El partido es uno solo, los trapos sucios son nuestros y se lavan siempre” (Rafael Leonardo Callejas, expresidente de la República (1990-1993).
No cabe duda que las elecciones generales del 30 de noviembre próximo dejarán muchas lecciones para los políticos, empresarios y dirigentes gremiales, pero sobre todo para la población votante e institucionalidad. Desde la oposición política se esperan elecciones concurridas, en tanto se cree que si no hay voto masivo, la candidata del Partido Libertad y Refundación (LIBRE), Rixi Moncada, será la presidenta de Honduras y el modelo de gobierno actual, tipificado cómo socialista democrático, continuará.
Un caso especial es la candidatura del Ingeniero Nasry Asfura en el Partido Nacional, que ya se había presentado en las elecciones pasadas y fue derrotado por la Alianza de Partidos que encabezó la actual presidenta de la República, Xiomara Castro de Zelaya. En aquel entonces se le obligó a participar en la contienda, ya que él manifestaba encontrarse “conforte” siendo alcalde de la Ciudad Capital, con el triunfo asegurado para las elecciones de finales de 2021. Se especula que estas presiones vinieron del propio presidente Juan Orlando Hernández (JOH), que no podía postularle a un tercer mandato (aunque la postulación para el segundo mandado se consideró ilegal).
Para las elecciones internas del Partido Nacional, destinadas a elegir su candidato a la presidencia de la República, el ingeniero Nasry Asfura lucía como favorito, ya que era el referente más próximo que aglutinaba y centralizaba la fuerza del partido, sumado que otros candidatos no representaban ningún riesgo, sea por la falta de recursos y/o cuestionamientos en la gestión pública de gobiernos anteriores. En la elección captó 625.893 votos, un 75,84% del total, superado por Rixi Moncada al captar el 92,63% de los votos, unos 674.215 votos. En cómputo global, el Partido Nacional obtuvo más votos que los otros partidos, un total de 825.256 votos, contra 727.783 de LIBRE y 656.741 del Partido Liberal.
Con estos resultados solo queda pelear, diría Mario Rivera López, un dirigente conspicuo del Partido Nacional. Sin embargo, hay evidencia que mucho dirigente del Partido se ha sumado a las filas de la candidatura del Ingeniero Salvador Nasralla, incluyendo el candidato del Partido Demócrata Cristiano, Chano Rivera, y dirigente del Partido Nacional. Se le atribuyen declaraciones al propio Nasry Asfura, donde se queja que los dirigentes le están abandonando frente a la caída en las encuestas, lo que amerita una declaratoria oficial.
No obstante, se habla de un respaldo público del presidente Donald Trump a su candidatura, poniendo un tanto nerviosa a la dirigencia del Partido Liberal, no así de LIBRE.
De comprobarse esta caída, será muy visible la profundización del desgaste del Partido Nacional y la necesidad de una reingeniería tipo «purga». El Ingeniero Nasry Asfura, al perder dos (2) elecciones, cuestionado dentro de la cúpula dirigente por su designación ya que lo consideran amigo personal de Mel Zelaya, enfrentando cuentas pendientes con la Justicia, no tiene espacio para una nueva postulación.
El inmovilismo no va con la derecha ni con el Partido Nacional actual. Eso de dirigentes, diputados y alcaldes de arrastre que siguen en posición conforme las mieles del poder, acusados de narcotraficantes y ladrones, sin importarles que el Partido se desgaste, termina en las elecciones de noviembre. Se habla de un posible liderazgo de la abogada Cosset López, miembro del Partido en el Consejo Nacional Electoral (CNE), y alumna sobresaliente de Juan Orlando Hernández (JOH), pero con anticuerpos todavía visibles.
Ya se probó con Ana de Hernández, esposa del expresidente Juan Orlando, al menos que una de sus hijas decida postularse a la Presidencia, una vez que se reconozcan los resultados electorales y tome posesión el nuevo Gobierno.
