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Perú

¿Qué hacer frente a la mafiocracia fujimorista y la continuidad? (I)

Fuentes: Rebelión

Introducción

Desde hace cinco siglos las ideas de superioridad y la intolerancia religiosa y cultural occidentales se han mezclado con las formas de violencia existentes en las sociedades colonizadas para generar un nuevo tipo de violencia, de guerra y de gobierno: un régimen biopolítico colonialista. En él, las disrupciones, la sobreexplotación, las epidemias y la precariedad son la realidad cotidiana de los pueblos colonizados, racializados y criminalizados. (Federico Navarrete, Conquista y epidemia, 1521-1570, Nexos, 1 de octubre de 2021

Se abre una nueva coyuntura caracterizada por la confrontación entre funcionarios judiciales del corrupto sistema judicial, que antes se nombraron y coimeaban entre ellos. Como dijimos antes, los excesos iban a hacer caer el sistema. Hay indicios, parecidos a 1999 y la caída de Fujimori. Se agrava la crisis político-judicial que golpea Perú.La fiscal de la Nación, Patricia Benavides, ha sido acusada por un equipo fiscal de encabezar una organización criminal formada por fiscales y congresistas para comprar votos de legisladores (80 de 130) y manipular denuncias para atacar oponentes y proteger aliados. Cuando el Estado Profundo entiende que tienen todo el poder en sus manos a través de Keiko y la cadena de mafias, decide proceder a su propia impunidad en todos los casos que los involucran, que son todos los casos emblemáticos. La Fiscal desata una ofensiva contra los más grandes procesos anticorrupción y otros conexos (Lava jato-Odebrecht, lavado de activos de Keiko, Cuellos Blancos, congresistas mocha sueldos, narco procesos), buscando el respaldo de los más grandes criminales ocultos, negociando impunidad para todo. El narco fiscal, Patricia Benavides, por ejemplo, descabeza la fiscalía especial que lleva casos contra la presidenta Dina Boluarte, cuatro expresidentes, la excandidata presidencial Keiko Fujimori, el alcalde de Lima y otros líderes políticos y empresarios de los grupos de poder. El narco fiscal estaba acorralada por el descubrimiento de enormes actos delincuenciales referidos a ella misma: su titulación, nombramiento, destitución de la fiscal que investigaba a la hermana que liberaba narcos a cambio de extorsión; intercambio impunidades por apoyo a su estabilidad involucrando a todos los grandes corruptos: expresidentes, cuellos blancos, congresistas, gobernadores, militares, autoridades actuales, etc. Configurada la dictadura apoderándose de los poderes públicos: Congreso, Gobierno, Ministerio Público, etc. Se establece un gobierno criminal deslegitimado totalmente que se enfrenta a huelgas y tres grandes Tomas de Lima y al recrudecimiento de la lucha contra el ecocidio minero y el despojo. Por otro lado, la CNUL y la CONULP, más organizaciones de oposición que van proliferando en estos meses, están convocando a una nueva jornada de lucha para la segunda semana de diciembre. Veamos que pasa con los sujetos del sistema y antisistema. Las diversas mafias abogadiles de los bufetes, del Congreso, del sistema de injusticia, del gobierno tienen rabo de paja y muchos buscaban impunidades, por eso no saben qué hacer en esta coyuntura.

