Todo defensor clasista de los intereses de los trabajadores y demás sectores populares y toda organización política que tenga como objetivo la revolución y el socialismo, definen al Estado como un instrumento de dominación de una clase sobre otra y al ejército como un destacamento del estado para especializarse en el uso de la violencia […]
Todo defensor clasista de los intereses de los trabajadores y demás sectores populares y toda organización política que tenga como objetivo la revolución y el socialismo, definen al Estado como un instrumento de dominación de una clase sobre otra y al ejército como un destacamento del estado para especializarse en el uso de la violencia contra esa clase que se quiere oprimir.
Las fuerzas armadas toman entonces categoría histórica y se han desarrollado como instrumento de opresión de sus propios pueblos o como instrumentos de saqueo y colonización de otros pueblos.
Surgen a partir de las sociedades humanas divididas en clases. Desde entonces las principales funciones de un ejército en la sociedad capitalista son hacer que las masas trabajadoras obedezcan, aplastando con su fuerza todo intento de la resistencia popular, apoyando el sistema de opresión social y protegiendo el territorio nacional para una burguesía que dispone de un mercado y lo defiende contra otros burgueses extranjeros, como lo demuestran las guerras mundiales y locales por materias primas y mercados.
Los ideólogos de la burguesía y los renegados dentro del movimiento popular han tratado siempre de ocultar la naturaleza clasista del ejército y lo han presentado como una fuerza por encima de las clases, políticamente neutral, custodio de las leyes y defensor de toda la nación.
La esencia clasista del ejército la determina qué régimen y qué intereses sociales defiende. Las fuerzas armadas se educan en el espíritu de la ideología de la clase dominante, en su fidelidad a esos ideales y en su disposición a combatir por esos intereses.
Vivimos bajo una democracia burguesa, que es una dictadura de clase burguesa, una sociedad capitalista dependiente del imperialismo y el actual gobierno tiene como objetivo consolidarla. El progresismo criollo busca un capitalismo serio, eficiente, productivo donde la clase trabajadora encuentre la quimérica justicia social.
El progresismo criollo está para ser un fiel mandadero de los organismos financieros internacionales, captar la inversión extranjera, generar crecimiento, «empleos genuinos» y desparramar la «felicidad sobre los sectores populares».
Las fuerzas armadas ocupan un destacado papel en el modelo de producción capitalista y como arrastran una historia de crímenes contra su propio pueblo desde que fue creado en el siglo XIX, y como están cada vez mas presentes en la memoria del pueblo las violaciones del período de la dictadura terrorista de estado a partir de 1973 hasta 1985, este gobierno se ve obligado a tomar ciertas medidas contra la impunidad. Pero sin llegar al tema de fondo, pues no puede prescindir de las fuerzas armadas como garante del orden, un orden basado en el sistema de explotación de la clase trabajadora.
Este gobierno que llega tras treinta años de resistencia a las políticas neoliberales, fondomonetaristas y proimperialistas de los partidos tradicionales y de la dictadura terrorista, incursiona en la investigación de la búsqueda de verdad y justicia de quienes para sustentar esas políticas cometieron todo tipo de crímenes.
Lo dramático es que el gobierno progresista ha decidido la misma política económico-social, se ha entregado de patas y manos al FMI y la resistencia popular a estas medidas solamente puede ser contenida con la presencia amenazante del ejército y su actuación si se hace imprescindible.
Las fuerzas armadas dieron el golpe terrorista como un partido político unido de la oligarquía y consciente de lo que hacían, dispusieron del respaldo de la embajada de los EEUU y representantes de la oligarquía fueron ministros y jerarcas del gobierno; todas las fuerzas (marina, ejército y fuerza aérea) se comprometieron. Se torturó en todas las unidades, unos oficiales hicieron directamente las torturas, asesinatos y desapariciones, otros hicieron los trámites burocráticos, otros se hicieron los distraídos, otros callaron, otros dieron las órdenes, etc. Pero el crimen mayor fue la caída del salario en un 60% bajo la dictadura, el despilfarro, la corrupción y el crecimiento del endeudamiento externo.
Las fuerzas armadas a fines del siglo XIX irrumpieron en la vida política con las dictaduras militares de Latorre, Santos y Tajes para gestar las bases del estado moderno dependiente del imperialismo británico, aplastando con el rémington y los cañones las montoneras armados a lanza. Las tropas insurgentes de Aparicio Saravia a principios del siglo XX, eran montoneras formadas por quienes habían sido desplazados de sus tareas (correo a caballo, transporte en carretas, tropeadores, gauchos aquerenciados en estancias cimarronas, etc.) por el alambramiento, el ferrocarril, el telégrafo, los puertos y los frigoríficos.
