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Uruguay

Robinson Crusoe y UPM (el problema de la cultura)

Fuentes: Rebelión

¿Por qué sobrevivió Robinson en su isla? Porque llevaba una cultura heredada, porque había nacido previamente en un lugar que le aseguró la transmisión cultural imprescindible para la sobrevivencia de la especie pues el hombre, sin cultura, no es nada. La leona enseña a sus cachorros a cazar y de esa manera les transmite lo […]

¿Por qué sobrevivió Robinson en su isla? Porque llevaba una cultura heredada, porque había nacido previamente en un lugar que le aseguró la transmisión cultural imprescindible para la sobrevivencia de la especie pues el hombre, sin cultura, no es nada.

La leona enseña a sus cachorros a cazar y de esa manera les transmite lo necesario para vivir, y el hombre transmite a sus hijos todo el saber acumulado por la humanidad, un saber sin el cual no sobreviviría un sólo instante, pues el hombre es el animal que nace con mayor desprotección en todo el reino animal.

Entonces tenemos que el hombre sobrevive pues hereda conocimientos, técnicas y sensibilidades que le permiten relacionarse con la naturaleza, y hereda a su vez, toda la materia transformada por la cultura humana: las tierras labradas, las catedrales, los animales domésticos y también hereda instituciones, como son las escuelas y las organizaciones políticas que a su vez, se encargan socialmente de asegurar el traspaso cultural.

Sin cultura, Robinson no hubiera sabido hacerse una choza, ni pescar, ni cazar, ni conservar alimentos para el invierno, ni establecer sistemas de defensa, ni hubiera podido construir la sociedad igualitaria que construyó en aquella isla, pues Robinson traía toda un concepción política. Pero hay algo más importante, sin cultura no hubiera tenido una forma de pensar cómo resolver problemas, no hubiera tenido un método para pensar todas las problemáticas que tuvo que abordar para sobrevivir en la isla. Sin cultura, Robinson no hubiera tenido una lengua que le permitiera pensar el mundo y transformarlo.

Cuando el imperio incaico dominaba un nuevo territorio, entre otros mecanismos de dominación se aseguraba llevarse a los hijos de la aristocracia a Cusco para implantarles la cultura dominante, pues todo imperio, primero que nada y antes que nada, debe quebrar la resistencia del pueblo dominado, y eso significa quebrar su cultura, erosionarla y en la medida de lo posible y de lo necesario, destruirla.

Así llegamos a nuestro problema con el Contrato ROU UPM que ha sido largamente analizado por sus impactos ambientales, económicos y jurídicos, pero que no ha sido suficientemente analizado en el punto crucial, el punto que anuda todos los puntos de esta red, su impacto cultural, un impacto que incluye todos los otros impactos, los ordena en una unidad, pero les agrega algo más.

Los imperios no sólo dominan regiones mediante los ejércitos. Ese mecanismo deben emplearlo cuando no pueden vencer la resistencia cultural de quien pretenden dominar, como sucede actualmente en el mundo árabe, pero cuando pueden vencer esa resistencia, cuando tienen aceitados los mecanismos para lograr sus objetivos, operan «pacíficamente», pero ejerciendo una gran violencia sobre la cultura del vencido.

Ejercen violencia sobre su cultura y se apoderan de sus recursos económicos y así tenemos cómo UPM se apodera de nuestra tierra para extraer sus nutrientes, y se apodera del agua, y se apodera de nuestro tiempo, pues los 4000 millones de dólares que pondremos para que trasladen la celulosa a Finlandia, es tiempo humano concentrado a modo de dinero, como son tiempo de trabajo acumulado las carreteras y el puerto y todo lo demás que usa y usará UPM si instala su segunda planta.

Para asegurarse el dominio de la tierra, del agua y de nuestros recursos, precisa vencer nuestra resistencia, lo cual logra por un lado metiéndose en el bolsillo a nuestro sistema político que oficia como gerente regional de UPM, y metiéndose en el bolsillo al PIT CNT que oficia como capataz de UPM, y metiéndose en el bolsillo a los medios de comunicación que ofician como propagandistas de UPM.

A su vez, UPM interfiere en nuestra educación preparando a sus futuros obreros que saldrán de nuestras Universidades Tecnológicas como «operarios» obedientes; UPM se saltea nuestra Justicia pues sólo se someterá a los tribunales que maneja en Washington; se saltea nuestro Poder Legislativo pues el Contrato está blindado de tal manera que a futuro no podremos legislar en ningún área que altere un ápice los extraordinarios beneficios de UPM y todo esto y mucho más significa que UPM erosiona nuestra República, la organización política que nos damos para gobernar nuestro País, y la República es una construcción cultural que hemos elaborado a lo largo de doscientos años.