Los pueblos originarios son los sujetos que salen de la historia a luchar por la vida, por el metabolismo creativo con la naturaleza, por frenar el exterminio de los pueblos “sobrantes”, invisibles; que junto a los trabajadores con empleo o sin él, buscan recuperar sus territorios y riquezas, por peruanizar y democratizar un país. Analistas de las culturas indígenas de Bolivia, Ecuador han planteado la existencia de una cierta hegemonía cultural indígena-originaria campesina durante los últimos 20 años, lo que no es posible de corroborar y más bien, estas culturas no habrían logrado traspasar el cerco de la cultura política criolla y mestiza creada en el seno de las instituciones, pero ha logrado avances. Mucho tiene que ver en toda Latinoamérica con la economía neoliberal dominante impuesta por los grupos de poder por diferentes medios. El llamado autogolpe de Evo, los conflictos al interior del MAS y las elecciones en Ecuador pusieron de manifiesto que las movilizaciones y votos, siguen siendo vanguardizadas por las clases medias insertadas en el Estado (burócratas, dirigentes campesinos, universitarios, profesionales, maestros, miembros de iglesias, cocaleros, gremiales, etc.) que no quieren transformar desde sus raíces las estructuras. En este país, los constructores de la cultura mestizo indígena ponen de manifiesto la vitalidad del antiguo estado e impiden un proyecto verdaderamente contra-hegemónico, el Estado plurinacional sigue siendo una quimera. Su estado aun está basado en instituciones heredadas de la colonia, que son las verdaderas depositarias de la hegemonía: las escuelas, las universidades, las normales, la policía, el ejército, el sistema judicial, las cárceles, instituciones que en sentido estricto, para Gramsci, significan producción de consentimiento y dominación, o sea, producción de cultura política y coerción física.1

En Ecuador, los movimientos están divididos étnicamente, por un lado, un movimiento indígena bajo la conducción de una capa ilustrada mestizo indígena y acompañada de intelectuales blanco-mestizos de izquierda y un movimiento progresista que depende de su caudillo, Correa. Ambos entraron al sufragio electoral y quedaron atrapados por las reglas neoliberales de la contienda. En estos campos, no hay señales de un cambio democratizador contrahegemónico. Correa persiste en defender sus errores en el gobierno, atropellos a movimientos sociales y líderes indígenas y populares, demostrando su incapacidad para pensar diferente a la tradición criolla. Y los movimientos originarios temen conseguir hegemonía. En Guatemala y Perú, hay similitudes como el parecido en kla actuación de los ministerios públicos, la agresión contra los pueblos originarios es permanente, existen varios países en uno, es un mosaico cultural en donde los pobladores denuncian golpes de Estado técnicos, con los congresos y acciones judiciales en contra del Pedro Castillo y el partido Movimiento Semilla, persecución contra trabajadores y ciudadanos colocan en tela de juicio toda decisión soberana cercenando de raíz el presente y futuro de la democracia desde abajo.

En México, las principales ciudades del suroriental estado mexicano de Chiapas están en un completo caos. Las presidencias municipales están ocupadas por los llamados ‘sicarios legales’ del crimen. Hay bloqueos, asaltos, secuestros, cobro de piso, reclutamiento forzado, balaceras. Esto es efecto del padrinazgo del gobierno del estado y la disputa por los cargos que está en proceso. No son propuestas políticas las que se enfrentan, sino sociedades criminales. El Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) informó que la creación de una Nueva Estructura de la Autonomía Zapatista fue el motivo que decidió la desaparición de los Municipios Autónomos Rebeldes Zapatistas (Marez) y las Juntas de Buen Gobierno (JBG).

Dada esta situación necesitamos identificar sobre que economía se construyen los estados, cuáles son los factores de división del pueblo para combatirlos y paralelamente conocer los elementos de las contradicciones que se desarrollan en las clases dominantes para impulsaras. La clave está en el colonialismo, en su memoria, historia y situación actual. En el primer aspecto está el fraccionamiento étnico, clasista y electoral y en el segundo las pugnas por la apropiación de los frutos del despojo y saqueo que se vienen dando dentro de la cacocracia o gobierno de mafias delincuenciales que ahora tienen las arcas abiertas e impunidad, pero que se enfrentan a una capacidad potencial limitada al chocar con los intereses y la vida de los pueblos.

VIRREYNATOS Y COLONIAS

La herencia colonial sobrevive en sus seculares procesos constitutivos, recibimos y convivimos con un estado colonial genocida, dos “repúblicas” de criollos e indios y mestizo indígenas, alianza de grupos de poder con sectores privilegiados blanco-mestizos y mestizo indígenas, concentración territorial y de recursos naturales en manos de criollos y extranjeros; un estado de derecho y sufragio electoral ficticio, que solo son herramientas de dominación; instituciones como los poderes del Estado, las FFAA e iglesia autoritarios que construyen lugares y subjetividades de sometimiento y obediencia; la abogadocracia como relación horizontal de poder; la ilegalidad y la corrupción establecidos como la normalidad.

