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Reafirmar y enriquecer las propuestas de cambio

Fuentes: La República

Al cumplirse un año de la asunción del gobierno, el Poder Ejecutivo ha enviado al Parlamento, de acuerdo a lo que establecen los artículos 168 y 177 de la Constitución, el balance anual de lo realizado por cada una de sus reparticiones.  No sería fácil ahora intentar un balance global sobre lo hecho por la […]

Al cumplirse un año de la asunción del gobierno, el Poder Ejecutivo ha enviado al Parlamento, de acuerdo a lo que establecen los artículos 168 y 177 de la Constitución, el balance anual de lo realizado por cada una de sus reparticiones.
 
No sería fácil ahora intentar un balance global sobre lo hecho por la nueva administración. Muchos programas y líneas de acción gubernativa están en sus comienzos y no se ha configurado un panorama de resultados mensurables que permita realizar una valoración útil, una estimación que aporte orientaciones para mejorar las acciones emprendidas.
 
En el plano de la relación con la comunidad, en las comunicaciones del gobierno con los ciudadanos y, en otro plano, con los electores y militantes frenteamplistas, la situación tiene otras aristas.
 
A partir de la existencia de distintas orientaciones, hay elementos como para discutir. En los últimos días han aparecido públicamente planteos que sostienen que la estrategia impulsada por la izquierda se habría agotado con la conquista del gobierno y convocan a todos los frenteamplistas a discutir una nueva estrategia, con definición de objetivos y de alianzas acorde con los nuevos postulados a levantar.
 
¿Nos hemos quedado sin estrategia?
 
Se ha dicho bien que, a menudo, un problema mal planteado es peor que un problema mal resuelto. Es lo que tiende a ocurrir con cierta frecuencia en la relación de algunos dirigentes políticos con lo público y con la prensa.
 
De poca ayuda resultan los planteos que son como ‘una huída hacia delante’ y que tienen poco ver con lo que se está planteando el Frente Amplio a través de su vida interna y con lo que está pasando en el país a partir de la acción del gobierno de izquierda. No hay indicios de que el problema del FA sea el de «haberse quedado sin estrategia».
 
Surge más bien el hecho que hay visiones distintas y encontradas acerca de cómo impulsar la acción de gobierno. Se percibe además que esas diferencias de opinión no han buscado hasta ahora los espacios adecuados donde resolverse, es decir los ámbitos de discusión colectiva.
 
Por ejemplo, hay concepciones políticas que, así como antaño afirmaron que todos los problemas se resolvían con el MERCOSUR (que nos abriría, se dijo, el acceso a un mercado de 200 millones de habitantes), ahora sostienen que la ‘llave maestra’ que todo lo resuelve en materia de inserción internacional es un tratado de libre comercio con los Estados Unidos. Y en aras de esa meta pintan de rosa los rasgos del Estado y del gobierno norteamericano, dejando de lado sus políticas de expansionismo militar y sus amenazas sobre la soberanía de las naciones de A. Latina.
 
Digamos de paso que la posición del FA sobre un eventual tratado de libre comercio con los EE.UU. está en discusión. Y, hasta tanto eso no se resuelva, no parecen pertinentes los anuncios de gestiones destinadas a ‘desbrozar el camino’ para un acuerdo con los USA.
 
Somos realistas: ya decimos «no se puede»
 
Considerar que el país va bien si al FMI le parece que vamos bien, es una estrategia. Es vieja, ajena, enmohecida, pero una estrategia al fin. Es la conducta de los buenos modales frente a los poderosos en el plano internacional, del seguidismo y la adaptación. Impresentable. Y, sobre todo, nos es ajena. Pero es una estrategia.
 
Considerar que a las rentas del capital no se le pueden poner impuestos, como se sostiene en las publicaciones oficiales del Ministerio de Economía y Finanzas, es un segundo eje de esa misma concepción. Es una visión que, de pasada, sostiene que ante las leyes del capitalismo actual no hay otro camino que recurrir a los impuestos al trabajo, aunque eso, reconocen, sea una propuesta impositiva injusta y degradada, pues el capital, se sostiene, es hábil y escurridizo y, si se le imponen tributos, huye a otros países. A partir de eso, baja la inversión, aumenta la desocupación y hasta lo recaudado, se dice.
 
