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Paraguay

Un menor detenido denuncia ejecuciones y torturas durante la Masacre de Curuguaty

Fuentes: Nova Paraguay

«Richard» sueña todas las noches con la masacre. Sus manos no dejan de temblar mientras cuenta lo que vivió la mañana del 15 de junio de 2012 en la colonia Yby Pyta, Curuguaty. La visita a unos amigos que se encontraban reclamando las tierras que hoy explota la empresa Campos Morombí se convirtió en una […]

«Richard» sueña todas las noches con la masacre. Sus manos no dejan de temblar mientras cuenta lo que vivió la mañana del 15 de junio de 2012 en la colonia Yby Pyta, Curuguaty. La visita a unos amigos que se encontraban reclamando las tierras que hoy explota la empresa Campos Morombí se convirtió en una pesadilla que parece no terminar nunca.

La justicia implacable

Durante el mes y medio que lleva recluido en el correccional «El Sembrador» de Villarrica vió apenas una vez a su mamá.

El juez de la causa, José Benítez, acaba de denegar el pedido de las abogadas que lo defienden de otorgarle medidas socio-educativas (libertad asistida, guarda familiar) que le permitirían entender que es lo que sucedió y de que se lo acusa.

El «implacable» fiscal Jalil Amir Rachid (que pasado un mes y medio de la masacre no aportó una sola prueba contra los imputados) fundó su oposición a la medida alegando la gravedad de los hechos suscitados.

Entonces él, que pasó por Yby Pyta a visitar unos amigos y de repente tuvo que empezar a correr para que las balas no lo alcanzaran, deberá permanecer recluido cuatro meses más, mientras los investigadores buscan pruebas en su contra.

«Vamos a matarle»

Según el relato de «Richard», la totalidad de campesinos que se encontraba la fatídica mañana en Campos Morombí, «salió al camino» con al intención de dialogar con la policía que rodeo el grupo estableciendo un «corralito».

El primer disparo lo efectuó un dirigente campesino «pero al aire» dice «Richard». Inmediatamente, se desató la balacera. El primer muerto fue un ocupante (Richard dice que fue Rubén Villalba, aunque debe confundirse con Abelino Espínola «Pindó»). Corrió pero la policía lo alcanzó. Levantó los brazos y se tiró al suelo. Lo mismo hizo otro campesino que escapó con él, pero sin la misma suerte. Un policía lo ejecutó disparándole a no más de dos metros de distancia. El ocupante estaba desarmado. Le dijeron que no mirara sino quería que le pasara lo mismo. Por su puesto, Richard agachó al cabeza y no miró más. Pero siguió escuchando disparos y gritos de agonía.

Antes de bajar la cabeza observó como desde el helicóptero (que iba y venia del casco de la estancia de Blas N. Riquelme) tiraban gases incendiarios que quemaban los pastizales.

Pasado un rato, lo subieron a una patrullera junto a otros ocho compañeros.

-Vamos a matarle- escuchó que le decía un uniformado a otro, que más frío le respondió:

-No lo vamos a matar, vamos a llevarlo al Calabozo para que nos diga donde están los otros

En el calabozo de la Comisaria de Curuguaty, «Richard», de 15 años, que cursa el 8vo grado en la Escuela Agrícola de Curuguaty, fue interrogado bajo tortura.

Le dieron puñetazos y patadas en la cabeza y el cuerpo. Recibió culatazos de pistola en la frente y acabó en el hospital con tres costillas rotas. Allí pasó tres días hasta ser dado de alta y derivado al correccional de Villarrica.

Mientras era golpeado, los uniformados le preguntaban donde estaba el resto de los campesinos, quienes eran, donde vivían. «Richard» asegura que entre los interrogados había heridos que eran trasladados por orden policial del hospital al calabozo para ser indagados.

Hoy, este chico de 15 años, que pasó por Morombí a visitar unos amigos, que fue interrogado bajo tortura y estuvo a punto de ser ejecutado, está imputado por los delitos de homicidio doloso, homicidio en grado de tentativa, lesión grave, coacción, asociación criminal e invasión de inmueble ajeno.

(x) Esta entrevista fue realizada el 26 de julio en el correccional «El Sembrador» de Villarrica por un cronista de NOVA, el periodista local Oscar Aguayo y el ex candidato presidencial Domingo Laino.

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