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Entrevista al intelectual francés Sami Nair

Un mundo sin muros

Fuentes: Fusion

Este verano el Parlamento Europeo dio luz verde a la polémica Directiva Retorno -también conocida como «directiva de la vergüenza»-, un endurecimiento sin precedentes de las medidas contra los sin papeles en Europa. El intelectual francés Sami Naïr, considerado uno de los mayores expertos en migraciones del mundo, critica que la UE haya traicionado sus […]

Este verano el Parlamento Europeo dio luz verde a la polémica Directiva Retorno -también conocida como «directiva de la vergüenza»-, un endurecimiento sin precedentes de las medidas contra los sin papeles en Europa. El intelectual francés Sami Naïr, considerado uno de los mayores expertos en migraciones del mundo, critica que la UE haya traicionado sus valores, principios e historia.

Argelino nacionalizado francés, Catedrático de Ciencias Políticas, filósofo, y sociólogo. Autor de un gran número de ensayos y libros, y una de las voces más autorizadas de Europa y del mundo en materia de inmigración. Ha impartido clases en cuatro continentes, participa con asiduidad en el circuito internacional de conferencias y en todos aquellos foros donde le brindan la oportunidad de alzar su voz a favor de la Justicia y los Derechos Humanos. Con la energía de cada una de sus palabras mantiene vivo el sueño de un mundo solidario donde sea posible la integración de hombres y culturas mediante el diálogo. Algo que él practica de manera comprometida.

-«Una vez más se legisla desde la exageración de datos y la mentalidad represiva», ha declarado con motivo de la aprobación de la Directiva Retorno. ¿En qué se basa para hacer este tipo de comentarios?
-La inmigración se ha convertido en un tema importante y no debido a la llegada de inmigrantes no comunitarios, sino precisamente a causa de la circulación de inmigrantes europeos. Por eso hablo de una manipulación de datos. No se puede aceptar que después de la unificación del mercado europeo donde se contempla la libre circulación de personas, capitales y mercancías, se considere a los ciudadanos de países europeos como inmigrantes, ya que circulan dentro del mercado europeo. Pero más aún. Esta Directiva aprovecha este hecho para rechazar a los inmigrantes no europeos -asiáticos, latinoamericanos, etc- y eso a mi entender es una violación sistemática de los derechos humanos y los valores propios de la Unión Europea. Para decirlo de otra manera y sin exagerar, considero que el espíritu que ha animado a esta Directiva es xenófobo y por eso se le ha llamado la «directiva de la vergüenza». No sólo por sus condiciones sino por su propio significado a nivel humano. A partir de ahí podemos entender las reacciones que esta norma ha suscitado en los pueblos y gobiernos de América Latina y de África.

-¿Cree que este tipo de medidas contarán con el apoyo del ciudadano europeo cuando entren en vigor?
-Primero hay que saber de qué estamos hablando. Esta Directiva está en discusión desde 2005. No se consiguió un acuerdo general y en el momento que se logró uno mínimo apostaron por una norma dura. Los gobiernos que aprobaron esta Directiva, entre ellos el español, nos están explicando que se trata de normas mínimas. Lo siento pero tengo que decir alto y claro que se trata de una manipulación y una mentira. No se trata de normas mínimas sino muy duras, y me explico. En Francia por ejemplo, el tiempo de recepción de inmigrantes sin poder consultar a un juez era hasta ahora de treinta días, en España creo que es de cuarenta y dos. A partir de esta Directiva los estados pueden retener a estas personas hasta dieciocho meses sin garantías jurídicas. Esto es una violación sistemática de la dignidad y de los derechos humanos. Es la forma que tiene la UE de dar lecciones sobre este tema al resto del mundo. Desde el Tratado de Maastricht, Europa ha entrado en un ciclo negativo sobre asilo con una política de restricciones progresivas cuyo último exponente es esta Directiva, que ha dado un giro histórico a esta cuestión. Desde que existe la UE, nunca se adoptaron en Europa normas tan duras y no es casualidad que hayan sido apoyadas, alabadas y sostenidas desde el principio con fanatismo por la extrema derecha del Parlamento Europeo, entre ellos Le Pen. Normas que han sido votadas también por diputados socialistas con la excepción de José Borrell y Ramón Obiols que a mi entender salvaron el honor de España. Con referencia a la pregunta, creo que la Directiva es inaplicable y que provocará movilizaciones importantes. Los ciudadanos queremos una Europa social, solidaria, fiel a los valores por los que fue creada.

-Usted habla de normas muy duras de entrada y asilo, nunca antes aplicadas en el seno de la UE. ¿Cuáles son?
-Primero se refieren a una especie de retorno voluntario en un plazo de cuatro semanas, cuando en el fondo se trata de un retorno obligatorio dadas las condiciones que establecen: Presentarse regularmente ante las autoridades, depositar una garantía financiera, presentar documentos y residir en un lugar determinado. Se establecen trabas financieras que dificultan la vida de la gente. En segundo lugar está el tema de la retención de dieciocho meses. ¿Dónde? En campos de internamiento o reagrupación prácticamente al margen del derecho. ¿Quién va a pagar el mantenimiento de toda esta gente? ¿De dónde saldrá el dinero? No se sabe… Es una medida que sin duda favorece la arbitrariedad de los estados ante los inmigrantes. Y lo más grave de todo ello son los menores. La Convención de los Derechos del Niño de 1989 defiende los derechos del menor como valor prioritario y habla de no mezclarles en los mismos espacios que los adultos. Si los menores emigran con sus familias, se encontrarán en los mismos espacios… ¿Habrá unos nuevos? ¿Quién garantiza esto? ¿Dónde estarán ubicados? ¿Quién los financiará? La puesta en marcha de la Directiva es en 2010 y tiene estos y otros espacios en blanco que son un atentado a los derechos humanos. No es casualidad que por primera vez todas las grandes instituciones humanitarias y de derechos humanos hayan tachado a esta norma como la «directiva de la vergüenza» cuyo contenido viola los derechos humanos en general y los valores de la UE en particular. En nombre de la crisis económica y de la construcción europea se está poniendo en marcha una política indigna hacia los no europeos que pone en peligro el mensaje universalista con el que nació la UE.

