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El fallo de la Corte de Constitucionalidad de Guatemala no debe ser una derrota

Ríos Montt sigue siendo culpable

Fuentes: Rebelión

Por más doloroso que sea el fallo de la Corte de Constitucionalidad (CC) anulando el juicio a Ríos Montt, era de esperar. Hay que recordar que los poderes económicos y políticos guatemaltecos son profundamente conservadores y que tienen al sistema de justicia en su bolsillo. El juicio y la sentencia provisional unificaron a todos estos […]


Por más doloroso que sea el fallo de la Corte de Constitucionalidad (CC) anulando el juicio a Ríos Montt, era de esperar. Hay que recordar que los poderes económicos y políticos guatemaltecos son profundamente conservadores y que tienen al sistema de justicia en su bolsillo.

El juicio y la sentencia provisional unificaron a todos estos sectores. Se dieron cuenta de lo peligroso que era sentar un precedente de este tipo y lograron, vía la apariencia de legalidad, revertir el proceso logrado hasta el momento.

Pero no hay que desanimarse. Entre otras cosas, ya no es posible callar la discusión sobre el tema y otros actores han sido implicados (como el mismísimo presidente Otto Pérez Molina). El país ya no es el mismo. Se ha revelado como un espacio contradictorio atravesado de luchas y proyectos distintos. Reconocer esto ya es un logro que quiebra el imaginario de una realidad «armoniosa» y es un primer paso para empezar su transformación.

Si bien es un retroceso jurídico, el proceso y la sentencia provisional que condenaron a Ríos Montt por el delito de genocidio produjeron una discusión inédita en Guatemala: una revisión amplia de la barbarie pasada que colocó en primer plano los testimonios de las víctimas ixiles y a una figura simbólica de esa barbarie en una situación defensiva y vergonzosa. ¿Quién se podía imaginar hace 10 años a la poderosa figura de Ríos Montt en el banquillo de los acusados? ¿Quién se podía imaginar que las víctimas pudieran contar con tanta resonancia su historia y hacer que el país y el mundo las escuchara?

Nada de esto era esperable en un país como Guatemala. Es más, lo lógico era que el juicio y la sentencia provisional nunca se dieran. Pero lo hicieron. Sucedieron. Están allí como signos que el proyecto hegemónico presenta fisuras y que puede cuestionarse.

Los poderes tradicionales lograron una victoria, pero no hay que desanimarse, eso la haría más profunda. Hay que seguir dando la lucha por la memoria, la verdad y la justicia.

Las causas de izquierda siempre son difíciles. Pero eso no significa que no deba darse la pelea. La comodidad está del lado de la derecha. A la izquierda le toca dar testimonio de su voluntad de lucha. Insistir en su razón: la razón de las víctimas, de los humillados, de los vencidos.

Contra esa razón y ese testimonio no hay sentencia legal que valga.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.