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A propósito de las declaraciones del Canciller uruguayo

Otra vez Venezuela

Fuentes: Semanario Brecha

Nadie esperaba que la política exterior del nuevo Gobierno uruguayo tuviera una impronta latinoamericanista y se alinease con los gobiernos progresistas o de izquierda de la región. Lo previsible era que se le bajaría un tono al relativo regionalismo de la anterior gestión para mantener un lugar ambiguo, oscilante, pragmático. Una estrategia diplomática «cautelosa», lejos […]

Nadie esperaba que la política exterior del nuevo Gobierno uruguayo tuviera una impronta latinoamericanista y se alinease con los gobiernos progresistas o de izquierda de la región. Lo previsible era que se le bajaría un tono al relativo regionalismo de la anterior gestión para mantener un lugar ambiguo, oscilante, pragmático. Una estrategia diplomática «cautelosa», lejos de la «retórica altisonante», más orientada a asegurar la cuota de exportación que a tomar partido en esas rencillas de la geopolítica regional o mundial que definirán la historia de las próximas décadas. Las recientes declaraciones al respecto de Venezuela del Ministro de Relaciones Exteriores, Rodolfo Nin Novoa, nos sugieren que esto no será así. 

El pasado lunes 6 de abril el Canciller fue entrevistado por Emiliano Cotelo en su programa En Perspectiva [3]. De 36 preguntas que realiza el periodista, 16 están relacionadas con Venezuela. Al respecto, el entrevistado comienza bajándole el perfil a la orden ejecutiva del gobierno de EUA donde declaró a Venezuela como una «amenaza inusual y extraordinaria» calificando la orden como una torpeza («hay algunas actitudes unilaterales del gobierno de Estados Unidos que son bastante torpes«) y sugiriendo que se trata apenas de una movimiento burocrático de rutina («Que la han hecho con muchísimos países, además»). Es decir, la orden ejecutiva no es amenazante, injerencista o intimidatoria; es «torpe», un pequeño error táctico de la superpotencia.

Luego opina que hechos como la reciente detención del alcalde Antonio Ledezma por presunta implicación en un plan de golpe de Estado no se condicen con la «excelencia democrática» (¿?). Dice: «En Uruguay sería impensable que un día un gobierno se llevara a un intendente de su despacho con fuerzas policiales, derrumbándole la puerta poco menos y a los empujones». No sabemos cuáles fueron las fuentes del Canciller sobre lo que sucedió, pero no hubo puerta forzada ni empujones de ningún tipo, hay videos que lo demuestran. Por qué opta por una versión condimentada con toques de acción y violencia que sobreactúa los hechos queda como interrogante.

¿Qué haría el Estado uruguayo si el Intendente de Salto estuviera implicado en una conspiración golpista? Quien esté mínimamente informado sobre la historia reciente de Venezuela sabrá que la amenaza golpista no es paranoia gubernamental, el derrocamiento violento del Gobierno es una estrategia sistemática de un segmento de la oposición venezolana cada vez más deslegitimada internamente.

Compartiendo argumentos con el país de los vuelos clandestinos de la CIA y de la infame cárcel de Guantánamo, Nin Novoa también duda acerca de la justicia venezolana y le preocupan las «garantías del debido proceso» para Antonio Ledezma. Mientras, el punto alto de la entrevista es cuando sugiere un paralelismo entre nuestra pasada dictadura militar y la actual situación venezolana. Semejante disparate no merece ni ser comentado. Ya saldrá el propio Nin diciendo que fue malinterpretado y que no quiso decir lo que quiso decir.

La sinergia anti-bolivariana que se fue generando entre entrevistador y entrevistado acaba desembocando en un curioso diálogo sobre las cárceles venezolanas.

Ambos se muestran enormemente preocupados por la situación carcelaria, tanto de «presos políticos» como de presos comunes. «Eso es enormemente preocupante, por cierto» dice Nin y posteriormente se anota el punto de haber realizado una solicitud para que Venezuela dejara ingresar a la Cruz Roja a hacer un informe sobre sus cárceles.

El Canciller y un periodista de un país (Uruguay) que en la última visita del relator de las Naciones Unidas, en diciembre de 2012, fue declarado en «emergencia carcelaria» y con «condiciones de reclusión infrahumanas» y a esta altura ya es famoso por estar entre los países con las peores cárceles de América Latina, juzgando y denunciando al borde de la indignación la situación carcelaria en… Venezuela.