Erosionar, constreñir, dominar y por último destruir la República es esencial para UPM y para el capital extranjero, para los imperios que buscan quedarse con los recursos naturales y los principales rubros económicos de los países, de igual manera que los imperios coloniales destruyen o reorganizan para su beneficio las organizaciones políticas que existe en los territorios dominados, pues la organización política permite controlar y gobernar un territorio.

Pero la organización política, en nuestro caso, la República, sólo es una construcción entre las vastas construcciones culturales de un País, aunque sea una construcción fundamental. Su erosión nos desarma, sólo que la erosión que se viene practicando y que el Contrato acentúa, es aún más grave que la sóla erosión de la República.

La extensión del latifundio y la extranjerización de la tierra desplazan gente del campo, y ese desplazamiento arruina la amplia red de la cultura rural y arruina la transmisión por herencia de la cultura rural. El hombre que se va a trabajar a la ciudad no transmite a su descendencia lo aprendido de su padre y de su abuelo, todas esas cosas que no se aprenden en una Universidad y sin las cuales no se puede producir riqueza en el campo, y esas cosas van desde cómo trabajar con la paja brava y el alambre, hasta cómo esquilar una oveja, cómo ayudar en la parición de un potrillo y qué yuyos usar para combatir una dolencia, un conocimiento sobre botánica que viene de miles de años atrás.

El abandono de nuestro hombre de nuestro campo, trae por añadidura la pérdida de control de nuestro territorio y el cierre de hospitales, escuelas rurales y comisarías. Donde antes manaba la cultura rural que alimentaba a todo el País, hoy se extienden las taperas y en esas taperas ya no hay hombres que sientan la vida, y este sentir es fundamental, pues no se piensa ni se hace sin sentimientos, este sentir es aquello que nos da identidad y sin identidad, no somos nada, o mejor dicho, pasamos a ser otro.

El campo derrama toda su riqueza y su cultura sobre la capital donde vive medio País y sobre el puerto que también recibe la cultura que viene de afuera, y que en cierto sentido hace también a nuestra cultura en tanto la integremos naturalmente, esto es, culturalmente. Del encuentro de esas dos fuerzas nace una cultura regional que en verdad se amplía a la pampa y a Buenos Aires, pues las dos fuerzas se amortiguan. Bien usado, lo que viene de afuera es nuestro, por ser patrimonio de la humanidad. El problema radica cuando existe un desequilibrio y lo que viene de afuera, viene con el propósito de arruinar la cultura dada.

Dijimos que nuestra forma de concebir la política es una cuestión cultural y por eso, los efectos del Contrato ROU UPM pactado en secreto y aplicado en silencio, hieren de muerte a nuestra cultura política, hieren de muerte a la ciudadanía, al hombre comprometido con su sociedad, pues quieren acostumbrarnos a la idea de que los de arriba ordenan y el resto obedecemos sin siquiera preguntar, pues se decide en secreto y se gobierna mediante el silencio. El secreto y el silencio son un cáncer alojado en la cabeza de la República que está haciendo metástasis por todo el cuerpo y trasladándose a la prensa, a los partidos y a los sindicatos.

Si hay secreto y silencio, hay cosas que no se hablan y cuando se hablan se usa de eufemismos como la palabra «gobernanza», que en rigor es la «ordenanza» del Banco Mundial. Cuando se habla, se habla una jerigonza económica inextricable que es un no hablar, y se promociona un lenguaje que pretende que todes hablemes come idiotes, un lenguaje desexualizado, un lenguaje que ejecuta nuestro mundo, nuestra identidad, nuestra lengua castellana.

Sin lengua y sin cultura, Robinson no hubiera sobrevivido en su isla, y sin lengua y sin cultura, un hombre sometido por tres días a la picota y luego encarcelado, no hubiera escrito una novela magistral donde utiliza del recurso de un náufrago que construye una vida nueva, para enfrentar de esa manera las tenebrosas fuerzas políticas de la Inglaterra de su tiempo. Daniel Defoe, el hombre perseguido, usa de la lengua para dar la batalla por un mundo mejor.

¿Quiénes son los Daniel Defoe y los Robinson Crusoe de nuestro tiempo? Somos muchos, afortunadamente, y muchos de nosotros nos hemos encontrado en movimientos ciudadanos donde mediante palabras pretendemos volver a tejer nuestra red, la gran red de la cultura que nos permitirá enfrentar esta invasión y dar los pasos para la creación de un país, donde las palabras solidaridad, trabajo, república, justicia y verdad, no sean resultado de una espuria demagogia. Nosotros haremos que esas palabras dejen de ser armas del engaño, para convertirse en armas en defensa de nuestros hermanos.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.