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México. Murieron 65 mineros.

Profundidades del Saqueo

Fuentes: Fundación Federico Engels

Cultura de las «instituciones», cultura del extermino: Superestructuras en manos de infradotados. El papel del Estado en la transformación del hombre en bestia.

65 trabajadores mineros bajo el peso de la explotación, la ineficiencia y el manoseo. Hay miles más.
Algunas urgencias para que la verdad no quede enterrada.
He aquí un episodio, a escala, de la cultura del exterminio1. Obra de ingeniería fabricada por muchachos ilustrados (universitariamente muchos) para saquear a los pueblos. Ocupan cargos oficiales y cobran mucho dinero. He aquí este episodio degenerado de una obra de ingeniería minera para el progreso de las mafias. He aquí la ausencia, es decir la presencia autista, del gobierno que mintió cuando afirmó que le «serviría al pueblo», (Fox debe ser sometido a juicio político) he aquí la eficiencia para la traición de los funcionarios cómplices… he aquí para qué sirve la policía y el ejército… he aquí para qué sirve la farándula de los mass media advenedizos y camaleones. He aquí el capitalismo imperial. He aquí otro escenario de la farsa que se hace Cultura del cinismo, bofetada criminal que emerge de las profanidades de un sistema, corrupto por definición, para evidenciar, en la superficie, el calibre de la degeneración, las profundidades del saqueo, las catacumbas del robo: el rostro de crudo del capitalismo salvaje. Fox sigue perdido en su mar de babas. Para eso le pagan sus patrones en USA y en México. Pero la verdad no quedará enterrada.
Nada será más doloroso que el olvido si dejamos que nos gane. Después del asesinato camuflado, del crimen paulatino y demencial perpetrado bajo tierra, día tras día, año tras año; después de las evidencias horrorosas y obscenas, de la miseria, la explotación soez y la barbarie… a la vista de la reja que divide la «propiedad privada» de la realidad devastada, a la vista de todos, en la nariz del mundo… mueren otros trabajadores mineros, unos más, no sólo los atrapados abajo, todos… ¡todos! Los que mañana bajarán nuevamente, los que mañana verán, tatuada en su existencia, la inseguridad, el mal trato, los que mañana verán el rostro cínico de los «jefes», los ingenieros del despotismo parásito, la virulencia sanguinaria de los buitres empresariales, gubernamentales, mediático faranduleros y sindicales. El crimen organizado. Nada será más doloroso que la indiferencia. Nada más peligroso. «Estalló la ira al enterarse la gente que cesaba el rescate; zarandean a varios funcionarios2» Pero eso no alcanza.
El drama injusto que victima a los trabajadores mineros de México, y del mundo, abre una oportunidad imperdible para esclarecer realidades y emprender tareas. Abre la posibilidad de ver con claridad lo que padecen los trabajadores en todas partes; muestra, violentamente, la necesidad de terminar con este crimen cotidiano que enferma, derrota, deprime y asesina personas impunemente. Muestra la urgencia de eludir toda trampa que nos divide, venga de quien venga. Muestra la urgencia de organizarnos regional, nacional y mundialmente para crear el poder propio, con independencia política, sin burócratas y sin pleitesías sectarias. Muestra la urgencia de un cambio radical, desde la raíz, sin miramientos y sin tardanza. Muestra la urgencia de la unidad de los trabajadores para salvarnos de la explotación salvaje, para derrotar al capitalismo y para poner bajo control social las herramientas de producción y la riqueza.
La mina de carbón Pasta de Concho, propiedad de Grupo México, ubicada en San Juan de Sabinas, estado de Coahuila, México tiene sepultados bajo sus escombros a 65 compañeros trabajadores. Se trata de una trampa insegura y laberíntica, como muchas, donde hay gases venenosos, oscuridad y mucho ruido. Está en una zona donde los trabajadores extraen el 6.5 por ciento de la producción carbonífera mexicana. Coahuila cuenta con 95 por ciento de las reservas de carbón en el país. Hay, hasta donde se sabe, 5 mil trabajadores en la región. 600 pesos a la semana. (unos 60 dólares) Zacarías Cruz dijo a la prensa: «Todo el tiempo les he dicho que esta mina es insegura, pero la necesidad te hace entrarle. Yo trabajé aquí como cinco años y había mucho gas, era una bomba de tiempo allá abajo»3. Estalló en la madrugada del domingo 18 de febrero del 2006.
Este drama actual, nada nuevo, de los trabajadores mineros es una oportunidad ineludible para decirle a los «candidatos» de los partidos ávidos de votos y aplausos: (a Felipe Calderón, a Roberto Madrazo, a Andrés Manuel López Obrador… a todos los otros candidatos sucedáneos y conexos, a Marcos mismo), que a los trabajadores sólo los salvan los trabajadores. Que ninguna burocracia a servido en toda la historia de México para frenar el saqueo ni la explotación; que cada día es peor la situación de los trabajadores y que lo necesario no son los falsos debates entre trabajadores, su atomización, los pleitos entre sindicatos prostituidos… sino los avances hacia la unidad con un programa revolucionario que, desde abajo, sin intermediarios, ni interpretes, haga crecer el socialismo bajo la dirección de los trabajadores que cambiarán el ser y modo de ser social, permanentemente.