Una revolución productiva con un altísimo costo social
Las fuerzas armadas estuvieron presentes en la gran crisis capitalista de la década del 30 en el siglo XX, donde se da el auge del fascismo en el mundo y en nuestra América proliferan los golpes de estado y apoyan el golpe de estado de 1933 encabezado por Gabriel Terra. Las fuerzas armadas combaten en 1935 a levantamientos populares en Paso Morlán y Picada de los Ladrones y en bombardeos aéreos participando el nóvel oficial Gestido contras las tropas de Basilio Muñoz, el Gral. Gestido fue posteriormente elegido como Presidente en las elecciones de 1966, siendo candidato del Partido Colorado.
El golpe terrorista de 1973 está fresco en la memoria colectiva. Pero no hubo año a lo largo del siglo XX donde destacamentos del ejército no se desplazaran para frenar, apalear, encarcelar y asesinar integrantes de movilizaciones de trabajadores arroceros, remolacheros, cañeros, etc.
La década del 60, es apenas una muestra de ese rol del ejército a lo largo del siglo XX. En 1960, el ejército ocupa la planta de Ancap El Espinillar en Pueblo Constitución ante la amenaza de una ocupación del sindicato cañero; en enero de 1962 los cañeros lanzan la huelga de CALPICA y CAINSA en Bella Unión en el departamento de Artigas y las unidades militares de Salto y Artigas vienen al socorro de las patronales; en febrero de 1963 el sindicato de UTE «baja la palanca» en un paro de 24 horas, el país quedó sin luz y el gobierno decreta Medidas Prontas de Seguridad y se moviliza al ejército desalojando la Central Batlle, ocupada por los huelguistas. En 1964 en la marcha cañera de UTAA desde Bella Unión hacia Montevideo, antes de los primeros cincuenta kilómetros el Ejército paró la amrcha y requisó en busca de armas. En 1965 la tercera marcha, segunda «por la tierra y con Sendic» salió de Bella Unión y en la ruta 3 los cañeros tomados de la mano desfilaron en una doble hilera de soldados armados a guerra, posteriormente a la altura de San José, los campamentos fueron rodeados por soldados, «ni corto ni perezoso» el gobierno decreta Medidas Prontas de Seguridad.
Frente a incendios de cañaverales el ejército irrumpe en el local del Sindicato UTAA y nuevamente impone la MPS por la movilización de bancarios y funcionarios públicos. En 1966, se gesta un intento de golpe militar liderado por el General Aguerrondo y comienza el ascenso de influencia del ejército de la Logia «Tenientes de Artigas». En junio de 1968, Pacheco impone las MPS por movilizaciones sindicales y estudiantiles ante la congelación salarial y recortes presupuestales, el gobierno moviliza a funcionarios públicos y los sujeta al Ministerio de Defensa Nacional y se considera la ausencia al trabajo como deserción militar. Bajo estas medidas prontas de seguridad hubo trabajadores internados en cuarteles, ocupación de establecimientos estatales o industriales por decretos del gobierno para mantener servicios esenciales y quebrar luchas sindicales oficiando de rompehuelgas, etc.
La historia lejana y reciente de las fuerzas armadas las coloca claramente como los verdugos de su propio pueblo y en los últimos años como cascos azules se han embarcado en sostén de todas las intervenciones imperialistas en Africa, y el actual gobierno se compromete en la aventura imperialista enviando tropas a Haití. Las organizaciones de derechos humanos, el movimiento popular organizado y sectores políticos consecuentes con la bandera de verdad y justicia, de juicio y castigo han impulsado la lucha contra la impunidad.
Este gobierno, empeñado en la búsqueda del «reencuentro de todos los orientales», » de cicatrizar las heridas», empujado por esas luchas, transita por el sendero de la búsqueda de la verdad en el tema de los desaparecidos cuyo trabajo previo lo encabezó la Comisión para la Paz del gobierno de Jorge Batlle. Mientras tanto, trata de que aparezca el Balza criollo que pida perdón y procesar a los más comprometidos, sin que se altere el orden constitucional, pues las inversiones no desembarcarían en una democracia inestable.
En Rebelión, en un artículo de COMCOSUR, titulado » Los tres jefes de las fuerzas armadas fueron terroristas de estado» en un fragmento que se transcribe, dice: » Según informa hoy el diario EL PAIS, en 1972 (presidencia de Jorge Pacheco Areco) el comandante en jefe del Ejército, Angel Bertolotti, actuó como «juez sumariante» en el Regimiento 5to. de Artillería. La publicación explica que los «jueces sumariantes» eran los encargados de leer a los presos políticos «el acta que se había labrado en base al interrogatorio realizado por los militares, reinterrogar y luego elaborar otra acta en la que el oficial actuante estampaba su firma.» EL PAIS omite explicar que las declaraciones que figuraban en dichas actas primarias eran obtenidas mediante tortura, pues en Uruguay, el Terrorismo de Estado comenzó antes del golpe de Estado de 1973.
