Seúl declaró ayer «zona de control militar» la isla de Yeonpyeong, disputada por ambas Coreas y escenario del intercambio de fuego de artillería la semana pasada. El Gobierno surcoreano dio así un paso más en el desafío a Pyongyang al militarizar la tensa frontera del Mar Amarillo (Mar Occidental), donde, por segundo día consecutivo, efectuaba […]
Seúl declaró ayer «zona de control militar» la isla de Yeonpyeong, disputada por ambas Coreas y escenario del intercambio de fuego de artillería la semana pasada. El Gobierno surcoreano dio así un paso más en el desafío a Pyongyang al militarizar la tensa frontera del Mar Amarillo (Mar Occidental), donde, por segundo día consecutivo, efectuaba maniobras bélicas conjuntas con EEUU.
La llamada Ley de Defensa Unida, aprobada ayer, instaura de hecho la ley marcial en la isla, facultando al Ejército surcoreano el poder de prohibir la entrada a civiles en esa isla y de ordenar su desalojo cuando lo crea oportuno.
La aprobación de la ley es, de momento, una nueva vuelta de tuerca del régimen surcoreano, que está promoviendo un clima de venganza contra sus hermanos norcoreanos que podría estallar en cualquier momento.
«Lo van a pagar»
El presidente surcoreano, Lee Myung-Bak, echó fuego a las brasas al prometer que Corea del Norte «pagará el precio» de su ataque de artillería «inhumano» y ni siquiera mencionó la oferta de Beijing de celebrar una reunión de urgencia.
«No puedo reprimir mi cólera ante la brutalidad del régimen del Norte», señaló en un discurso solemne televisado. «Me voy a asegurar de que el Norte pague el precio por cada una de sus provocaciones», añadió.
En su soflama, Lee Myung-Bak señaló que es el momento de la acción, no el de los discursos», mientras se divulgaban encuestas según las cuales el 80% de los surcoreanos habría echado en falta una respuesta más firme contra Corea del Norte y un tercio se mostraría a favor de una respuesta militar contundente, aunque desatara una guerra abierta.
Las maniobras militares entraron ayer en su segundo día con la participación de 7.300 efectivos militares, diez buques de guerra y el portaaviones nuclear estadounidense George Washington. Incluyeron ejercicios anti-submarino, maniobras con fuego real y simulacros de combates navales y bombardeos aéreos que incluirían misiles guiados, explicó una fuente militar surcoreana a Yonhap.
Corea del Norte renovó sus advertencias contra estos ensayos, que definió como «otra grave provocación militar», y advirtió de que pueden derivar en «una guerra a gran escala». Organizar ejercicios militares a gran escala en este momento crítico, a sabiendas de que pueden hacer explotar la situación, es simplemente criminal».