Mientras unos pensamos que falta hacer para combatir con más eficacia a los grupos de poder y a las dictaduras desde abajo, otros, desde la filosofía y la historia defienden la hispanidad y niegan el colonialismo. Mientras unos buscamos en la herencia colonial las taras mentales de corte estructural que nos impiden avanzar otros solo atinan a defender la cultura occidental en contra de nuestra supuesta barbarie.

Para Mariátegui los pueblos originarios representan un “sujeto político en sí”, porque bajo ese signo se ocultan una forma de vida, una cosmovisión y otro mundo posible. Ese mundo no tiene nada que ver con las “etnias”. Escribe Mariátegui: “La suposición de que el problema indígena es un problema étnico, se nutre del más envejecido repertorio de las ideas imperialistas”. Su capítulo sobre los quechuas y los amarás apabulla todo etnicismo antropológico. En su profundidad se encierra una forma de vida que puede ser el sostén de una “soberanía plural de la nación”. (Ilán Semo, Mariátegui: la escritura transversal, La Jornada, 9 de nov de 2023)

En efecto, la visión etnicista segregaba a los pueblos originarios, no obstante que todo el mundo posee una etnicidad porque viene de una tradición cultural y un contexto histórico cultural, algunos grupos han sido considerados no étnicos.  Las identidades no tienen una esencia dada de antemano, se construyen en la historicidad, en las resistencias y en la redefinición del poder.  Las identidades étnicas se encuentran mediadas por el poder y la exclusión, reflejando prácticas de dominación y desigualdades. Por lo tanto, muchas identidades se constituyen en el empoderamiento y las disputas del poder. Hablar de soberanía plural podría referirse al Estado plurinacional con base en una pluralidad de nacionalidades sometidas a políticas coloniales.2

Si dejamos de lado la categoría colonialismo dejaremos de esclarecer el problema. Tratar de establecer una distinción entre los términos virreinato y colonialidad, no es sencillo, porque uno no excluye al otro, ya que no se trata de antónimos como quieren tratarlos los enemigos de una supuesta “Leyenda Negra”. Ellos sostienen que España fue virreinal y no colonial. Mientras que entre quienes señalan lo contrario están los anglosajones que si son calificados de colonialistas. Según creen los neohispanistas España era un reino y los virreinatos mostrarían que las leyes para ambos espacios eran las mismas. Que de esa forma trajo la civilización, una cultura ecuménica sintetizada en la iglesia católica, la razón, el progreso, las universidades, etc. frente a unos bárbaros que al no entender la relación cuerpo-alma fueron primitivos y caníbales. Antes, como ahora, los conquistadores justificaban su comportamiento exterminador con exageraciones de algunas medias verdades. En realidad, los virreinatos como forma de organización política deber ser catalogados como verdaderas colonias, no como franquicias a ser compradas.3 Debemos entender que de lo que se trata es de la imposición de modos de producción y de que España implantó en América un anacrónico sistema colonial feudal que trató de modernizar en algunos momentos, para luego volver sobre sus pasos. Existen muchas ilustraciones del hecho de que los territorios virreinales eran verdaderas colonias a: la división del territorio colonial en dos repúblicas, la de señores blancos y superiores y la de indios sometidos a la servidumbre y esclavitud a la cual fueron reducidos, b) ejercicio de un imperium (dominio) sobre personas, las encomiendas y repartimientos, inexistente e impensable en España, c. la forma que tomó la explotación minera y pecuaria (base primordial de la economía colonial) y la agricultura de haciendas de siervos. d. Las múltiples alcabalas, los estancos de azogue, las pieles curtidas, tabaco, la uva, los naipes y otros, que establecieron un sistema económico discordante entre la metrópoli y sus colonias, el cual sólo favorecía a la metrópoli. No es posible negar por el vergonzoso estigma de culpabilidad que los territorios americanos eran verdaderas colonias, un revisionismo histórico, que choca con el gran problema de que transcurridos siglos muchos de esos rasgos básicos permanecen tanto en la estructura económica como en las clases, la cultura y el Estado.