-Explíqueme cómo es posible que un día se hable de fomentar la «Unión del Mediterráneo» -iniciativa francesa-, y otro se decida levantar muros en las fronteras…
-Estamos hablando de una manipulación interesada. La Unión del Mediterráneo es un juguete que se creó exclusivamente con fines mediáticos. Se trataba de hacer una foto, pero el contenido de esta reunión estaba totalmente vacío. Lo importante hubiera sido el ponerse de acuerdo para regular flujos migratorios entre norte y sur, pero eso no se hizo. Fue una operación de Francia, liderada por Sarkozy para dar la impresión de que estaba haciendo algo en el Mediterráneo, la zona de fractura más importante del mundo, con muchos problemas y necesitada de ayuda para relanzar su economía. La realidad es que hasta ahora sólo hemos apoyado a las élites de estos países -que a menudo son corruptos y despóticos- y no se ha hecho nada con las poblaciones civiles y los pueblos. Nos hemos aprovechado a nivel económico de las aperturas de las fronteras de estos pueblos con el Acuerdo de Barcelona y ahora se crea una «música» para dar la impresión de que estamos haciendo algo.

-Señor Naïr, ¿por qué se levantan los muros? ¿A qué tenemos miedo?
-La UE siempre ha visto los flujos migratorios como un importante mercado a nivel mundial. Elige a la gente que necesita y rechaza a los que no le son útiles. Incluso a los que le son útiles les marca el período de estancia y les expulsa cuando no le son útiles. En definitiva, no considera a los inmigrantes como seres humanos sino como mercancías dentro de un mercado. Mi postura en todo esto no es la apertura de fronteras, ni mucho menos. Creo que hay que ejercer un control pero respetando los valores humanos, la dignidad de las personas, la agrupación familiar. «No se pueden defender unos valores en teoría y practicar otros, eso se llama hipocresía». Entiendo que es necesaria una política de retención pero no de forma administrativa ni contra los valores más elementales. Por otro lado, y lo digo porque lo creo profundamente, a mí me parece que la orientación de la Directiva aprobada es introducir un apartheid entre europeos y no europeos. En España hasta ahora la comunidad más numerosa de inmigrantes era la de los marroquíes, seguida de los ecuatorianos. Ahora son los rumanos seguidos de los marroquíes. Eso significa que el Gobierno español prefiere acoger a los europeos antes que al resto, porque a la larga estos pueden emigrar dentro del espacio de la UE y eso va con una política de cuotas. Hay que regular el tema de la inmigración con una política común entre los países para permitir la organización de flujos, cambiar leyes para favorecer migraciones temporales. Lo que hacemos ahora es levantar muros y los que están dentro tienen la obligación de quedarse, no pueden ir a su país a trabajar dos o tres años y luego volver a Europa porque pierden sus derechos; y por otro lado ese mismo muro impide entrar a los que lo solicitan porque son personas que estorban, algo que choca frontalmente con los valores que queremos defender.

-Usted es un intelectual comprometido que aprovecha cualquier ocasión para levantar su voz en favor de la Verdad, Justicia y Solidaridad, bases de su dogmatismo. ¿No se ha sentido alguna vez como un náufrago en medio de un océano?
-Me siento europeo cuando Europa defiende los valores en los que creo: igualdad, dignidad, libertad, tolerancia y universalismo. Los mejores valores que la humanidad ha podido crear a lo largo de su historia. Cuando Europa ignora esos valores me considero un europeo que lucha en contra de los que violan la identidad europea. Considero hoy que los que han adoptado esa Directiva están violando la identidad europea.

-¿Qué es la utopía para usted?
-Es algo necesario. Es trabajar con la posibilidad de que se pueden cambiar las cosas que podemos crear un mundo nuevo. Las ideas, los proyectos no serían nada si no se unen a la imaginación. Con las ideas, la acción y la práctica podemos conseguirlo. En ello creo.

-Una última pregunta… ¿ En qué estado se encuentra su corazón?
-Mal, porque me parece increíble que se puedan estar haciendo estas cosas contra el género humano. He visitado en varias ocasiones campos de agrupación en Malta, Turquía y puedo asegurar que viven en situaciones dramáticas. Están implantados en «zonas tampón» entre la UE y las regiones de origen de los emigrantes. En las fronteras del Este, en la periferia de Ceuta y Melilla, la isla de Lampedusa y más al sur en Marruecos, Turquía, Argelia. Allí viven incomunicados cientos de personas que han huido de guerras civiles y buscan asilo. No reprocho a la UE el derecho a controlar los flujos migratorios, como tampoco a buscar con terceros países formas de canalizar y gestionar dichos flujos que, en efecto, son cada vez más numerosos. Tan sólo pido que se haga con la mayor transparencia y que los derechos humanos sean respetados. Los refugiados, los emigrantes, tienen derecho a estos derechos, porque son seres humanos. Personalmente no creo que se puedan defender unos valores en teoría y practicar otros, eso se llama hipocresía y es lo que justifica el discurso de los fundamentalismos en contra de los occidentales.