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Perú

¿Por qué se derrumbó el régimen velasquista?

Fuentes: Rebelión

El siguiente documento de análisis es una aproximación dialéctica al desarrollo del nacionalismo velasquista.

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Juan Velasco Alvarado fue un personaje piurano político-militar y polémico que irrumpió en la escena política del país, producto de un profundo impase del régimen político oligárquico (Prado, De la Piedra, Berckemeyer), realizando ciertas reformas “progresistas” (en medio de un gran ascenso de la lucha de clases con tomas de tierras por los campesinos a principios de los 60s que tuvo en Hugo Blanco uno de sus referentes más notables), con métodos bonapartistas, que marcaron un antes y un después en la historia, generándole simpatizantes y detractores.

Por tanto, el siguiente documento de análisis es una aproximación dialéctica al desarrollo del nacionalismo velasquista (apuntando que uno de sus asesores claves fue el ex aprista Carlos Delgado), con el fin de sacar las conclusiones políticas que nos ayuden a superar los errores y avanzar en la construcción de un proyecto programático realmente socialista y revolucionario que aproveche el proceso destituyente del régimen político actual, evitar la “fascistización” de la política, y ser parte de la nueva etapa de transición política e histórica que vive Perú.

La CIA advierte sobre la emergencia de un “gobierno radical”

“…El 1º/5/63 se realizó en Washington una reunión de la comunidad de la inteligencia norteamericana, el estado mayor conjunto y la CIA, para evaluar la situación peruana. La mayor preocupación era que pudiera llegar al poder un gobierno radical en el Perú, como había sucedido en Cuba en 1959. Se discutió según un diagnóstico preparado por la CIA (Case Number: EO-1993-00006. Release Decision: RIFPUB. “Political Prospects in Perú”, 5/1/63)…”, redactó el analista e historiador Nelson Manrique (El Perú de los 60, según la CIA”, La república, 06/03/12), expresando la lectura preocupante que tenía la CIA sobre la crítica situación peruana.

Progresismo y bonapartismo

Y es que, como decimos líneas arriba, Velasco Alvarado, tuvo factores «progresistas» (en medio de un escenario latinoamericano de reformas agrarias), porque dentro del marco del “Plan Inca” (publicado recién el 28/07/74), aplicó una estrategia desarrollista de modernización del país, con una política de nacionalismo antiimperialista, dando ciertas concesiones a las masas como la nacionalización del petróleo (creó la Empresa de Petróleos del Perú el 24/07/69), la implementación legal de la reforma agraria el 24 de junio de 1969 (“dando bonos de deuda a los latifundistas expropiados”), la “reforma educativa” elevando el presupuesto al 8% (y que contradictoriamente tuvo el rechazo de un sector del magisterio dividiéndolo y dando origen a Patria Roja), nacionalizando la mayoría de las minas (en este punto fue más radical que Hugo Chávez ya que el velasquismo expropió sin indemnizar a la burguesía), una parte de la Banca (banco Internacional), etc. desarrollando su forma de organización en un régimen bonapartista (de concentración de poder personal como un árbitro entre las clases sociales en contienda; por eso la “nacionalización” de la refinería de Talara fue una decisión personal ya que su Junta Militar Revolucionaria estaba dividida en tendencias a derecha e izquierda).

El velasquismo como respuesta al desarrollo de una burguesía nacional

En Perú, al principio, incluso, sectores de la burguesía nacional como El Comercio y las familias como los Banchero o los Romero, estaban de acuerdo con algunas reformas como la agraria o la nacionalización de la International Petroleum Company (IPC), ya que necesitaban extender sus negocios comerciales y financieros a través de la productividad diversificada de la tierra y de la liberalización de la mano de obra para luego capacitarla para desarrollar la industria y el comercio mundiales.

Justamente, las nacionalizaciones de la Cerro de Pasco, Marcona y la IPC, tenían como fin acumular capital para lo señalado líneas arriba.

La Misión”

En este contexto, para un sector del hoy “marxochavismo” era comprensible hacer una “alianza” con el velasquismo en la medida que había una intentona de invasión imperialista, pero una cosa era una alianza y otra pensar que el nacionalismo militar de carácter pro burgués (era el carácter de la mayoría de su gabinete), iba a desembocar en el «socialismo». Y es que a la vez que tenía elementos “progresistas” también tenía elementos reaccionarios (bonapartistas), que se expresaban en el grupo protofascista “La Misión” (liderado por los almirantes de Marina, Vargas Caballero y Tantalean Vanini, entre otros, y que iba ganando espacios de poder en el gobierno –Interior, Trabajo, Pesquería-, logrando que el propio Velasco abandone a los “progres” para pasarse a su bando), ya que la reforma educativa la impuso a sangre y fuego como sucedió con la masacre de Huanta, Ayacucho (22/06/69), con el saldo de, según versiones oficiales, 20 campesinos asesinados.

