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Refugiados sirios, intereses alemanes

Fuentes: Rebelión

Ampliar demasiado el zoom impide percibir el escenario en el que se encuentra aquello sobre lo que el objetivo de la cámara se centra. Y convendremos en pensar que algo similar ha ocurrido con respecto a la fotografía que nos mostraba al pequeño Aylan Kurdi yaciendo en una playa turca tras naufragar el bote en […]

Ampliar demasiado el zoom impide percibir el escenario en el que se encuentra aquello sobre lo que el objetivo de la cámara se centra. Y convendremos en pensar que algo similar ha ocurrido con respecto a la fotografía que nos mostraba al pequeño Aylan Kurdi yaciendo en una playa turca tras naufragar el bote en el que su familia trataba de llegar a la isla griega de Cos. Su caso, pese a lo escandaloso que pueda ser, o precisamente por ello mismo, ha comportado que los medios de comunicación se vuelquen sobre la crisis migratoria en Europa y, colateralmente, aparten las implicaciones de fondo de la misma. Decía Albert Camus que, al nacer de una elección y de un límite que no tiene, nunca una fotografía llega a ser una misma con la realidad que representa: entre ambas media un mínimo de interpretación y arbitrariedad. Aislado de su contextualización, el elemento observado es despojado de su sentido. La sobreexposición de lo particular acaba por encubrir una realidad cuya aproximación requiere del uso de una razón con tentativas holísticas: el pensamiento explica los fenómenos en términos causales, y ello exige pensar en movimiento y teniendo la totalidad como punto de vista, algo que impide una imagen fija. Ciertamente, el apego en exceso sobre una dimensión particular del fenómeno (el desplazamiento irregular de refugiados sirios y otros migrantes en situación de vulnerabilidad hacia territorio europeo) dificulta la aprehensión de su compleja integridad: la crisis humanitaria en Siria, pero también en Libia, Iraq y Afganistán, lugar de procedencia de la mayoría de los desplazados que tienen Europa como destino.

De resultas de ello se plantea de forma acuciante la necesidad de una reflexión que trascienda lo inmediato de aquello que observamos al encender el televisor o abrir el periódico: la marabunta de personas que, sin más enseres que los puestos, tratan de pisar suelo comunitario hacinadas en botes precarios y a través de largas caminatas. Allá donde la frontera se vuelve un umbral capaz de dirimir acerca de la vida y la muerte, esto es sobre lo que ocurre en los límites surorientales de la Unión Europea, gravitan pesadamente ciertos interrogantes: ¿Cuáles son las causas que llevan a esas gentes a salir de sus países? Presuponiendo que la crisis humanitaria que afecta a su territorio de origen sea provocada por la guerra, ¿cuáles son los motivos que ocasionaron el conflicto? ¿Por qué se dirigen a Europa y no a otros países de Oriente Medio? A sabiendas de que la guerra en Siria se prolonga durante más de cuatro años, ¿a qué se debe que la gran afluencia de refugiados sirios se produzca ahora y no antes? ¿Cuáles serán las consecuencias del masivo flujo de refugiados? ¿Habrían pensado en ellas los artífices de la crisis humanitaria?

Debido a la prolijidad que entrañaría la cuestión, no resulta ahora pertinente examinar los factores geopolíticos que soliviantaron la guerra en Siria, al igual que ocurrió en Libia. Pero si bien los motivos que le serían propios a Occidente [1] por desestabilizar ciertos países de la región, y hacer caer el régimen de al-Asad en lo concreto al caso sirio, ya han sido señalados en cuantiosas ocasiones, en tales artículos se encuentra a faltar la consideración por la cual las consecuencias del conflicto sobre el propio suelo occidental formarían parte, de igual forma, de los propósitos que pudiera tener Occidente. Habida cuenta de ello, en adelante me referiré a la crisis de refugiados (término que alude a los migrantes con derecho de asilo por factores bélicos, políticos o ideológicos entre otros) tratando de esbozar una interpretación acerca de su posible naturaleza premeditada.

Redondeando las cifras que proporciona ACNUR, aparte de los aproximadamente 8 millones de desplazados internos, el conflicto armado sirio ha comportado alrededor de 5 millones de refugiados fuera de las fronteras nacionales. Sabemos que los países vecinos refugian la mayor parte de desplazados sirios: se estima que Turquía acoge a prácticamente 2 millones de sirios que han abandonado su país a causa del conflicto, mientras que el Líbano alberga a más de 1 millón y Jordania a aproximadamente 700.000. Otros centenares de miles se encuentran en suelo iraquí y egipcio. Recientemente algunos países latinoamericanos se han ofrecido a asilar refugiados sirios aunque en cantidades más bien testimoniales. Por su parte, las teocracias árabes de la península, cuyas rentas per cápita son de las más elevadas del mundo debido a los ingresos del petróleo, no acogen a un solo desplazado: la división entre la rama sunita y chiita del islam opera como un factor elemental al respecto.

