No podemos tener duda de que el caso de Whitefish es algo oscuro y con sombras de ilegalidad. La madeja de declaraciones y contradicciones, de los funcionarios concernidos, despierta muchas interrogantes. La contratación de esta compañía no se da en un vacío. Tiene un trasfondo de prácticas corruptas de largas décadas; confeccionado y orquestado por […]
No podemos tener duda de que el caso de Whitefish es algo oscuro y con sombras de ilegalidad. La madeja de declaraciones y contradicciones, de los funcionarios concernidos, despierta muchas interrogantes. La contratación de esta compañía no se da en un vacío. Tiene un trasfondo de prácticas corruptas de largas décadas; confeccionado y orquestado por las administraciones rojiazules. El sedimento de esta trama es la institucionalidad del clientelismo capitalista. El maridaje entre gobierno y los grandes poderes económicos corrompe las estructuras del estado.
Esto hay sido estudiado en diferentes países y se han publicado un gran número de libros al respecto. La estudiosa y escritora canadiense, Naomi Klein, es la autora de la Doctrina del Shock, donde explica con detalle este escenario de la corrupción. El ambiente y el contubernio de políticos, funcionarios y empresarios puertorriqueños ha llegado a niveles de una sordidez insospechada. Ya no hay recato, ni mesura. Se roba como si fuera un acto de legítimo derecho. El escenario mediático contribuye al engrandecimiento de estos políticos corruptos. Cumplen cárcel y al salir son contratados como recursos en el ambiente artístico o con trabajos bien remunerados. Los casos de la empresa mexicana Pemex y la brasilera Odebrecht son ejemplos de ese madiraje de lucro, soborno y saqueo.
El pez blanco (Whitefish) salió de las aguas frías de Montana y atracó en el trópico caribeño con la protección de altos personajes, que todavía están tras bastidores. Del gobernador hacia abajo, el sedal de mentiras y medias verdades ha sido una constante. La prensa norteamericana se ha encargado de rastrear el mal olor de esa contratación. La mera cancelación del contrato no cierra este caso. Hay que despedir funcionarios y hay que llevar a los tribunales altos personajes del gobierno de Ricardo Rosselló Nevares.
El cáncer de la corrupción ha socavado el famoso estado de derecho de la colonia. El colonialismo, además de ser un crimen es un negocio lucrativo para el poder colonial. No en vano llevan 119 años de intervención. Los Estados Unidos quedaron al desnudo por la manera en que han atendido este desastre. No solo ha sido lento e insensible en respuestas, sino que siguen comportándose con la arrogancia imperial de los poderes decadentes. María tiene que ser el motivo para cambiar el indigno sistema colonial de nuestra patria. La resolución de este dilema tiene que ir a la par con la recuperación económica de nuestro pueblo y la confianza en nuestras capacidades de autodeterminación.
Claudio Raúl Cruz Núñez, Escritor y poeta puertorriqueño.
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