Mientras Trump no sabe qué inventar para exterminar la presencia de migrantes y refugiados de los Estados Unidos, sus funcionarios, los ejecutivos de sus multinacionales, los burócratas del Fondo Monetario Internacional (FMI) y los comandantes de sus fuerzas armadas, no hacen otra cosa que crear las condiciones propicias en los países condenados a tolerar sus injerencias económicas, políticas y militares, para que cada día miles de esos desangelados intenten escapar de la miseria o la guerra rumbo a los horizontes dorados que todo el tiempo muestra la maquinaria publicitaria de los propios Estados Unidos.