Velasco y Mariátegui

Mariátegui no vivió lo suficiente para experimentar el desarrollo del movimiento velasquista. Sin embargo, el nacionalismo antiimperialista, al desarrollarse junto con los Estado-nación, tuvo varios ejemplos en la historia de la lucha de clases. Y es a partir de estas experiencias que Mariátegui sacaría conclusiones revolucionarias.

Es así como Mariátegui, en su debate de deslinde con el “antiimperialismo aprista” y en uno de sus escritos más connotados como “Punto de vista antiimperialista”, escribió, “La divergencia fundamental entre los elementos que en el Perú aceptaron en principio el Apra -como un plan de frente único, nunca como partido y ni siquiera como organización en marcha efectiva- y los que fuera del Perú la definieron luego como un Kuo Min Tang latino americano, consiste en que los primeros permanecen fieles a la concepción económico-social revolucionaria del anti-imperialismo, mientras que los segundos explican así su posición; «Somos de izquierda (o socialistas) porque somos anti- imperialistas». El anti-imperialismo resulta así elevado a la categoría de un programa, de una actitud política, de un movimiento que se basta a sí mismo y que conduce, espontáneamente, no sabemos en virtud de qué proceso, al socialismo, a la revolución social. Este concepto lleva a una desorbitada superestimación del movimiento anti-imperialista, a la exageración del mito de la lucha por la «segunda independencia», al romanticismo de que estamos viviendo ya las jornadas de una nueva, emancipación. De aquí la tendencia a reemplazar las ligas anti-Imperialistas con un organismo político. Del Apra, concebida inicialmente como frente único, como alianza popular, como bloque de las clases oprimidas, se pasa al Apra definida como el Kuo Min Tang latinoamericano”, (Punto 2; Lima, 21 de mayo de 1929).

Luego, continúa, “El anti-imperialismo, para nosotros, no constituye ni puede constituir, por sí solo, un programa político, un movimiento de masas apto para la conquista del poder. El anti-imperialismo, admitido que pudiese movilizar al lado de las masas obreras y campesinas, a la burguesía y pequeña burguesía nacionalistas (ya hemos negado terminantemente esta posibilidad) no anula el antagonismo entre las clases, no suprime su diferencia de Intereses. Ni la burguesía, ni la pequeña burguesía en el poder pueden hacer una política anti-imperialista. Tenemos la experiencia de México, donde la pequeña burguesía ha acabado por pactar con el imperialismo yanqui. Un gobierno «nacionalista» puede usar, en sus relaciones con los Estados Unidos, un lenguaje distinto que el gobierno de Leguía en el Perú. Este gobierno es francamente, desenfadadamente pan-americanista, monroísta; pero cualquier otro gobierno burgués haría, prácticamente, lo mismo que él, en materia de empréstitos y concesiones…”.

“…Las Inversiones del capital extranjero en el Perú crecen en estrecha y directa relación con el desarrollo económico del país, con la explotación de sus riquezas naturales, con la población de su territorio, con el aumento de las vías de comunicación. ¿Qué cosa puede oponer a la penetración capitalista la más demagógica pequeña-burguesía? Nada, sino palabras. Nada, sino una temporal borrachera nacionalista. El asalto del poder por el anti-imperialismo, como movimiento demagógico populista, si fuese posible, no representaría nunca la conquista del poder, por las masas proletarias, por el socialismo. La revolución socialista encontraría su más encarnizado y peligroso enemigo, -peligroso por su confusionismo, por la demagogia-, en la pequeña burguesía afirmada en el poder, ganado mediante sus voces de orden. Sin prescindir del empleo de ningún elemento de agitación anti-imperialista, ni de ningún medio de movilización de los sectores sociales que eventualmente pueden concurrir a esta lucha, nuestra misión es explicar y demostrar a las masas que sólo la revolución socialista opondrá al avance del imperialismo una valla definitiva y verdadera”.

Más claro ni el agua.

Las críticas académicas

Por el lado de las críticas académicas, se le acusa a Velasco de haber sido económicamente un fracaso. Para el connotado investigador Adolfo Quiroz, redactor del libro “Historia de la Corrupción en el Perú”, el Velascato multiplicó estrepitosamente la deuda externa imperialista, así como la corrupción estatal (se dilapidó el 43% del gasto público equivalente a la pérdida del 5% del PBI entre 1968 a 1980). Y es que el velascato expropió algunas empresas que no producían la plusvalía que se pensaba.

