
Como es sabido, el 8 de marzo es el “Día Internacional de la Mujer” y aquel año 1975 -en que ocurrieron los hechos que aquí relataré- fue declarado por las Naciones Unidas “Año Internacional de la Mujer”.
Como es sabido, el 8 de marzo es el “Día Internacional de la Mujer” y aquel año 1975 -en que ocurrieron los hechos que aquí relataré- fue declarado por las Naciones Unidas “Año Internacional de la Mujer”.
«Contra la doble verdad»
El feminismo materialista desarrolla una crítica a la cosmovisión idealista y biologista del género y la sociedad. Las mujeres no están oprimidas por la biología o por valores culturales, sino por las relaciones materiales de producción.
Prólogo a Por un feminismo materialista de Christine Delphy (Verso Libros, Barcelona, 2023).
La escritora Mona Chollet asegura que una mujer heterosexual que no se pliegue a los mandatos de la feminidad “se arriesga a poner en peligro su vida amorosa”, mientras que la psicóloga Susana Covas se pregunta: “¿Existen hoy hombres que permitan relaciones igualitarias donde las mujeres no se tengan que empequeñecer?”.
Las mujeres tienen el doble de probabilidades de padecer dolor crónico derivado de enfermedades como la fibromialgia o la encefalomielitis miálgica o síndrome de fatiga crónica. Dolencias que se enfrentan al negacionismo en consulta y a las acusaciones de somatización.
Abría mi anterior columna señalando que 1 de cada 5 mujeres tiene alguna discapacidad. Si las mujeres sin discapacidad tienen más dificultades que los varones para acceder al mercado laboral, dada su condición subalterna en el patriarcado, las mujeres que tenemos discapacidad contamos con muchos más escollos que las que no la tienen y que los varones con o sin discapacidad.
Hace muchos años leí un artículo de Shangay Lily una expresión que me llamó poderosamente la atención. Comenzaba a hablar del “gaycapitalismo” y de lo que se estaba comenzando a hacer con todo lo relacionado con las conmemoraciones del “orgullo”.
Los movimientos de mujeres europeos miran con fervor lo que pasa en una región, América Latina, a la que siempre le quisieron enseñar cómo progresar y de la que hoy pueden aprender cómo construir resistencia y futuro.
Mal vamos cuando hablar de las consecuencias del machismo sobre la discriminación y la violencia que sufren las mujeres se considera “incitación al odio”, y cuando los silencios y las palabras que forman parte de la “normalidad” que aún ejerce la discriminación y la violencia contra las mujeres se considera “convivencia”.
No he firmado el Manifiesto Feminista (*) contra la guerra de Ucrania, aunque comparto (como le dije a la compañera que me lo envió) muchos aspectos de este Manifiesto, firmado por mujeres a las que respeto mucho. Espero que mi texto sea interpretado como una contribución a los diálogos necesarios.