado, cabe apoyar la actividad de asociaciones y redes que crean juegos gratuitos, libres y a menudo muy innovadores. Por otro lado, podemos imaginar un fondo alimentado con una tasa a los ventas, que permitiría financiar la creación y el desarrollo de videojuegos y garantizar ingresos correctos a los creadores y a los trabajadores del sector. Pero eso forma parte del problema general: repartir de una manera diferente las riquezas.

¿Qué es eso de un Nuevo Partido Anticapitalista? Ya hay un montón de partidillos anticapitalistas, ¿no?

¿Un montón de partidos anticapitalistas? ¿Dónde los ve usted? Precisamente nosotros partimos de una constatación: los trabajadores ya no tienen representación política. El Partido Socialista y el Partido Comunista estuvieron en el poder y eso no cambió la vida de la gente ni el reparto de la riqueza producida. La riqueza sigue yendo cada vez más al bolsillo de los accionistas y cada vez menos al de los asalariados.

Observo que para usted el PCF es un «partido capitalista» y no un socio de su movimiento.

Con el PCF y sus militantes nosotros participamos juntos en movilizaciones y en la resistencia. Eso es una realidad. Nos oponemos juntos. Pero no podremos proponer nada juntos mientras el PCF sea prisionero de su alianza con el PS.

Y respecto al «montón de partidos anticapitalistas», empiezo a contar: Lucha Obrera, el Partido de los Trabajadores, los Verdes alternativos, la gente de José Bové, formaciones como Alternativa Libertaria, los comités unitarios del No a la Constitución europea…. Todo eso hace mucha dispersión ¿no? ¿Cuál es el valor añadido de su nuevo partido?

Nosotros somos capaces de poner la experiencia de la LCR al servicio de un proyecto más vasto. Consiste precisamente en construir un partido anticapitalista sin espíritu sectario. El partido que vamos a crear será fiel a las reivindicaciones de los asalaridos, de la misma manera que el poder actual es fiel con los privilegiados. Nosotros queremos y vamos a obtener un reparto diferente de la riqueza. Y eso pasa por instaurar inmediatamente un aumento de 300 euros para todas las rentas del trabajo y subsidios, por colocar el salario mínimo neto en Francia a 1.500 €, por desarrollar servicios públicos para la infancia y para la 4a edad, por un servicio público del agua y por la renacionalización de todas las empresas que han sido privatizadas.

Usted ha dicho que su partido estará «fuera de las instituciones», pero al mismo tiempo participará en las elecciones y buscará obtener mandatos locales y nacionales ¿eso qué significa?

Nosotros no queremos administrar la situación existente. Queremos cambiarla. Presentamos y presentaremos candidatos para que sean elegidos y para que estén luego en situacion de transformar radicalmente esta sociedad. No sirve de nada hacer campañas y discursos, para luego amoldarse y no cambiar nada en la vida de la gente. Nosotros no soltaremos ni una de las reivindicaciones de los asalariados y de la gente que está sufriendo el impacto de la explosión de la desigualdad en Francia. Hoy el problema número uno es el poder adquisitivo y nos ocuparemos de ello.

¿Su Nuevo Partido Anticapitalista tiene un «modelo», una fuente de inspiración fuera de Francia, o es una experiencia totalmente innovadora?

No tenemos modelo, ni en cuanto al tipo de partido que vamos a construir, ni sobre la sociedad que vamos a construir. Nosotros intentamos analizar lo que funcionó y lo que no en las experiencias revolucionarias anteriores. El socialismo del siglo XXI está por reinventar, y nosotros trabajamos en esa vía.

Pues piense en lo del videojuego y en lo de China.

Sí, claro. Nosotros tenemos propuestas precisas que hemos sintetizado en un plan de urgencia social. Sobre esa base llevamos a cabo las campañas electorales recientes.

Estamos en 2020. Usted gobierna con el Nuevo Partido Anticapitalista desde 2010. El mundo exterior funciona más o menos con el modelo actual, pero su Francia, la que usted ha transformado ¿Cómo es?

Su hipótesis es absurda.

Oiga: usted no es nada simpático con mis prospecciones.