“…entre 1968 y 1970, el gobierno de Velasco lanzó unos 4.000 decretos con reformas estructurales. En materia económica, entre las más resaltantes estaban las leyes de reforma agraria, general de industria, de minería y de estabilidad laboral, entre otras…”, señaló el investigador Carlos Parodi (EC, 03/10/18).

Para otros académicos, el velasquismo no fue más que la aplicación del programa de reforma agraria del endeble y ex presidente acciopopulista Fernando Belaunde Terry (FBT), y que la crisis económica respondió a un contexto internacional adverso y de guerra fría. Es más, el Pacto Andino, que firmo FBT, se hizo realidad en 1969. Y hay quienes caracterizan que Velasco significa para los campesinos lo que Ramón Castilla significa para los esclavos negros. Lo cierto es que Velasco marco un antes y un después en la historia y llevó a cabo reformas que respondían al interés de un sector de la burguesía nacional de desarrollarse, industrializarse e insertarse en el mundo de la tendencia a la globalización capitalista. En este sentido, favoreció el desarrollo capitalista de las familias Benavides de la Quintana (presidente de la Cerro de Pasco, grupo Buenaventura), Romero (Alicorp), entre otros. No obstante, la dinámica del bonapartismo velasquista, desarrolló un movimiento que tenía su propia dinámica y que terminó afectando a otros sectores dominantes como el de la gran prensa expropiando a Correo, Expreso, Ultima Hora, donde los “progres” como Carlos Delgado (progre), Hernando Aguirre e Ismael Frías (La Misión), terminaron, respectivamente, como funcionarios.

La escopeta de los dos cañones aprista

El APRA acusó al régimen velasquista de haber plagiado su programa nacionalista y que este no sería efectivo porque necesitaba de la “democracia”. Los civiles que secundaron al régimen velasquista eran ex izquierdistas y apristas como Héctor Béjar, Carlos Franco y Carlos Delgado, respectivamente, entre otros, que vieron como las banderas “antiimperialistas” flameaban en Casa de Pizarro con los militares. Trabajaban en el Sistema Nacional de Apoyo a la Movilización Social (SINAMOS), y eran una generación mayor a la de los que pasaron a la oposición por izquierda.

¿Cómo se derrumbó el régimen velasquista?

El historiador Antonio Zapata, escribió, «…Ahí se hallaba un tema mayor: La unidad de la Fuerza Armada. Siempre había sido un asunto capital y el gobierno la había considerado el soporte de su labor. Pero desde la enfermedad del presidente aumentó la ansiedad por la unidad interna. Esa zozobra revela que, por debajo, los uniformados estaban divididos en tendencias que iban a luchar por la sucesión y el poder…El 16 de marzo se realizó con gran éxito esta marcha (de apoyo a Velasco). Fueron veinte las organizaciones convocantes: todas las centrales sindicales, excepto la aprista, varios partidos políticos pro gobiernistas, como la DC y el Partido Comunista del Perú (PCP).

También fue notoria la presencia de una delegación cubana presidida por el embajador Núñez Jiménez. Según declaró posteriormente el líder de la derecha militar, el almirante Luis Vargas Caballero, era insólito que un embajador participara en actos que guardaban relación con la política interna…Es cierto que muchos izquierdistas nunca habían imaginado que los militares las llevarían a cabo (se refiere a las reformas) y tampoco hubiera sido su manera de hacerlas. Pero estaban hechas y ello suscitó bastante apoyo de parte de la izquierda. Así, se había formado una izquierda civil partidaria del régimen que actuaría apoyando a la izquierda militar liderada por los generales Leónidas Rodríguez y Jorge Maldonado…”, (La Caída de Velasco, pág. 18-19).

En otras palabras, la mayoría de la izquierda apoyó al velascato (incluso el guerrillero Héctor Béjar y los escritores César Lévano y César Hildebrant, etc.), y si el régimen velasquista cayó no fue por la izquierda o por la enfermedad del líder sino por el carácter bonapartista del régimen político (por eso las elucubraciones de Velasco con Ricardo Napurí sobre la construcción del partido político se dieron hasta sus postrimerías), que en las alturas decidió que el sucesor era Morales Bermúdez (aquí el PCU incluso se dividió porque la dirección política siguió apoyando a Morales por la línea moscovita caracterizándolo como la segunda fase de la revolución), cuando éste ya había pactado con la burguesía y la embajada yanqui el paquetazo contra las/os trabajadoras/es. Es decir que, Morales, “negó” a Velasco y fue a una mayor confrontación contra el pueblo obrero y los estudiantes.

