Cuando comencé a interesarme por las cuestiones sindicales y políticas, en la década del cincuenta, el movimiento obrero estaba profundamente dividido. Existía un gran encono entre los distintos partidos y tendencias de izquierda y eso se reflejaba, con más dureza, en los sindicatos. Los tiempos de la división Durante muchos años, los días 1º de […]
Cuando comencé a interesarme por las cuestiones sindicales y políticas, en la década del cincuenta, el movimiento obrero estaba profundamente dividido.
Existía un gran encono entre los distintos partidos y tendencias de izquierda y eso se reflejaba, con más dureza, en los sindicatos.
Los tiempos de la división
Durante muchos años, los días 1º de Mayo se realizaban varios actos: los sindicatos orientados por anarquistas, por un lado, en la Plaza de los Treinta y Tres.
Los que estaban orientados por los comunistas, en otro.
Los poderosos sindicatos de los frigoríficos realizaban su conmemoración en el Cerro.
Los gremios de la Confederación Sindical del Uruguay, hacían otro acto.
Y el sindicalismo combativo de los Sindicatos Autónomos realizaba su acto en otro punto de la ciudad.
En la oratoria, junto con la evocación de los Mártires de Chicago y las demandas del momento, se ponía mucha energía para marcar las diferencias con las demás corrientes.
Los antagonismos no eran solo verbales. En muchos sindicatos, como ocurrió en el transporte, los choques entre las distintas orientaciones fueron duros y muchas desavenencias se saldaron a los tiros.
En el proceso de construcción de la unidad sindical plasmado en la Convención Nacional de Trabajadores participaron las principales corrientes de la izquierda. Y no como se suele presentar muchas veces como obra de una sola.
El Primero de Mayo de 1964
En 1964 la fecha de los trabajadores se conmemoró con el impacto que en América Latina había tenido el golpe de Estado en Brasil. Para toda América Latina hay un antes y un después de esta fecha. La reacción en Brasil alentó al golpismo en toda Latinoamérica. También en Uruguay.
Para el sindicalismo uruguayo y para todas sus diversas tendencias el hecho no pasó desapercibido.
Cuando nueve años después los sindicatos agrupados en la CNT se lanzan a la huelga general contra al golpe de Bordaberry, lo hacen fundando su decisión en las resoluciones adoptadas por los sindicatos en 1964. Si se producía un golpe, los trabajadores responderían con la Huelga General por tiempo indeterminado, con ocupación de los lugares de trabajo.
Ningún otro sindicalismo de América Latina había actuado, en aquel momento y en los años que siguieron, con tanta determinación y firmeza.
Nace la CNT
Después de participar en el acto de conmemoración del 1º de Mayo realizado en la explanada del Palacio Legislativo, los cañeros de UTAA, rodeados de la simpatía y la solidaridad de una gran cantidad de organizaciones populares, habían instalado su campamento en la calle Cuñapirú, hoy Amézaga, no muy lejos del lugar del acto.
Unos días después, el 14, ese campamento fue atacado por la Policía con gases, balas y sablazos. El jefe de Policía era el General Mario Aguerrondo.
Ese mismo día 14, el Congreso Obrero Textil (con Héctor Rodríguez entre sus principales dirigentes), el Sindicato de Artes Gráficas (con Gerardo Gatti, entre otros) y el sindicato de FUNSA, con León Duarte y Washington Pérez, entre otros, toman la iniciativa de coordinar con la CTU, en la que militaban muchos prestigiosos dirigentes sindicales del Partido Comunista, para convocar una Convención Nacional de Trabajadores.
Sobre esto escribió Gerardo Gatti: «En setiembre de 1964, sobre la base de la autonomía de cada sindicato y con el compromiso mutuo de cumplir los acuerdos logrados, con garantías de todas la organizaciones y con representantes en los cargos permanentes de todas las tendencias y actividades sindicales, por decisión de un plenario nacional, queda constituida la Convención Nacional de Trabajadores».
Un programa para todo el pueblo
En esos meses, y en los que siguieron, se fueron dando pasos trascendentes como fue la coordinación orgánica y estable de todas las tendencias que actuaban en el movimiento obrero.
Y los lineamientos básicos de un programa nacional de los sindicatos, que no era la simple suma de las reivindicaciones de los gremios sino un plan para todo el pueblo.