Si se considera que la defensa del principio de autodeterminación de los pueblos es una concepción irrealista, un anhelo que ha caducado, habría que demostrarlo analizando lo que ocurre hoy en A. Latina y en el Tercer Mundo y, a la vez internamente, generar los espacios para saber si todo el Frente Amplio comparte esa valoración.
 
Si se considera que ya no es posible aplicar el principio de que ‘pague más el que tiene más’ a través de un sistema tributario diseñado como una herramienta importante para la redistribución del ingreso y de la búsqueda de la justicia social, habría que validar esas declaraciones de imposibilidad con el respaldo mayoritario de los frenteamplistas.
 
Algunas dificultades
 
La irrupción de planteos sectoriales sobre problemas de fondo, amplificados por los voceros de prensa interesados en aumentar los obstáculos que encuentra el FA, no  ayuda a mejorar la comunicación del gobierno con la ciudadanía. A contrario, contribuye a dar la idea de una conducción política errática y sin unidad de propósitos.
 
El planteo realizado por el Senador Jorge Saravia, del Espacio 609, es un ejemplo de este tipo de iniciativas desconcertantes. Al difundir sus ideas, llamémosle pedagógicas, apuntadas a una mayor familiarización de los jóvenes con los problemas de la defensa nacional, incluyendo el manejo de armas, «ya que la situación regional se está complicando», Saravia, que ocupa el tercer cargo en importancia institucional del país, la presidencia de la Comisión Permanente del Poder Legislativo, lanzó un libretazo que ni siquiera él mismo ha calibrado los alcances que puede contener.
 
Observando el momento elegido por el senador del MPP, que coincidió con el agravamiento de la crisis con la Argentina por la construcción de las plantas de celulosa en Río Negro, vale la pena preguntarse ¿qué tiene que ver esa propuesta con el hecho de haberse quedado o no sin estrategia? ¿Cómo se atan esas moscas por el rabo? ¿Cómo se construye una acción de gobierno si no hay un mínimo de preocupación acerca del tratamiento colectivo, en la bancada parlamentaria, en las instancias de discusión del partido-FA, de las iniciativas de cada uno?
 
Vida orgánica y trabajo en equipo
 
Una fuente seria de dificultades es la debilidad de la vida orgánica de las instancias de conducción del FA. Y su relación problemática con el quehacer del gobierno.
La comunicación que proviene de los dirigentes del FA además de transparente tendría que ser ordenada, convincente y estimular en el ‘partido-FA’ y en la sociedad organizada el ánimo de participación en las cuestiones públicas y en las iniciativas del gobierno.
 
No se trata que las metas por las que luchamos estén perimidas. Ese programa está escrito, aprobado y vigente. Ahora debemos enriquecerlo con la acción política, el estudio y la discusión en el FA.
 
Por ejemplo, la relación del gobierno de izquierda, animado por un programa de cambios populares y democráticos, con la existencia de un aparato estatal regulado por normas antiguas y burocráticas, pensadas para gobiernos que no se proponían el cambio sino el continuismo, es una dificultad seria.
 
Una reforma democrática del Estado, que remueva trabas rutinarias y burocráticas, aliente la transparencia y estimule la descentralización y la participación, requiere de energía. Requiere funcionarios que cumplan y gente que piense, escriba, discuta y pida cuentas de lo que los funcionarios están haciendo y de lo que están dejando de hacer.
 
Y esta transformación del Estado, en el plano nacional o departamental, no puede diseñarse como una acción a desarrollar exclusivamente desde el aparato del Estado sino por el conjunto de la sociedad uruguaya, especialmente por sus organizaciones sociales sean sindicatos, cooperativas, ONGs, asociaciones barriales, bibliotecas y centros culturales.
 
Algo similar podría decirse acerca de los planes en curso apuntados a la reforma de la salud. Vencer los escollos corporativos provenientes de sectores profesionales fuertes supone dar la discusión y la lucha contra las concepciones mercantilistas de la medicina que han proliferado a partir del empuje durante decenios de las concepciones neoliberales. Y para eso se necesita una interacción intensa con el Uruguay organizado, tanto social como políticamente.