Por lo que concierne a Europa, durante el segundo trimestre del año Alemania es el país que ha recibido un número mayor de solicitudes de asilo (80.935), lo cual representa cerca del 38% de los 213.200 solicitudes recibidas a países miembros de la Unión Europea durante el periodo en cuestión. Estas cifras suponen 420 solicitudes de asilo por cada millón de habitantes residentes en la UE. Del total de peticiones de asilo, la nacionalidad con mayor número de demandas correspondía a Siria (21%), seguida a cierta distancia de Afganistán (13%). Prácticamente uno de cada cuatro solicitantes de asilo es sirio. En cualquier caso, cabe reiterar que los datos publicados por Eurostat [2] se refieren a los meses comprendidos entre abril y junio, de modo que no reflejan el persistente flujo de refugiados, en mayor medida procedentes de Siria, que ha llegado a territorio europeo durante los últimos meses del verano. A todo esto, la Comisión Europea se ha puesto manos al asunto para establecer un reparto de los 120 mil asilos que de entrada piensa conceder, estableciendo para ello cuotas de refugiados a los países miembros de la Unión que se encuentran sujetos a la totalidad del Acuerdo de Schengen. El cálculo de cuotas que fija la Comisión Europea se basa en cuatro criterios: la población, el producto interior bruto, la media de solicitudes de asilo y la tasa de desempleo. E xcluidos los estados danés, irlandés y británico del reparto de refugiados, Alemania es el país al que le corresponde una cuota mayor, debiendo acoger a 31.433 refugiados, el 26% de los 120.000 refugiados contemplados por la Comisión. La singularidad del asunto se halla en que la canciller alemana, Angela Merkel, está dispuesta a recibir un número de refugiados muy superior a los solicitantes de asilo asignados por Europa: Berlín expresó que facilitaría la llegada de 800.000 refugiados este año, y 500.000 al año durante años posteriores.

En procura de ello sería oportuno preguntarse acerca de la relación entre hecho e intención a sabiendas que la clave de bóveda para comprenderla se encuentra en los intereses de la parte con respecto al fenómeno en cuestión. Bien visto, podríamos empezar por observar la estructura demográfica alemana toda vez que la de llegada de importantes flujos de población en edad fértil y con patrones reproductivos distintos es susceptible de contribuir a su alteración. Resulta sencillo advertir que, c omo consecuencia de una baja tasa de fertilidad que no garantiza el remplazo generacional, se estime en 10 millones la reducción de la población alemana en 2060. Para esa fecha, la población en edad laboral únicamente duplicaría a la población dependiente (teniendo en cuenta que la proporción actual es de cuatro a uno), ocasionando vastas implicaciones en lo que atañe a la tasa de ganancia llamada a ser apropiada por la clase propietaria: a razón de una mano de obra sumamente escasa, la parte empleada asumiría una importante fuerza negociadora en relación a la parte contratante. Ante lo cual, la llegada masiva de refugiados anunciada por el Gobierno alemán suscita que la patronal alemana se frote las manos al tiempo que trata de encubrir sus motivaciones apelando a un discurso altruista y solidario. Que sirvan como ejemplo las declaraciones de Ulrich Grillo, presidente de la Federación de Industrias Alemanas (BDI), al expresar que «si somos capaces de integrar rápidamente en el mercado de trabajo a los refugiados, no solo vamos a ayudarlos también nos ayudaremos a nosotros mismos» [3] . Por lo que una hipótesis al respecto del último interrogante que nos formulábamos con anterioridad (acerca del carácter intencional de las consecuencias para Europa de la crisis humanitaria en Siria, a saber, la crisis de refugiados) nos llevará a concluir que los flujos masivos de migrantes podrían llegar a constituir una consecuencia deliberada de la implicación occidental en la región.

Visto de este modo la contribución en una crisis humanitaria, a la que le sigue una crisis migratoria, sería el paso previo por el cual inyectar en la economía a un grueso contingente de trabajadores que, por su condición de provisionalidad, se halla en mayor medida dispuesto a emplearse en condiciones de precariedad laboral. Puede que no esté de más recordar que por encima de cualquier concepción ética o legalidad jurídica, al margen de todo ideal europeo que anteponga los derechos humanos universales a la rigidez de los pasaportes, la llegada de centenares de miles de refugiados a Europa se encuentra en plena sintonía con el modelo de austeridad imperante en la UE: la devaluación interna por medio de la presión a la baja de los salarios que supondrá la incorporación masiva de una fuerza de trabajo en condiciones de aceptación de empleos insuficientemente remunerados (o, en su defecto, una reserva estratégica de mano de obra deseosa por incorporarse al mercado laboral), resulta concomitante con la pretensión neoliberal de impulsar la economía sorteando el aumento de demanda agregada del mercado interno. Al fin y al cabo, el descenso de los costes laborales haría más competitiva la producción alemana en vistas a un modelo de crecimiento exógeno por el cual la expansión del poder adquisitivo de la población y, a la par de éste, la satisfacción de las necesidades intrínsecas al ser humano se supedita a las capacidades exportadoras de la economía, la verdadera variable independiente.

Y aunque es preciso admitir que la aquí presentada no es la única interpretación posible acerca del oportunismo con el que el Gobierno alemán se dispone a albergar a una cantidad de refugiados considerablemente superior a la estipulada por la Comisión Europea, si las proposiciones sugeridas convergen con lo cierto, las consecuencias que se desencadenan de la guerra en Siria, si más no en lo relativo al flujo masivo de refugiados, podrían contemplarse bajo la posibilidad de ser igualmente deliberadas.

Notas

[1] Y también a las monarquías suníes del Golfo Pérsico.

[2] http://ec.europa.eu/eurostat/documents/2995521/6996925/3-18092015-BP-EN.pdf/b0377f79-f06d-4263-aa5b-cc9b4f6a838f

[3] http://www.lavanguardia.com/internacional/20150906/54436291218/refugiados-esperanza-economia-alemana.html


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