En la víspera, el semanario Brecha publicó el facsímil de un documento que permite comprobar que también el comandante en jefe de la Armada, Tabaré Daners, actuó como juez sumariante en los Fusileros Navales (Fusna), la repartición de la marina dedicada a la «lucha contra la subversión». El pasado 16 de agosto, entrevistado por el periodista Emiliano Cotelo en Radio EL ESPECTADOR, Daners había dicho nada más que «En esa época (del 75 al 80) estuve como jefe de la Unidad de Instrucción, como S1 (la Sección de Personal del Estado Mayor) y S4 (Logística del Estado Mayor); luego estuve como segundo comandante, aproximadamente desde 1979 hasta 1980.»
Finalmente, en declaraciones al semanario BÚSQUEDA del pasado miércoles 24, el comandante en jefe de la Fuerza Aérea, Enrique Bonelli admitió que fue el copiloto del primer vuelo clandestino que se realizó en julio de 1976. En el vuelo fueron trasladados desde Automotoras Orletti de Buenos Aires, un grupo de militantes del Partido Por la Victoria del Pueblo que fueron traídos al país para ser «recaputurados» aquí y fingir así un rebrote de la «actividad subversiva» que les permitiera seguir recibiendo la ayuda económica de los Estados Unidos. La participación de Bonelli en ese vuelo ya había sido denunciada por el diario LA REPÚBLICA hace bastante tiempo».
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Estos criminales y violadores de los derechos humanos son creibles para el Presidente Tabaré Vázquez, les hacen informes sobre los restos de los desaparecidos, son sus tenientes directos y lo acompañan con honores en todas las instancias oficiales. Para lavarles la cara, el Presidente Progresista declara «que todos fuimos responsables» de lo sucedido, e intenta equiparar en responsabilidad al torturador y al torturado, al liberticida y al libertario, al verdugo y la víctima; la hipocresía del dignatario progresista ya no conoce límites.
El progresismo criollo necesita procesar nuevos mandos, pasar a retiro los militares nostalgiosos, detener y procesar a los «malos militares» para preservar «los buenos», dar tareas productivas y de servicios a destacamentos de las fuerzas armadas para intentar congraciarlos con el pueblo y recomponer una mejor imagen de las fuerzas armadas como garantes del orden burgués.
En esta tarea se encuentran guerrilleros «arrepentiti», que años atrás entendían que había que destruir el aparato burocrático-militar por la violencia revolucionaria y que ahora desde el senado exigen un buen presupuesto militar para defender la soberanía nacional y el cuidado de fronteras.
Guerrilleros «arrepentiti» que lideraban legiones de tupamaros por la «Tierra y con Sendic», por la reforma agraria con expropiación del latifundio y que hoy encaramados en los Ministerios, no reparten tierra ni en una maceta y se abrazan a los latifundistas del arroz como Manini Ríos o visitan la Asociación Rural o la Federación Rural, y manifiestan que se sorprendieron al encontrar a oligarcas con las «manos callosas».¿Cual era el programa por el que murieron o desaparecieron el «Tío Quique», Rodríguez Ducos, Candán Grajales, Pucurull, El gallego Mas Mas, el Panchito Vázquez, Ghioldi y tantos compañeras y compañeros?
En esta tarea se encuentran marxistas gramscianos con cargos en el gobierno, sobrevivientes de un partido donde están desaparecidos la mayoría de sus integrantes de la década del 70 y donde su prédica por verdad y justicia, por juicio y castigo la desligan de la actual política económica del gobierno de sumisión al imperialismo, ¿ cual era el programa por el que murieron o desaparecieron Gatti o Duarte?
El » Palocci» Astori hizo un simulacro de renuncia a su cargo de Ministro de Economía porque le subieron unos dólares en el presupuesto de la educación y era más de lo convenido con el FMI; no presentó renuncia porque quería aumentar los salarios y las jubilaciones o un plan de viviendas para generar empleos; es un neoliberal de izquierda de pura cepa. Felizmente, estaba el Ministro Mujica para hacerlo desisitir, si se iba el «Palocci Progresista» ¡qué iba a ser de nosotros! A quienes nos motiva la revolución y el socialismo, estamos en la etapa de denuncia y movilización contra la impunidad, estamos en la etapa de juicio y castigo de todos los culpables, porque sin castigo volverán, estamos por el desmantelamiento del aparato represivo y la disolución del ejército y estos objetivos están unidos al NO Pago de la deuda externa, la nacionalización de la banca y el comercio exterior y la expropiación del latifundio para ir haciendo diente como quien dice…
El ejército Artiguista era un ejército de milicias populares, era el pueblo reunido y armado.