Nosotros no vamos con la idea de llegar al poder para no cambiar nada. No se puede construir un islote socialista en un mundo sin cambios. Por el contrario, sí podemos en Francia tomar medidas que sirvan de ejemplo y susciten el interés, la simpatía y la movilización de las clases populares de otros países.

Encuentro que su respuesta me recuerda un poco al «bla bla» de los trotskistas de la universidad de los años setenta en España, y no al contexto del siglo XXI

Mi respuesta es revolucionaria e internacionalista, por supuesto.

¿Y para poder aplicar esas medidas ejemplares que movilizarían a las masas planetarias, cuáles son sus primeras medidas en 2010 al llegar al poder?

Ya le he dicho que no cambiaremos respecto a nuestro programa: incrementos de salarios y subsidios sociales de 300 € al mes, propiedad colectiva de las principales empresas, restablecimiento del monopolio público de servicios, reducción de la semana laboral, restablecimiento total de las condiciones de jubilación y creación de los empleos correspondiente. En resumen : repartiremos la riqueza de una manera diferente.

Como el contexto internacional tardaría en seguirles, ¿cómo protegería la experiencia? Francia tiene compromisos internacionales que hacen imposible su invento… Tratados europeos, acuerdos de la OMC, pertenencia de Francia al FMI… ¡Hasta el servicio de la deuda pública! ¿Sigue usted pagando las deudas contraídas por los Gobiernos Chirac y Sarkozy, o suspende pagos?

Efectivamente: denunciaremos los tratados de la Unión Europea, los acuerdos de la OMC y sacaremos a Francia del FMI. En cuanto a la deuda pública contraída en el exterior, para nosotros ya ha sido ampliamente reembolsada. El servicio de la deuda corresponde exactamente al déficit presupuestario. O sea que dejamos de pagar.

¿No está usted harto de ser cartero? O quizá sólo es cartero de cara a la galería, y tiene usted una excedencia, un mandato sindical o algo así.

El oficio de cartero es importante. Crea lazos sociales, especialmente en las zonas rurales. Es un servicio público que la Comisión de Bruselas quiere privatizar. La Poste, el servicio público de correos actual de Francia, practica la igualdad de tarifas y lleva una carta adonde sea. Las empresas privadas no lo harían así, y los ciudadanos se llevarían una mala sorpresa. Yo trabajo al 80% de un contrato al tiempo completo, y a veces me tomo excedencias no remuneradas para las campañas electorales. No siempre es fácil para mí, pero eso me permite representar legítimamente a los trabajadores y defender sus aspiraciones. Porque yo vivo como un trabajador, a la diferencia de lo que ocurre con los políticos profesionales. Pertenezco al 85% de la población que gana menos de 2000 euros. Esa es mi concepción de la política: no es un oficio, es un compromiso.

Dicen de usted que hace sus compras en el supermercado más cutre del barrio de Barbès, en el norte de París, pero que en realidad vive en el sector burgués de ese distrito. ¿Puede contar algo de su vida, en plan sus bares favoritos, sus libros preferidos…?

Soy hostil a la política Jet Set, y tengo la regla de no responder nunca a cuestiones referentes a mi vida personal.

Me llevo un golpe: hace un tiempo salió usted en fotos a todo color en Paris-Match, casi como Carla Bruni, y además participó en emisiones de televisión de variedades.

Le objeto que en Paris-Match no contesté más que a preguntas políticas.

No lo recuerdo así. Pero pasemos a otra cosa. ¿Por qué no vi ni un solo militante o cuadro de su actual partido, la LCR, en las revueltas de banlieue de otoño pasado en Villiers-le-Bel?

Los militantes de la LCR estaban presentes en las manifestaciones de Villiers-le-Bel, lo que pasa es que no tenemos existencia organizada en esa ciudad.

El otro día, un cineasta fino de un barrio burgués de París me contó que se conoce a su partido actual, la LCR, con un apodo: «La Escuela Nacional de la Administración Bis». Se dice que es porque de su partido, al final, lo que sale sobre todo son gente que acaba en la alta funcion pública.

¡Creo que ese cineasta del que me habla no sabe nada de la LCR!

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