Este sistema fue un colonialismo tradicional donde un país o corona, ejerce un control directo mediante la fuerza militar, la ocupación de pueblos y sus territorios, la imposición de gobernantes procedentes de la metrópolis invasora en el territorio sujeto a la dominación, y la instauración de políticas económicas, sociales y culturales al servicio del país colonizador. La dominación por los europeos trajo consigo como última consecuencia su servidumbre o esclavitud, combatida por los defensores de su libertad, quienes obtuvieron que la Corona declarara en varias ocasiones, como en 1530 y en 1542, que los indígenas quedaban exentos de la esclavitud, y ordenara ponerlos en libertad, permitiendo solo sujetar a servidumbre a los indios rebeldes. Para los afrodescendientes esa deprimente situación se mantuvo. La esclavitud del indio, si bien desapareció legalmente, a partir de 1542 con las Leyes nuevas, abolición que ratificó en 1680 la Recopilación, persistió en distinta manera al crearse formas diversas de explotación, como la servidumbre impuesta con la encomienda y el cuatequil, ejercidos brutalmente. La encomienda, originada en Europa, se introdujo en las Antillas repartiendo a los indígenas entre los españoles bajo un sistema de trabajo forzoso, con el fin de dotarlos de mano de obra para sus empresas agrícolas y mineras. En Nueva España la estableció Cortés. La encomienda no implicaba la propiedad sobre los nativos y era una concesión no heredable. Si en el repartimiento los indígenas estaban obligados a trabajar y en la encomienda estaban sujetos a la tierra que trabajaban, las condiciones eran de esclavitud o semiesclavitud. Respecto a los afrodescendientes, a lo largo de casi cuatro siglos, se estima que aproximadamente 12 millones de africanos fueron trasladados al «nuevo mundo» en condición de esclavos. Estos ejercieron diversas formas de resistencia al sistema económico y social imperante que los relegaba a una existencia cosificada: el suicidio, la desobediencia, el infanticidio, las rebeliones y las fugas que resultaron en la formación de quilombos, palenques y muchas otras instituciones. Un estudioso de este tema señala:

Entre 1525 y 1867 llegaron a los dominios españoles en América un total de 2 072 300 cautivos africanos. Eso coloca a España como el segundo actor más importante en la trata atlántica, solo superado por Brasil (a donde llegaron 4 703 000 africanos), aunque algo por encima del Caribe británico (2 051 000) y bastante por encima del Caribe francés (1 101 200), de los Estados Unidos (388 700), del Caribe holandés (328 800) y de las islas danesas en el Caribe (61 200). Además, que 1 026 100 de aquellos cautivos africanos fueron embarcados en pabellón español. (Martín Rodrigo y Alharilla, Del olvido a la memoria. La esclavitud en la España contemporánea, Barcelona, Icària, 2022, p. 8).4

Los proyectos de Estado-nación que surgieron en las Américas a fines del período colonial se forjaron a través del racismo anti indígena y antinegro. Ningún proyecto de país construido en las Américas permitió la igualdad entre ellos y los blancos. Mientras los poderosos, para justificar el proceso de jerarquía social que consideraba a estos pobladores como subhumanos, apoyándose en un supuesto cientificismo racista y la eugenesia, la construcción de identidades diaspóricas solo fue posible gracias a la resistencia de los indígenas y negros a la dominación y opresión asociadas a la esclavitud. Sin embargo, la diáspora también constituye un lugar donde los negros pueden reimaginar su comunidad e identidad, así como un lugar fundamental para reorganizar su vida e imaginar un vínculo ancestral con su nuevo territorio.

