Más de medio millón de toneladas de explosivos arrasaron aldeas y ciudades de Corea del Norte en los tres años de conflicto que duró la guerra de Corea (1950) en la que el presidente estadounidense Harry S.Truman intentó infructuosamente su conquista. La devastación y el horror producidos por los bombardeos son, todavía hoy, la principal […]
Más de medio millón de toneladas de explosivos arrasaron aldeas y ciudades de Corea del Norte en los tres años de conflicto que duró la guerra de Corea (1950) en la que el presidente estadounidense Harry S.Truman intentó infructuosamente su conquista. La devastación y el horror producidos por los bombardeos son, todavía hoy, la principal razón de la animaversidad que impera en el país hacia Occidente.
En los años 70 Pionyang inició el programa para crear armas nucleares pero el fin de la Guerra Fría supuso su paralización, a cambio EEUU le ofreció ayuda para construir plantas de energía nuclear y el suministro de hidrocarburos, recursos que no llegaron a concretarse nunca y en 2002 Corea del Norte decide retirarse del Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), reanudando su programa de armamento atómico.
Desde entones Corea del Norte ha realizado seis pruebas nucleares subterráneas y en julio efectuó el primer lanzamiento de un misil balístico intercontinental (ICBM Hwasong-14) en dirección hacia el país del sol naciente haciendo realidad la capacidad técnica del país comunista para alcanzar territorio de EEUU. El primer ministro nipón, Shinzo Abe, aseguró que «nunca tolerará» las provocaciones norcoreanas en respuesta al lanzamiento del misil que atravesó territorio japonés pero la falta de iniciativa para defender su espacio aéreo y la soberanía nacional demuestra cual es el grado de servidumbre militar y política hacia Washington, quién ejerce su propio poder totalizante de un nuevo orden en la región.
El presidente norcoreano, Kim Jong-un, rizando el rizo de las amenazas ha anunciado que próximamente realizará un nuevo ensayo con el lanzamiento de varios misiles de alcance intermedio Hwasong-12 hacia el Pacífico que impactarán a escasas decenas de kilómetros de las bases aérea y naval norteamericanas situadas en la isla de Guam. La entrada en esta fase final de Pionyang para completar su capacidad nuclear coincide en el tiempo con el despliegue total del escudo antimisiles estadounidense THAAD en territorio surcoreano. Para China significa una grave amenaza de los intereses estratégicos de seguridad en la región. Pekín es el mayor socio económico de Corea del Sur y su oposición al despliegue balístico y de radares está provocando una campaña nacional para reducir la colaboración económica entre ambos, empezando por un boicot al sector turístico que significará para Seúl la pérdida de miles de millones de dólares.
Recientemente un asesor del presidente surcoreano declaró, literalmente, que Corea del Sur podría llegar a emplazar en su territorio las más poderosas armas tácticas de EEUU. Los misiles tácticos tienen un alcance máximo de 5.000 kilómetros y desde 1987 han sido eliminados progresivamente del escenario internacional por las dos grandes potencias a través del Tratado sobre Fuerzas Nucleares de Alcance Medio (INF son sus siglas en inglés). En este contexto de no agresión Washington también retiró totalmente el armamento atómico que se encontraba en la península de Corea en 1991.
Pero en la actualidad Rusia debate la conveniencia de continuar en el INF o renegociarlo debido al despliegue del escudo antimisiles en Polonia y la República Checa por parte de la OTAN que rompe el actual equilibrio. A su vez, EEUU también valora abandonar el Tratado y volver a desplazar sus misiles de corto y medio alcance a Europa. La posibilidad de reubicar de nuevo en la península de Corea el armamento táctico nuclear y convencional estadounidense provocará una crisis de legitimidad en el nuevo gobierno de centroizquierda presidido por Moon Jae-in, quien llegó a afirmar durante la campaña electoral que no contemplaba esa posibilidad ante las amenazas de Corea del Norte.
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