Casi ya al finalizar la campaña del corte de café, concretamos la visita a la finca de Don Tránsito Gutiérrez, ubicada en la Aldea de Quebrada Honda, Municipio de Corquín, Departamento de Copán. Casi a una hora de viaje en carro desde la ciudad de Corquín. En las proximidades de la majestuosa montaña del Celaque. […]
Casi ya al finalizar la campaña del corte de café, concretamos la visita a la finca de Don Tránsito Gutiérrez, ubicada en la Aldea de Quebrada Honda, Municipio de Corquín, Departamento de Copán. Casi a una hora de viaje en carro desde la ciudad de Corquín. En las proximidades de la majestuosa montaña del Celaque.
El contraste con la Honduras oficial es más que evidente. En la finca se respira tranquilidad y paz, no sólo por la ausencia de los motores y el murmullo del río que hace sinfonía con las chicharras, sino por la confianza y empatía que reina entre las familias trabajadoras que cohabitan en la finca de casitas esparcidas.
«Ya que el pueblo no hace la revolución, cada quien debemos hacer los cambios»
Don Tránsito Gutiérrez López, comúnmente conocido como Don Tancho, de 58 años de edad, es un hondureño que estudió la carrera de Derecho en Rusia. Una vez graduado, retornó a Tegucigalpa para involucrarse en la docencia e investigación en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras. Al sentir, en carne propia, la corrupción y el clientelismo político en las entidades públicas, decidió progresivamente preparar su retorno a su tierra natal de Corquín, y cultivar parte de la tierra que su padre había dejado en Quebrada Honda.
Al narrar con cierta parquedad sus motivaciones del por qué vuelve al campo y por qué promueve desinteresadamente el bienestar integral de sus vecinos y trabajadores, indica con sencillez: «Ya que el pueblo no hace la revolución, cada quien debemos hacer los cambios….»
Los vecinos le tienen cariño. Sus trabajadores dicen que «es difícil encontrar un patrono como Don Tancho, exigente, pero cabal y preocupado por el bienestar de las familias».
Don Tancho, vive con su familia en una casa sencilla. Sin aires de grandeza, aunque cosecha varios cientos de quintales de café al año. Él dice: «casi todo lo que se gana se invierte en mejorar la finca, el beneficio y la infraestructura»
En esta finca no sólo existen casas con servicios y dependencias propias para las y los trabajadores, sino también hay campo de fútbol, potrero para los caballos de los trabajadores, piscina, etc. Incluso dio terreno a algunos de sus trabajadores para que cultiven su propia finca. «Con tal de que no se dediquen a vicios, ni abandonen su familia», indica Don Tránsito.
Ante la amenaza de los taladores, y con la finalidad de proteger microcuencas y zonas productoras de agua en la montaña de Celaque (que alimentan a las aldeas del lugar y al pueblo de Corquín), Don Tancho, hizo el esfuerzo de comprar varias decenas de hectáreas de tierra en dicha montaña. Así protegió y protege, no sólo el bosque y el agua, sino la Vida en sus diferentes formas en el lugar.
De este modo, este profesional del Derecho que renuncio a la burocrática académica hondureña, con su testimonio de vida nos enseña que «otra Honduras es posible». Él no habla de socialismo, pero es un «patrón» que come y ríe con sus «peones». Celebra los logros de sus trabajadores. Casi siempre viste con la misma ropa, los mismos zapatos gastados y un carro envejecido por el uso.
Generar empleo, incluso con la ausencia del Estado y la presencia de la roya
En los últimos años, Honduras se ha constituido en uno de los principales productores de café en el mundo. El café, con los cerca de 8 millones de quíntales anuales, representa el 8.5% del Producto Interno Bruto (PIB) del país, superado sólo por las remesas de la migración (que representa más del 10% del PIB).
La particularidad del café hondureño es que este producto no está necesariamente bajo el control de la oligarquía del país. Informes extra oficiales indican que en el país existen más de 100 mil propietarios de fincas cafetaleras, entre grandes, medianos y pequeños, distribuidos en 16 de los 18 departamentos. Es uno de los pocos productos agrícolas de exportación que socializa las ganancias económicas con la mayor cantidad de personas de manera directa e indirecta. No por la acción del Estado (que prefiere con sus políticas económicas a la «inversión» extranjera), sino por la iniciativa propia de hondureños/as emprendedores en la montaña adentro.
Este producto, cuya época de corte (cosecha) abarca entre octubre y abril, ocupa más de medio millón de trabajadores directos en Honduras. En total, en Centro América el corte de café emplea un promedio de 2 millones de trabajadores directos año.
Según Don Tránsito, «en los momentos picos del corte de café han llegado a trabajar en la finca hasta 150 personas diarios, provenientes de diferentes partes del país». Refiriéndose al salario de los cortadores indica: «Un buen cortador saca un promedio de Lps. 300.00 por día (15 dólares) en la época pico. Aquí, depende de la habilidad del trabajador, porque el pago no es por día, sino por la cantidad de drones (cubeta de 5 galones) de café al día». En época pico de corte, hay familias completas que se trasladan hacia las fincas de café (con 5 a 9 miembros) y logran cortar hasta 30 drones diarios cada familia (por un dron pagan Lps. 30.00), llegando a ganar hasta Lps. 900.00 (45 dólares) día.
Pero, lamentablemente en la presente campaña de café que concluye, el precio internacional de este producto cayó de $ 337.00 que llegó a costar el quintal en 2011 a un promedio de $ 135.00 para la presente gestión. A esto, se sumó la roya naranja. Hongo que inutilizó casi al 30% de los cafetales de Honduras, sin que aún exista ayuda concreta por parte del Estado hondureño o de los países receptores de este producto.
Ante estas adversidades del mercado internacional, y las condiciones meteorológicas y limitaciones técnicas, productores como Don Tancho se ven obligados a afrontar solos dichos infortunios con actitud positiva.
En los días que visitamos la finca de Don Tancho, cerca de 20 personas cortaban el café verde malogrado por la roya en dicha finca. Consultado sobre si valía la pena cortar café malogrado, Don Tancho respondió: «Yo, en lugar de ganar pierdo. Pero, debo limpiar y condicionar la finca para la siguiente producción». Lo cierto es que la roya llegó a Honduras, al igual que a toda Centro América, para quedarse un buen tiempo mientras las condiciones que la originaron no sean superadas.
Mientras redactábamos estos párrafos, en el patio de la casa de Don Tancho, los cortadores (quienes volvieron con nosotros del cafetal a las 4:00 de la tarde) ingresaban contentos a cenar, luego de haber jugado pelota. Al preguntárseles sobre cuánto pagaban por el alquiler de la cancha de futbol, de la vivienda, de la luz, del agua… responden: «Nada. Don Tancho no nos cobra». Así transcurre la vida en esta parte de la Honduras profunda. Mientras, los noticiarios sobre la Honduras oficial anuncian asesinatos cada 70 minutos, secuestros armados, militarización del país, violenta desintegración social, corrupción política, desempleo crónico, caos, incertidumbre…
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