Si no entendemos que es el Perú no podremos pensar en cómo cambiarlo. El Estado desde la conquista y colonización hasta hoy, nunca fue nacional, ni republicano. En lo esencial se trató de un Estado colonial primero español y después criollo. El etnocidio o destrucción cultural y de la base productiva, social y política, el racismo y la segregación, el genocidio y la violencia, la fragmentación y las encomiendas, constituyeron junto a la resistencia milenaria, la esencia histórica de los llamados pueblos indígenas. Las formas de vida comunes, que elogian Mariátegui, Arguedas y otros constituye el cimiento del nuevo sujeto político concretizado en la fusión de los diversos pueblos en uno solo contra el colonialismo subsistente. En este país la democracia electoral, la república, el estado de derecho, la división de poderes y la ciudadanía solo fueron palabras para esconder una dictadura colonialista criolla, el despojo y el exterminio indígena, la dominación excluyente y racista, la permanente corrupción e injusticia.

Los pueblos originarios han confrontado, desde sus diferencias y semejanzas, el tránsito desde los procesos de dominación Inca, interna prehispánica, a la externa por el reinado español. Proceso marcado por el sobredimensionamiento de la heterogeneidad en sus características étnicas y culturales y la crítica a un supuesto dominio imperial incaico sobre el resto, que posibilito alianzas y mestizajes que sirvieron a la nueva dominación. Las políticas de los aparatos estatales desde ese entonces atentan aún más, contra una forma de organización y una integridad territorial real a pesar de la dominación. Se inicio un despojo o eliminación de recursos naturales, conocimientos ancestrales, formas de organización social, identidades, lenguas, culturas, amenazando la existencia misma de los pueblos, lo que los llevó a reunificarse muy lentamente en su diversidad. Las drásticas políticas asimilacioncitas y la imposición de otra historia, cultura, lengua, religión, formas de organización social, instituciones coloniales, se dieron principalmente a través de los mecanismos coercitivos en la instrucción pública religiosa y militar bajo marcos jurídicos establecidos por el reino y después actualizados por los abogados que progresivamente mantienen y adquieren un enorme poder. Desde la seudo república, múltiples ideologías liberales, conservadoras, socialistas, católicas, protestantes, se agregaron a las confusiones derivadas del brutal sincretismo previo.

Todos estos factores influyeron en una tremenda fragmentación que desafían a una necesaria reintegración y reidentificación para el reinicio de la resistencia. Lo más difícil será hacerlo sobre un Estado construido verticalmente hegemónico y subordinante, racista multidireccional y etnocéntrico, bajo el mando de oligarquías criollas y otros extranjeros que impusieron el neoliberalismo a los despreciados pueblos indios, considerados fuera de la nación. Mas aún si siempre aceptaron y convirtieron, adoctrinaron y utilizaron a ciertas etnias, a determinados sectores altos de estos pueblos y después a la nueva clase media del siglo XX como aliados. Lo preocupante es confrontar las desidentidades, el auto rechazo y blanqueamiento occidental de todo el conjunto de fracciones de pueblos originarios, pobladores urbanos migrantes y rurales pobres, desempleados e informales, trabajadores precarios, clases medias, etc., aun confundidos o contaminados de un occidentalismo y neoliberalismo hegemónico. Y, por otro lado, todos aquellos que están sitiados sistemática y permanentemente por las corporaciones del capitalismo extractivista, militarizado y delincuencial.5

Desde la colonización en el siglo XVI, los españoles no solo aprovecharon de las contradicciones entre culturas dominantes y dominadas, sino que invitaron a las clases altas de las primeras a participar de la explotación colonial. Mas tarde tenemos el exterminio, el mestizaje y posteriormente el nacimiento y crecimiento de las divididas clases medias. El ethos y el estado coloniales se mantuvieron hasta hoy. El ethos tiene que ver con la evangelización por la iglesia católica que propagó la sumisión a la autoridad, luego con la hegemonía de la iglesia sobre la educación y muchos años más tarde con el servicio militar obligatorio en el siglo XX. Dos elementos que no hemos sabido combatir.