Esta canallada criminal que sepulta a los trabajadores, en más de un sentido, bien puede servir como un salto cualitativo, como un aliento de claridad y fuerza contra lo que sistemáticamente divide, por pitos o flautas, la energía revolucionaria de la clase trabajadora que debe organizarse bajo sus programas propios y no los de Mesías, iluminados, carismáticos o parlanchines, se vistan como se vistan, se maquillen como se maquillen. Por más millones y millones de dólares que gasten en campañas para enriquecer a los de la tele y mostrarse como buenitos. Esta bien puede ser, debe ser, una palanca que dignifique el sacrifico de los trabajadores victimados. Un acto de solidaridad y respeto duraderos, útiles, eficaces a la hora de decirle no a la demagogia de las «instituciones» cuyo oficio descarado sólo consiste en reprimir a los pueblos. De un modo u otro. Decirle no a la perdida de tiempo en consultas ociosas, y caras, que no emergen de los trabajadores en el campo o en las ciudades. Los trabajadores saben bien cuál es el diagnóstico, conocen dónde están los problemas comunes y quiénes son los enemigos. Hay años de experiencia, años de luchas y años de resistencia. Falta organización y falta decisión y sólo cuando vengan los programas claros y unificadores, (no uniformadores), desde abajo, desde adentro de las propias luchas, aprovechando lo mejor de las fuerzas e inteligencias solidarias, hombro a hombro, se podrá transformar esta payasada «Institucional», «super-estructural» burguesa, y se logrará una construcción verdadera y útil para la emancipación definitiva y permanente de todos.
Nadie en su sano juicio, menos en México, creerá que las elecciones que se aproximan servirán para cambiar todo. Hay muchos trabajadores que honestamente, no a-críticamente, confían en que López Obrador levante las banderas de las mejores luchas y las honre, lo seguirá medio mundo, paso a paso. Pero uno no puede creer que así se arreglan las cosas, el peor error es dejar que otros hagan aunque prometan, lo mejor es organizarse e intervenir, acceder al control obrero y campesino de fábricas y tierras, con la anuencia de todos, el acuerdo y el debate. Hay también miles de personas que desde la Otra Campaña miran con agudeza lo que viene, no sólo durante las elecciones, y tienen una desconfianza fértil y necesaria, una mirada crítica que hace mucha falta, que debe servir para unir a unos y otros… a todos con todos porque la dimensión del problema no recomienda el protagonismo de pocos.
Esta vez hay que transformar desde los entresijos la cultura «institucional», patológica y patética, que en México se prohíja, como amor a las instituciones por las instituciones mismas, esta vez, con la fuerza que nos aporta el dolor por los trabajadores mineros, con la fuerza que nos da el no querer que esto se repita, que continué, levantemos la voz y por un programa político de los trabajadores que nos una… esta vez, en las elecciones, en las asambleas en una campaña y en la otra, deben ser los trabajadores organizados, con una fuerza superior y una apuesta superior, quines marquen el rumbo del las tareas hacia el socialismo. Ese es el camino de los trabajadores emancipados, lo saben bien y vienen luchando por eso hace años, no hay otro, no hay atajos ni «tercera vía». No hay «capitalismo humano» ni «reformismo» que valga, no hay palabrería, legaloide que valga ni argumento de revólveres que frene a los trabajadores, no lograrán entera con las urnas el hartazgo ni la inteligencia social. No lograrán confundir la voluntad de ser libres y esta vez de será la hora de los trabajadores. Esta vez no hay «tu tía».
Para mañana queremos todo bajo el control de los trabajadores… Por ahora4:
1.- No al trabajo subcontratado.
2.- ¡Ni un accidente más!
4.- Capacitación y aseguramiento de condiciones de seguridad a todos los trabajadores.
5.- Revisión inmediata y arreglo de las condiciones de seguridad de todas las minas del país.
5.- Incremento salarial inmediato a 7 mil pesos por mes, mas prestaciones.
6.- Movilización y huelga general de 24 horas del sector minero para conseguir estas demandas.
7.- Convocar a todos los trabajadores del país a sumarse solidariamente con la lucha minera.

Fotos de la Jornada:
  1. http://www.jornada.unam.mx/2006/02/25/038n1est.php
  2. http://www.universia.net.mx/index.php/news_user/content/view/full/35001/

1 La Jornada: El Grupo Acerero del Norte informó que mil 552 mineros han perdido la vida en la explotación del carbón en diversas minas del país, ya que las altas concentraciones del gas grisú, presentes en esta actividad minera, han sido el origen de múltiples explosiones, incendios y asfixias de trabajadores: en resumen, de grandes tragedias y accidentes.  http://www.jornada.unam.mx/2006/02/25/038n1est.php