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Una operación militar de EE.UU. contra Irán sería un grave error

Fuentes: Global Research/Russia Today

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

Aumenta la presión por la controversia sobre Irán. El escritor analista político Igor Panarin cree que EE.UU. debería prestar atención al razonamiento de Rusia, China y Turquía y abstenerse de ir a la guerra contra Irán.

El gobierno de Irán ya ha acusado a Israel de ser responsable del asesinato de Mostafa Ahmadi Roshan, el científico nuclear iraní asesinado en Teherán a principios de este mes. Irán también anunció que la muerte de Roshan no detendrá su programa nuclear.

El asesinato de Roshan tuvo lugar en el clímax de la renovada tensión entre Washington y Teherán por el programa nuclear iraní. Amenazado con un aumento de las sanciones económicas por parte EE.UU., Irán ha declarado que podría responder mediante el cierre del Estrecho de Ormuz. Esto lleva por primera vez en muchos años el antiguo punto muerto entre EE.UU. e Irán a un probable teatro de operaciones en el Estrecho de Ormuz.

Después de la advertencia de Teherán, la Armada de EE.UU. envió rápidamente su grupo de portaaviones de la Quinta Flota al Golfo Pérsico, y elementos navales británicos se apresuran a sumarse a sus aliados estadounidenses.

Mientras tanto, Irán realizó un ejercicio naval titulado Velayat-90 (Supremacía-90) entre el 24 de diciembre de 2011 y el 2 de enero de 2012. El juego de guerra cubrió una vasta área desde el Golfo Pérsico y el Golfo de Omán al Golfo de Adén y el Mar Arábigo. La escala del ejercicio sirvió para demostrar la preparación de Irán para involucrarse en una guerra naval fuera del Golfo Pérsico. La Armada Iraní también utilizó el ejercicio para ensayar sus nuevos misiles crucero de largo alcance, demostrando su capacidad de alcanzar bases de EE.UU. en el Golfo, Israel, y los aliados árabes de EE.UU. en la región.

Teherán declaró que el ejercicio naval tuvo un inmenso éxito, y anunció que la Segunda Etapa tendrá lugar en febrero. Obviamente la situación se desarrolla muy rápido.

El ejercicio iraní fue rápidamente seguido por un intercambio de ataques mediáticos y retórica agresiva entre Washington y Teherán. Los últimos dos eventos -el asesinato de Roshan y el anuncio de Irán respecto a su capacidad de enriquecimiento de uranio a un 20%- han propulsado el ya sobrecalentado impasse al punto de alta inflamabilidad. Las amenazas de nuevas sanciones por parte de Occidente solo contribuyen a agravar la situación. Mientras la Unión Europea declaró su intención de prohibir las importaciones de petróleo crudo de Irán en su próxima reunión del Comité de Asuntos Exteriores del 23 de enero de este año, Teherán anunció que reaccionaría cerrando el tráfico marino en el Estrecho de Ormuz, que acomoda casi un 40% de los embarques marítimos globales de petróleo, con 15-17 millones de barriles diarios. Esto excluiría efectivamente del mercado global cerca de un 90% del total de las exportaciones de petróleo de todas las naciones del Golfo.

Las fuerzas navales iraníes, que constan de la armada regular y de la Armada de los Guardias Revolucionarios Islámicos, siempre han sido importantes protagonistas en el tráfico marítimo del del Estrecho de Ormuz. Irán ha permitido voluntariamente el tráfico comercial internacional por sus aguas territoriales sobre la base de la Ley de la Convención Marítima III de la ONU, que estipula el derecho de «paso inocente» a través de todas las aguas territoriales a los navíos con el fin de asegurar un tránsito rápido y sin impedimentos entre los puertos abiertos y alta mar. Aunque Irán no ha ratificado la convención y por lo tanto no tiene que cumplirla, se ha avenido de buena fe a la mayor parte de sus provisiones.

Rusia expresó su actitud sobre el tema el 12 de enero en una declaración pública del viceministro de Exteriores, Sergey Ryabkov, quien llamó a Irán y a Occidente a abstenerse de toda acción que pueda agravar la situación en el Estrecho de Ormuz.

China mantiene una posición muy similar, y acaba de rechazar el llamado del secretario del Tesoro de EE.UU., Timothy Geithner, a favor de una reducción significativa de las importaciones de petróleo iraní por parte de China. Geithner dirigió ese llamado a la República Popular durante su visita de la semana pasada a Pekín.

El secretario del Consejo Nacional de Seguridad de Rusia, Nikolai Patrushev, también encaró el tema el 12 de enero de este año. Advirtió de una posible escalada militar del conflicto, y afirmó que Israel está incitando a Washington a tomar una acción militar agresiva.

A pesar del formidable poderío de la Armada de EE.UU., la estrecha entrada de mar del Golfo Pérsico hace que sea altamente vulnerable a un ataque de misiles tierra-mar desde Irán. Incluso las lanchas rápidas iraníes pueden plantear una seria amenaza para los portaaviones y destructores estadounidenses debido a su pequeño tamaño combinado con su alta velocidad, lo que las hace difíciles de avistar antes de que lleguen a la distancia de fuego de los grandes barcos de guerra estadounidenses. Irán también puede atacar a la Quinta Flota con sus misiles crucero desde la costa norte del Golfo. Sus otros recursos militares incluyen submarinos enanos, aviones sin tripulación, vehículos de colchón de aire, escuadrones de hombres rana y minas flotantes. Por ello, a pesar de que un enfrentamiento militar entre la Armada de EE.UU. y las fuerzas armadas iraníes sería probablemente un caso de guerra asimétrica, Irán tendría de su parte una variedad de capacidades militares letales además de la geografía.

En boca del viceministro de Exteriores de Rusia, Sergey Ryabko, «una operación militar contra Irán sería un error extremadamente grave, un error de cálculo extremo. Las consecuencias de un hipotético desarrollo de ese tipo podrían tener una gran repercusión en la seguridad regional y global».

La oposición de Rusia a una operación militar occidental contra Irán se explicó recientemente cuando Moscú envió a su propio grupo de tareas de portaaviones al puerto de Tartus en Siria. China también se ha opuesto a cualquier acción militar contra Siria o Irán, y advierte de que un conflicto armado en el Golfo sería desastroso para la economía global y provocaría una crisis humanitaria.

La renuencia de Turquía a respaldar una guerra contra Irán también plantea una importante limitación a un juego militar occidental. Ankara ha insistido en mantenerse dentro de las fronteras diplomáticas al encarar la controversia nuclear iraní. El ministro de Exteriores, Ahmet Davutoglu, presentó recientemente la propuesta de Turquía para auspiciar una conferencia internacional sobre el tema nuclear iraní.

La actitud de ciertos poderosos protagonistas regionales y globales como Rusia, China y Turquía sugiere que sería más prudente que Washington siguiera sus consejos y recurriera a nuevos esfuerzos diplomáticos frente a Irán en lugar de entrar en otro cenagal en Medio Oriente con un resultado extremadamente impredecible.

© Copyright Igor Panarin, Russia Today, 2012

Fuente: http://www.globalresearch.ca/index.php?context

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