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Solidaridad con Haití

Fuentes: L’Humanité

Como todas y todos, estamos sobrecogidos de horror y de dolor frente al espantoso drama que golpea una vez más al pueblo haitiano. Pueblo que nos es tan próximo, nosotros tenemos una deuda que remonta a Richelieu, que dominó la isla para Francia, saqueando sus recursos y organizando la esclavitud. Cada minuto cuenta para miles […]

Como todas y todos, estamos sobrecogidos de horror y de dolor frente al espantoso drama que golpea una vez más al pueblo haitiano. Pueblo que nos es tan próximo, nosotros tenemos una deuda que remonta a Richelieu, que dominó la isla para Francia, saqueando sus recursos y organizando la esclavitud.

Cada minuto cuenta para miles y miles de haitianos, niños, mujeres y hombres, sepultados todavía bajo los escombros. Cada instante es precioso para aliviar la pena de familias hundidas en la desesperación y el dolor de haber perdido a un ser querido cuando no por haber perdido todo. En esta angustiosa carrera contra reloj para salvar el máximo de vidas, está bien que los Estados, entre ellos Francia y la ONU, se comprometan con fuerza. Está ampliamente justificado por el hecho de que esta tragedia ha sido considerablemente agravada por la fragilidad y el mal estado de las infraestructuras. Cuesta trabajo imaginar cómo la capital, Puerto Príncipe, ha podido verse sumergida tan rápidamente en esta espiral destructiva, en el horror y en la desolación. Si el balance es tan dramático, es también porque el país ha seguido dominado y expoliado con un plan de austeridad impuesto por el Fondo Monetario Internacional, que se añade a la violencia de dictaduras como las de Duvalier y los tontons macoutes, pero también a los graves perjuicios de gobiernos corruptos. Millares de muertos y heridos se habrían podido evitar si las poblaciones hubieran podido beneficiarse de una asistencia sanitaria inmediata y de un hábitat más sólido.

¿Cómo continuarán justificando los poderosos del mundo que cada día se puedan dilapidar sumas colosales en armamento y en guerras o para salvar a los grandes banqueros de este mundo mientras se deja, como a Haití, a los pueblos sin recursos, en la pobreza más absoluta? Esta espantosa tragedia se vuelve a sumar al drama cotidiano de los 12 millones de habitantes de este país de los que casi el 80 por ciento sobreviven con menos de dos dólares diarios. Nuestros hermanos haitianos se hicieron oír durante el año 2007 con los «motines del hambre». Alertaban ya contra un orden mundial profundamente egoísta que les estrangula desde hace dos siglos. ¿Los poderosos del planeta no les han perdonado todavía su dignidad conquistada desde 1804, año de la independencia de la Isla? Desde el principio, los dominadores y los imperialistas castigaron a este pueblo organizando contra él un bloqueo comercial e instalando presidentes fantoches hasta ponerle finalmente bajo la tutela del FMI. Todo esto le impidió ganar definitivamente su libertad total, construir su desarrollo, tomar en sus manos su destino, hasta vivir hoy en un país exangüe.

Nuestros amigos haitianos sólo han soportado sangre, armas y miseria. Lo que no hace más que reforzar la vital importancia de la movilización internacional en marcha, y especialmente la de Francia, que debe sentir una responsabilidad especial hacia el pueblo de Haití. Ahora es el momento de la más amplia solidaridad activa. Son y serán decenas de miles los que allí necesitan de todo: medicamentos, material de base, víveres, medios financieros para la reconstrucción… ¡No perdamos ni un solo instante! Nuestro diario L’Humanité se une una vez más al Socorro Popular Francés para organizar la solidaridad. ¡Solidaridad con Haití!

Traducido para L’Humanité en español por J. A. Pina

Fuente: http://www.humanite.fr/2010-01-14_International_Solidarite-Haiti