El Partido Nacional necesita de sus líderes más conspicuos para una reingeniería efectiva. Uno de ellos, el expresidente Ricardo Maduro, poco visible en la palestra pública y marginado de los llamados liderazgos “trucheros”, que incluso no conocen el ideario del Partido, mucho menos su historia. Su liderazgo, aunque entre bastidores, puede motivar la participación de Luis Cosenza, María Antonieta y Rafael Williams, Mario Ramón Castillo, Yuri Chávez, Jonathan Palacios, Ramón Hernández Alcerro, Medina Luna, Marcio Sierra, Sergio Membreño, entre otros. La creencia que el Partido podrá ganar en 2029 en componendas con otros partidos, ya no es válida. Ocupa, como diría Ricardo Zúñiga Agustinus, uno de sus principales ideólogos, de sus mejores hombres y volver a la base amplia y con recursos.
Un punto de la nueva agenda de reingeniería es la expulsión de los líderes y diputados acusados por actos de corrupción y narcotráfico, por lo menos, mientras se demuestre lo contrario. La segunda, el funcionamiento de nuevo del Centro de Estudios e Investigaciones Económicas y Sociales Juan Manuel Gálvez, donde Marcio Sierra y Sergio Membreño tienen mucha experiencia. Lo tercero es la construcción de una agenda de trabajo con las bases, ya que la fuerza del Partido está en la ciudad capital y en municipios con mayores niveles de pobreza. Rafael Leonardo Callejas era del criterio que la organización política del partido es importante, pero lo es más el respaldo de las organizaciones económicas y sociales como cámaras de comercio, grupos comunitarios, ONGS e iglesias.
Otro frente de trabajo es la captura de la institucionalidad y su información. A partir de 2026, la captura de la información de la gestión de gobierno y sus resultados será crucial, más aun cuando se estará a las puertas del cierre de la evaluación del cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), donde Honduras volverá a salir aplazada, especialmente en la reducción del hambre, pobreza y acceso a la salud. Se suma la incidencia política en organizaciones de sociedad sociedad civil que trabajan con grupos vulnerables, y de las defensoras de derechos humanos, línea de trabajo que perdió con los dirigentes de “cafetín”, como Tomas Zambrano y David Chávez.
Los partidos tradicionales, Liberal y Nacional, siempre han controlado la prensa mediática en su sentido amplio; sus dueños, son militantes -entre bastidores- y controladores de sus dirigentes y estructuras partidarias. No obstante, esta prensa ha cambiado. Se ha sumado una prensa de signo independiente, que no está supeditada a los dictados y líneas de trabajo por los dirigentes y dueños, si ese es el caso, de los partidos. Un trabajo de incidencia política partidista será fundamental, como ejemplo el apoyo de los dueños de los medios de comunicación e involucramiento en los objetivos de la causa.
Rafael Callejas decía también que el Partido Nacional no puede ganar una elección ni gobernar sin el apoyo a de los alcaldes. Después de treinta (30) años de vigencia de la Ley de Municipalidades y vuelta a la vida de la Asociación de Municipios de Honduras (AMHON) en 1990, la evidencia demuestra que los gobiernos del Partido Nacional han apoyado más a las municipalidades. Es poco probable que con las elecciones de noviembre se debilite la participación y poder del Partido Nacional en las municipalidades; es más, se cree que recuperará la alcaldía de la Ciudad Capital, aun cuando su candidato sea acusado de corrupto. Ello implica la vigencia de un proceso gradual de descentralización de competencias, recursos y poder de decisión a los gobiernos locales y un fortalecimiento de la base partidaria “cachureca”.
Si se le preguntara a Ricardo Maduro, el llamado reconstructor del Partido Nacional, si está en contra de mantener relaciones con China, diría que no; es un hombre de negocios y parrafearía palabras de Oscar Arias, expresidente de Costa Rica, al manifestar que su país es libre de costa a costa y a lo externo. Con reglas claras que da la planificación, los chinos pueden convertirse en un socio comercial y tecnológico muy necesario. Honduras necesita mucho esfuerzo, pero sobre todo de planificación, y allí es donde el Partido Nacional e incluso Liberal y LIBRE no se apuntan. La planificación da el derecho a soñar, por lo menos a decidir que no vamos camino a un Estado fallido.
Hay que aprovechar este proceso electoral y respetar la voluntad del pueblo expresada en las urnas. En el Partido Nacional toda apunta a la construcción de un nuevo Gobierno del cambio para mejorar.
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