La derecha global ha decidido entablar una guerra total con alto contenido cultural fundamentalista en contra de todo lo que afecte al proyecto neoliberal, que en definitiva es recolonizador. Ante el avance de algunas izquierdas al haber tomado una tardía conciencia anticolonial, no obstante, sus tropiezos, la derecha se aferra a la memoria práctica y al pensamiento colonial y pretende dar la lucha en el campo de la política y las ideas. En América Latina el neoliberalismo ya es de tercera generación, en Argentina tenemos el caso del candidato Milei, (precedido por Menem-Cavallo 1989-2000, y por el reformismo neoliberal peronista); admirador del sionismo, de Macri y Menem, fundamentalista de la escuela austriaca de Von Mises, quien cree que ser radical es llevar al extremo la libertad de mercado y acabar con la política.

El caso peruano nos ilustra en que consiste la economía colonial extractivista, extranjerizante, donde se funden por un lado la economía legal-ilegal y delictiva y por otro, los nativos (con apellidos europeos en su mayoría) y trasnacionales extranjeras. La usura con la apropiación de territorios y a la minería y agroexportación, asociados a mediadores de estudios de abogados y lobistas que articulan corrupción e ilegalidades. Lo ilustra Francisco Pérez García, quien retoma los estudios póstumos de Francisco Durand:

El informe para publicarse… demuestra que el poder económico de estos Grupos de Poder Económico (GPE) se centra en dos polos: el urbano – financiero, donde Lima es un eje importante para su actividad y el extractivo – exportador, con la producción de materias primas en el campo, donde “se distingue claramente la actividad minera formal y las agroexportaciones”. 

Se destaca también que la concentración del poder económico es una tendencia marcada, donde los grupos empresariales acumulan riqueza e ingresos mediante las ventas de productos y la acumulación de tierras. 

Ahora bien, los 25 primeros GPE representan el 79% del total de los ingresos de los 100 GPE. Es decir, se comprueba la existencia de una élite dentro de la élite empresarial……

Sobre la extranjerización de los GPE, transcribimos este hallazgo del informe: “se constata como una tendencia fuerte, con cierta variabilidad según sectores. Entre los primeros 100 grupos, 54 son nacionales y 46 extranjeros, donde en el primer cuartil (puesto 1-25), el 72% son empresas extranjeras que más facturan. Entre los primeros 25 grupos mineros, 7 son nacionales y 18 extranjeros, mientras que en la agroexportación es al revés: 17 son nacionales y 8 extranjeros.6 

Son precisamente los grupos mineros que dominan la economía los que determinan una posible salida de la recesión: ampliación de Toromocho Fase II, en Junín, la reposición de Antamina, en Áncash y la imposición de Tía María en Arequipa. En tanto, para el 2024 se considera Yumpag (Pasco), Romina (Lima), Corani (Puno) y Chalcobamba (Apurímac). En 2025, se iniciaría el proyecto Zafranal (Arequipa).

Los análisis de Campodónico nos dan una ubicación más integral. “Cifras recientes lo que se consigna en Las economías criminales y su impacto en el Perú (Capital Humano y Social, Fundación Adenauer, 2022. Los autores son Ricardo Valdés, Carlos Basombrío y Dante Vera). Además de la minería ilegal (4 mil millones en oro), se cuantifica la trata de personas (US$ 1,300 millones), el contrabando (US$ 234 millones), el tráfico ilícito de drogas (US$ 1,134 millones), la extorsión (US $ 530 millones), la pesca ilegal (US$ 300 millones) y la piratería de software (US$ 209 millones), entre otros. El total se estima en US$ 6,657 millones.7

Toda la economía legal e ilegal es delictiva en la medida en que va contra el Estado de derecho y no respeta derechos humanos y sociales, necesita apoderarse de territorios, recursos acuíferos, bosques, personas; hacer negocios usureros y monopólicos; apoyarse en el engaño mediático. Al estar integrada por los grupos de poder y necesitar de un Estado corrupto y controlado, que posibiliten su dominio e intervención territorial y representación política y militar, terminan corrompiendo todas las relacionas con las que interactúan. Del mismo modo, se apoyan en un Perú fracturado por clases, culturas, regiones, territorios, economía informal, ilegal y delictiva, por los partidos, etc. Mientras desde arriba se articulan los poderes locales-regionales-nacionales y trasnacionales y rompen todas las barreras para su conexión y protección, los de abajo se mantienen dispersos, fracturados, defendiéndose del despojo localmente o a lo mucho regionalmente. El racismo y la etnización son utilizadas para enfrentar a unos pueblos con otros, por ello estas poblaciones deben eliminar la idea de raza y considerar la etnia con relación a las clases y a la diversidad en la unidad.

