
Las vecinas y vecinos de Valdebernardo-Vicálvaro contra el ataque del Partido Popular a las mujeres asesinadas por las violencias machistas
Las vecinas y vecinos de Valdebernardo-Vicálvaro contra el ataque del Partido Popular a las mujeres asesinadas por las violencias machistas
La responsabilidad ante los hechos que forman parte de la realidad no sólo depende del resultado, también está relacionada con los medios adoptados para evitar que ese resultado se produzca.
Uno de los argumentos que utilizan con frecuencia desde el machismo conservador es que las medidas desarrolladas contra la violencia de género, especialmente la conocida como “Ley Integral”, no sirven para nada “porque siguen matando a las mujeres”.
¿Cuál es el trato entre PP y Vox para que el primero acepte ocultar la violencia de género? ¿A cambio de qué niega una violencia tan grave y la justifica, como hizo su líder al hablar de “divorcio duro”?
Sobre la pasividad gubernamental para hacer políticas abolicionistas sobre la prostitución
Los partidos políticos pueden permitirse no prestar atención a las víctimas de pederastia porque esta sociedad, en el fondo, lo permite. Preferimos no mirar al monstruo patriarcal y seguir permitiendo el poder sexual de los hombres, incluso en un crimen que se considera execrable.
Lo ocurrido en TikTok con la agresión a una joven por parte del hombre con el que mantiene una relación de pareja es un reflejo muy gráfico y cercano de lo que ocurre con la violencia de género en la sociedad.
Expertas y estudios señalan que un gran número de sentencias consignan cantidades indemnizatorias muy bajas que no compensan los daños morales, psicológicos y económicos que sufren las supervivientes.
Se ha apuntado que la banda terrorista ETA llegó a asesinar en España en torno a 850 personas (cifra que puede oscilar en función de fuentes) a lo largo de medio siglo. El terrorismo patriarcal, según datos de Feminicidio.net, ha segado la vida de 1359 mujeres desde 2010; sólo en 2022 contabilizan 99 asesinatos.
En los últimos años, los artistas del ligue, los influencers “incels” y las políticas de extrema derecha han encontrado en el insulto a las mujeres una fuente de ingresos, bien sea a través de talleres y venta de libros, suscriptores a su canal o haciendo carrera política en partidos masculinizados.