La oposición al velasquismo

El sector de derecha que pasó a la oposición activa no fue Acción Popular (AP) ni los partidos políticos ya que o estaban perseguidos o estaban con el gobierno (con la excepción del APRA), sino la organizada en la Sociedad Nacional de Industrias (SIN) y el Colegio de Abogados, apoyándose en la “cuestión de la propiedad privada” y la denuncia de “gobierno entreguista” por las inversiones extranjeras japonesas para reactivar la IPC.

Según Ricardo Letts Colmenares, eran aproximadamente 30 grupos de izquierda en oposición al velascato, entre estas, Vanguardia Revolucionaria, Patria Roja, etc. movimientos sociales mineros, de maestros y un sector del campesinado organizado en la Confederación Campesina del Perú (CCP), ya que la Confederación Nacional Agraria (CNA), creada en 1974, era afín al régimen militar (post disolución de la Sociedad Nacional Agraria en 1972).

Crisis económica y aislamiento de Velasco

Así las cosas, la lucha de clases se agudiza y la economía ingresa en una crisis. Y Velasco, se ve presionado por la facción protofascista de La Misión, a reprimir varias protestas sociales (muchas personalidades de derecha, centro e izquierda, asesor de mineros y del OPUS DEI, así como la extradición del líder de maestros, etc.), mientras que Morales Bermúdez iba acumulando fuerzas (había sido desde el 01 de febrero de 1975 Ministro de Guerra y Premier).

“…Las cifras recopiladas por Parodi apuntan a que, entre 1968 y 1975, las empresas públicas pasaron de representar 16% a 31% del total. A 1975, el Estado controlaba el 75% de las exportaciones, 50% de las importaciones, 66% del crédito bancario, 50% de la inversión y 33% del empleo en el sector empresarial…Este incremento de la actividad estatal llevó a que el déficit público se disparase, llegando a 9,8% del PBI en 1975 (y superando el 10% en los dos años siguientes), al igual que la deuda pública. Más aun, teniendo un banco central que no era independiente, se recurrió a la emisión de dinero para financiar la actividad pública, lo que aceleró la inflación…”.

El complot contra Velasco

Hay los que señalan que el derrumbe del velasquismo se debió a la inminente “guerra con Chile”. Pero varios investigadores como Antonio Zapata, están en desacuerdo, porque, citando el Acta de la Junta Militar, señala que ya antes Morales Bermúdez, como premier, había hablado con el dictador chileno, y el Gral. Pedro Richter Prada, Ministro del Interior y promoción (Escuela de las Américas), había hecho lo mismo con su promoción (Escuela de las Américas), y entonces presidente militar, Hugo Banzer.

Entonces, es en este contexto, de crisis económica y política (con el factor de la enfermedad de Velasco que ya era público en 02/73), y el ascenso de la alianza entre el “centrista” Morales Bermúdez y la izquierda del régimen militar (post renuncia de Velasco a organizar un partido con esta última), que el APRA, desde el ARE de la Universidad Nacional Federico Villarreal (UNFV), impulsan una “rebelión popular” a partir de la huelga policial más conocida como la asonada de Radio Patrulla (La Victoria), con saqueos e incendios del diario Correo (e intentonas de hacer lo mismo contra diario Expreso y Crónica), con un saldo de cientos de muertos, etc. que a la vez confluyó con las huelgas magisteriales de Patria Roja y la oposición campesina dirigida por VR.

El Ejército sorprendentemente desapareció durante varias horas para regresar después en medio del caos y el desconcierto general de la población, produciéndose un vacío de poder político, que luego es cubierto por el golpista Morales Bermúdez y su golpe de Estado denominado El Tacnazo.

Finalmente, el velasquismo (que en una entrevista con Hildebrant se reclamó social cristiano), como señalamos líneas arriba, no se derrumbó porque la izquierda no lo apoyó (como es el mea culpa de algunos cuadros dirigentes del pasado), sino por su carácter orgánico bonapartista de facto (y su ideología nacionalista burguesa), donde todo se resolvía en las alturas del régimen político, y donde el reaccionario Morales Bermúdez, iba acumulando fuerzas con la alianza con el ala izquierda dirigida por Leonidas Rodríguez y Fernández Maldonado, conllevando a la traición a estos últimos y a una descomposición política del propio régimen, que solo fue superado por una caricatura de Asamblea Constituyente en 1978 como válvula de escape de la ira y rebelión popular expresado en el histórico Paro Nacional del 19 de julio de 1977. Y este ya es otro debate.

César Zelada. Director de la revista La Abeja obrera (teoría, análisis, debate y organización).

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.