Un gran problema es entender cómo funciona el estado colonial. Comprender que detrás de los gobiernos, está la mano de los grandes grupos económicos. El problema es siempre el mismo: ¿qué grado de autonomía tiene el poder del gobierno?, ¿cuál es su margen real de maniobra y cuál su capacidad para hacer política? Para el estado profundo hay que frenar dictatorialmente a la política democrática, limitarla y adaptarla al mercado. La construcción político-institucional del neoliberalismo necesitaba de una dictadura soberana que cambiara la sociedad y sus reglas básicas. Sin poder político no hay liberalismo que valga. Se construyó desde el poder un nuevo tipo de sociedad que le dio el protagonismo fundamental a los grandes grupos económicos, a los oligopolios empresariales y financieros, con una fuerte presencia del capital extranjero. El objetivo fue construir un tipo de pseudodemocracias que no pusiesen en peligro la correlación de fuerzas creadas por las dictaduras; la constitución era la garantía del poder y límite al poder constituyente del pueblo. ¿Quién la garantiza? No es el tribunal constitucional, no; son los grandes grupos de poder económico, la oligarquía financiera-empresarial dominante a través de su control monopólico de los medios de comunicación, de los grupos políticos y de las bancadas parlamentarias. Esa es la verdadera “constitución material” que gobierna a la sociedad y al Estado. En segundo lugar, la historia “republicana“es la de una clase política corrupta, inepta y sin proyecto porque no lo necesita, le basta el despojo y la corrupción como fundamento de la gobernabilidad; el sistema funciona por y desde la corrupción. La dirección del montaje político señala a los corruptos y oculta a los corruptores. La trama es casi perfecta: la oligarquía financiera empresarial corrompe a los políticos y los medios que ellos controlan los denuncian, los denigran, cuando se les antoja.

La hegemonía se organiza en la sociedad civil, pero comprende igualmente al Estado: “…el Estado es todo el complejo de actividades prácticas y teóricas con que la clase dominante no sólo justifica y mantiene su dominio, sino que además logra obtener el consentimiento activo de aquellos sobre quienes gobierna”.8 El concepto de hegemonía descansa en no poca medida en la idea de consentimiento, de una participación consciente y voluntaria de los dominados en su dominación. En Perú podemos hablar de una hegemonía profundamente arraigada que, si bien no ofrece un consentimiento cabal, tampoco llega a la crítica estructural de sus ideas que permiten aceptar la dominación. La dominación simbólica se define en oposición a la noción de legitimidad, aunque de manera superficial y sólo en apariencia, pero también en oposición a la hegemonía, la cual conlleva una conciencia de la dominación, un sentido práctico que opera también de manera consciente.

Creemos, además, que, en la actual situación global, para evitar, al menos momentáneamente, la caída de la tasa de ganancia es necesaria —y solidaria a la explotación del trabajo— la explotación de la naturaleza, que en nuestras latitudes (dependencia mediante) toma la forma de superexplotación de los bienes naturales comunes o extractivismo redoblado.