En síntesis, la entrevista reproduce casi la totalidad de los «tips» de la matriz desinformativa y estigmatizante que sobre Venezuela ha venido desplegando el eje mediático compuesto por los principales medios de EUA, el Estado Español y la cadena de medios de la derecha latinoamericana. Solo faltó señalar alguna conexión con el «programa nuclear» iraní, las FARC o el financiamiento al terrorismo internacional.

En territorio venezolano, salvo el minúsculo microclima de la ultraderecha, ya nadie toma en serio este guión. Sin embargo, a nivel internacional aún quedan sectores que la reproducen, ya sea por cinismo (la mayor de las veces) o por una patética ingenuidad a esta altura imperdonable. En los últimos meses han salido en gira de agitación anti-chavista una serie de operadores políticos devaluados: los ex-presidentes Felipe Calderón, Sebastián Piñera y Andrés Pastrana. Se están sumando ahora el resto de los cadáveres insepultos de la vieja guardia neoliberal, famosa por haber dejado sus países con cifras record en indigencia y pobreza. El último fichaje a esta internacional de derechas fue el de el ex-presidente Luis Alberto Lacalle que ya ofreció sus servicios para defender al detenido Leopoldo López. Encuentre las siete diferencias entre las declaraciones de Nin y lo que andan «denunciando» estos operadores de la restauración derechista para América Latina.

De cualquier manera, el contenido de las declaraciones importa poco. Preocupación por DD.HH., situación en las cárceles, «presos políticos», falta de «excelencia democrática», entre otros, no son más que los elementos de un guión ya viejo que busca sedimentar una dramaturgia que promueva el aislamiento de Venezuela y otorgue legitimidad a otro tipo de acciones en su contra. No hay que leer la entrevista en clave literal, Nin Novoa no está «enormemente preocupado» por nada. Al repetir la matriz de opinión del eje internacional contrario al proceso bolivariano está enviando un mensaje de alineamiento político a nivel regional, sumando puntos en la tarjeta de los socios estratégicos de EUA en América del Sur. Y esto es lo realmente preocupante.

Hacia Venezuela hay una estrategia desestabilizadora de largo aliento donde confluyen actores internos y externos. Tuvo su pico en 2002-2003 con el golpe de Estado y el paro petrolero, pero fue derrotada. Luego volvió a resurgir a partir de 2013 aprovechando la muerte de Hugo Chávez y la difícil coyuntura económica y fue nuevamente derrotada en la calle y en las urnas. La actual caída abrupta de los precios del petróleo inevitablemente fragiliza la economía venezolana, de ahí que en los últimos meses hayan revivido la ofensiva sobre el proceso bolivariano.

La agresión en marcha no amenaza únicamente un proceso histórico que ha sacado a un pueblo de las catacumbas de la miseria; amenaza también la paz, la estabilidad y la soberanía regional. Venezuela debe ser considerada como territorio inviolable por el bloque latinoamericano, como una línea roja donde no se tolerará ningún tipo de injerencia desestabilizadora por parte de los EUA. En ese sentido la señal que dio la UNASUR fue contundente, a pesar del triste papel de Uruguay alineado en la cumbre con los países de la Alianza Pacífico.

La amenaza del «caos creativo», como gustan llamarlo algunos estrategas de la «administración» Obama y la desestabilización acecha Venezuela. Ya nadie espera (al menos en el corto plazo) que el Gobierno uruguayo se posicione del lado de un hipotético eje antiimperialista, ahora se trata de que no adopte abiertamente el camino de la colaboración como socio menor de la estrategia desestabilizadora de un país hermano y latinoamericano que además ha sido profundamente solidario con nuestro pueblo. 

Si Uruguay está preocupado por preservar a América Latina como la «zona de paz más grande del mundo» (tal como dice Nin en la entrevista), el camino no es hacer caso omiso ante las estrategias de aislamiento y desestabilización hacia Gobiernos de la región, mucho menos relativizarlas y hasta por momentos secundarlas y reproducirlas.

Sería un error estratégico irreversible no rectificar a tiempo estos sorprendentes movimientos tempranos de la política exterior de nuestro nuevo Gobierno.

Notas

 Rodrigo Alonso es Economista uruguayo residente en Caracas.

[2] La versión original de este artículo corresponde al Semanario Brecha.

[3] Para ver la transcripción completa de la entrevista: http://www.enperspectiva.net/en-perspectiva-radio/entrevistas/canciller-nin-novoa-en-venezuela-hay-elementos-que-no-se-condicen-con-la-excelencia-democratica/

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.