Ese programa denunciaba el peso nefasto que tenía en el país la gravitación del FMI, se levantaba la idea de una reforma agraria, de la defensa de la industria y de la soberanía del país defendiendo a sus empresas públicas.
Esos lineamientos programáticos recibieron al año siguiente el aporte decisivo de un sinnúmero de organizaciones populares que representaban al cooperativismo, los jubilados, los centros estudiantiles, culturales y universitarios y se expresaron en el Congreso del Pueblo de 1965. Sobre lo esencial de ese programa se construyó luego el programa del Frente Amplio en 1971.
Han pasado más de 40 años de estos episodios fundacionales. El sindicalismo clasista uruguayo ha atravesado las pruebas de la represión y de las recetas neoliberales. Sobrevivió a esos desafíos y enfrenó al despotismo primero y luego a las políticas de desmantelamiento y privatizaciones que impusieron los gobiernos neoliberales.
Cuando soplan nuevos vientos
Para el sindicalismo de clase uruguayo hay un antes y un después del 31 de octubre.
En su largo trajinar, los trabajadores tuvieron que enfrentar la hostilidad manifiesta del Estado controlado por gobiernos blancos y colorados.
Gobiernos que respondían, con más o menos sometimiento, a los intereses patronales. Y con jubilosa obediencia se sometían a las imposiciones externas.
La situación ha cambiado en aspectos sustanciales. Y buena parte del hoy esta emparentado con aquellas luchas de los años 60. Y con la conformación del programa histórico de los trabajadores.
1º de Mayo, aquí están los trabajadores
En estos días están ocurriendo hechos importantes. Y no siempre son visibles.
Al amparo de la ley, han nacido nuevas organizaciones obreras. Es uno de los grandes logros del gobierno progresista.
Para esos sindicatos, es decir para los 60 0 70 mil nuevos afiliados a organizaciones obreras, transcurren días ricos y densos, llenos de conversaciones e intercambios.
Entre esos miles de trabajadores, muchos, quizás la mayoría, no han tenido experiencia sindical anterior. Van a hacer, están hoy haciendo, la experiencia intransferible de organizar un paro general de actividades. Un paro diciendo: aquí estamos. Aquí están los trabajadores. Pedimos la palabra.
Aunque hablan alto los pragmáticos y corren tiempos malos para la reafirmación ideológica, el 1º de Mayo no es una fecha anodina. Tiene una consistente carga histórica.
La motivación del acto es la evocación de una gesta. Y de unos mártires obreros que la encarnan.
Sindicatos y gobierno
En consonancia con esa conmemoración, los sindicalistas levantaran también las reivindicaciones propias del movimiento.
Porque una cosa es el gobierno y otra las organizaciones de clase de los trabajadores.
La identificación histórica y programática de los trabajadores con el Frente Amplio no hace que desaparezcan las diferencias que separan a las organizaciones sindicales de la conducción política del Estado.
Ninguno de los grandes capítulos de la acción de gobierno es ajeno a los intereses de los trabajadores: el relanzamiento del país productivo y la creación de empleo, la implementación de una nueva propuesta en salud, las soluciones al problema de la vivienda y la educación. En cada problema hay un punto de vista obrero.
El juego de las presiones
Hay una parte del Uruguay conservador que parece petrificada en sus viejas cavernas. No solo los mandones y matasietes que se reúnen en clubes sociales para hacer la apología a la dictadura y defender la impunidad.
Más serias y persistentes son las presiones sobre el gobierno de las entidades patronales y de algunos anquilosados jerarcas de la burocracia estatal.
Para estos empresarios y burócratas parece que en el país nada hubiera cambiado y presionan al gobierno para impedir la recuperación que, en varios terrenos, se les está debiendo a los trabajadores, tanto en la cuestión del salario, de sus derechos sindicales como en las condiciones de trabajo.
Entre otros hechos, estos sectores parecen olvidar que ellos apostaron a otras soluciones políticas y a otros partidos. Para empezar a la dictadura, a la que apoyaron. Después a los gobiernos neoliberales.
Las presiones a favor del inmovilismo social son variadas y fuertes. También las hay externas. En contraposición a estas habrá que prestar atención a las voces de los trabajadores que resonarán una vez más este 1º de Mayo.
– Hugo Cores PVP-567 Frente Amplio
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