Lo que los medios transmiten al pueblo es que la política no vale para transformar a la sociedad, que el sufragio es una farsa que si les falla recurren a otros métodos para someter o destituir a los gobiernos; que la democracia realmente existente se basa en políticos que tienen intereses propios, que, por naturaleza, son corruptos y que la política es cosa de políticos. Donde impera el saqueo por los grupos de poder no existe espacio libre de corrupción e impunidad. Los negocios legales se confunden con los ilegales y los grandes empresarios asimilan a militares y políticos en un subordinado espacio empresarial a su servicio. Los nuevos políticos eligen esta actividad para enriquecerse, mientras los ciudadanos van tras la búsqueda del interés individual que los haría libres y plenos. Ello conduce a pensar que no hay salvación en lo colectivo, en lo público, cuando en realidad es la única posibilidad de salir de este macabro encierro al que nos someten. Mientras los pueblos se politizan el poder trata de despolitizarlos, contradictoriamente van a las elecciones, sabiendo que no servirán de nada, pues así está el diseño. Sin embargo, muchos se van dando cuenta que, si hay salvación en la solidaridad, en la lucha por la igualdad base de la libertad de la necesidad. Es lo que veremos en la segunda parte.

Notas:

1 Algunos porqués del fracaso del proyecto hegemónico del MAS, Lorgio Orellana Aillón, Publicado el: 15 agosto, 2022 

2 Los significados de las palabras varían con el tiempo. En los años de Mariátegui, el término etnia se utilizó como sentido de lo peculiar de una tribu, raza, pueblo o nación, donde predomina la concepción primordialista de las diferencias culturales heredadas en la etnicidad. Cuando la etnia se relaciona con la identidad cultural de un grupo, basada en la ascendencia, la lengua y las tradiciones culturales compartidas, nos encontramos con mas conexiones de las conocidas entre la cultura Huari, la aimara, etc. Según las ultimas investigaciones históricas

3 Antonio Espino López, La Conquista de América, una revisión crítica, 2013. edición digital: RBA Libros, S.A., 2014. Diagonal, 189 – 08018 Barcelona. www.rbalibros.com. De acuerdo con este historiador el horror de la conquista fue producto de la política colonial. Dice: “Los aborígenes fueron sorprendidos militarmente hablando, pero no hasta el día de su derrota final; lógicamente, tenían una experiencia bélica muy limitada a su mundo y, no obstante, rechazaron en numerosas ocasiones a determinados grupos hispanos —no olvidemos que los mexicas expulsaron a Hernán Cortés de México-Tenochtitlan en 1520; ¿y qué decir de chichimecas, muzos, chiriguanos y reches-mapuches?—, por ello la guerra se endureció y se hizo más cruel; sus desavenencias internas, al menos en el caso de los dos grandes imperios, fueron claves para entender su derrota final. Numerosas etnias se equivocaron de aliado, pero solo a la larga. Cuando tomaron la decisión de ayudar al invasor hispano les pareció la mejor posible. Los horrores que siguieron a la guerra solo son achacables al comportamiento colonial de la monarquía hispánica.”

4 Marcus Rediker: “Todas las monarquías estuvieron profundamente involucradas en la trata de esclavos y se beneficiaron enormemente de ella” Marcus Rediker 10/10/2023

5 Gilberto López y Rivas, Ni descubrimiento ni encuentro de dos mundos: genocidio, etnocidio, crimen de lesa humanidad, Rebelión…17/10/2023. Este antropólogo en otro texto señala que lo indio es un vacío del otro y su otredad. Anclada en el principio de que lo más profundo es la piel, fue la noción que legitimó los regímenes liberales y conservadores. Coinciden en que lo indio es el pasado y la barbarie, mientras occidente es el futuro y la razón. Ilan Semo al fundamentar la inexistencia de razas anota: “Las razas son construcciones sociales destinadas a afianzar la unidad de élites dominantes, y hacer preservar la sujeción de vastas mayorías de la población, a través de ontologías y discursos sobre el orden de los cuerpos y sus formas de actuar.”

6 Francisco Pérez García, Una radiografía de los grupos de poder económico en Perú, Otra Mirada, Lima, 21. 11. 2023.

7 1).(Humberto Campodónico, El Perú se ha lumpenizado”, La República, Lima 18 de noviembre 2023)

8 Gramsci, 1971, p. 244. En Michael Burawoy, La dominación cultural, un encuentro entre Gramsci y Bourdieu, Gazeta de Antropología, 2014, 30 (1), artículo 14 · http://hdl.handle.net/10481/31815

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