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Una primera valoración de las declaraciones programáticas de SYRIZA

Fuentes: Kostas Lapavitsas (Blog)

Traducido del griego para Rebelión por Juan Muñoz Flórez

Las propuestas económicas que ha presentado SYRIZA pueden ser consideradas programáticas de un partido que aspira a gobernar, pero, por otro lado, en ningún caso constituyen un programa económico. Nos muestran más bien cómo planea desempeñarse SYRIZA si logra llegar a formar gobierno y, por esta razón, exigen un análisis cuidadoso.

Las propuestas tienen dos vectores.

El primero es la negociación sobre la deuda y tiene 6 objetivos:

1) Quita de la mayor parte del valor nominal de la deuda.

2) Cláusula de desarrollo para el resto.

3) Período de gracia para su cumplimiento.

4) Exclusión de las inversiones públicas del Pacto de Estabilidad.

5) New Deal europeo de inversiones financiado por el Banco Europeo de Inversiones.

6) Relajación cuantitativa por parte del BCE.

Si exceptuamos los dos últimos objetivos, que son totalmente desproporcionados con respecto de la capacidad negociadora griega, los otros cuatro son oportunos, legítimos y, añadiría, moderados. Se podría pedir también, por ejemplo, la exclusión de otras partidas de gastos del Pacto de Estabilidad. La crisis humanitaria en Grecia es insólita en la Europa de la posguerra, luego justifica medidas insólitas.

Hace bien, por tanto, SYRIZA en centrarse en la disminución de la deuda, algo nada radical, toda vez que incluso el FMI está de acuerdo con que Grecia necesita una quita de parte de su deuda. Se prevé una negociación «dura», pero que tendrá lugar en un marco europeo, buscando una solución «europea». El problema estriba, sin duda, en cómo se desarrollará esa «dura» negociación y en de qué armas dispondrá el gobierno griego, más allá del entusiasmo de sus representantes. Por desgracia, el texto de SYRIZA no nos dice nada sobre esto, aunque reconoce que la solución puede demorarse debido a las dificultades de la negociación.

Así, pasamos al segundo vector, concerniente al Plan Nacional de Reconstrucción, que ha de sustituir con carácter inmediato a los Memoranda, independientemente del resultado de la negociación sobre la deuda. Y, con mucho más acierto, SYRIZA centra su atención en la intervención en una economía y una sociedad que han llegado al límite de su resistencia.

El plan se sustenta en los siguientes cuatro pilares:

1) Lucha contra la crisis humanitaria provocada por los Memoranda en las cuestiones de vivienda, nutrición, salud, electricidad y transportes. Coste previsto: 1.892 millones de euros.

2) Relanzamiento de la economía mediante:

a) Aligeramiento de la carga impositiva, con la eliminación del ENFIA y la vuelta del límite no tributable a los 12.000 euros. Coste previsto: 3.500 millones de euros.

b) «Reducción de deuda», mediante la regulación de los «préstamos en mora», que asumirá un organismo público al efecto. Coste previsto: 2.000 millones de euros.

c) Inyección de liquidez, principalmente con la creación de un Banco de Desarrollo. Coste previsto: 1.000 millones de euros.

d) Vuelta del salario mínimo a los 751 euros. Coste previsto: 0

El coste previsto del segundo pilar, en conjunto, asciende a los 6.500 millones de euros.

3) Programa de Empleo Público, que crearía 300.000 puestos de trabajo a tiempo parcial, con un coste total de 5.000 millones de euros por dos años. Coste previsto para el primer año: 3.000 millones de euros.

4) Transformación del sistema político, con intervenciones en la administración local y la estatal.

Por tanto, el coste total previsto para el Plan Nacional de Reconstrucción será de 11.500 millones de euros.

La primera cosa importante a la que se debe prestar atención es a que, por desgracia, faltan los estudios correspondientes que atestigüen el coste previsto. ¿Cómo de fiable, por ejemplo, es la estimación de 3.500 millones de euros gracias al aligeramiento de la carga impositiva? La excepción la supone el coste del Programa de Empleo Público, que, obviamente, se apoya en el reciente estudio al efecto realizado por el norteamericano Levy Institute. Sin esos estudios lo único que se puede decir es que, en contraste con el bullicio y las estupideces que se escucharon en la bancada de los partidarios del catastrófico memorándum, la cantidad que el propio SYRIZA estima que costará el Plan -una gran parte del cual irá directamente a la demanda conjunta- no es nada exagerada para una economía en una recesión tan profunda como la griega.

Yendo aún más allá, a los dos temas nucleares de la «reducción de deudas» y de la liquidez, el Plan de SYRIZA es tirando a conservador y sus cuentas al efecto no parecen apoyarse en estudios. Dos cuestiones básicas:

– Los «préstamos en mora» de los bancos griegos, de acuerdo con la última evaluación del Banco de Grecia, eran 77.000 millones, de los cuales 35.000 eran deudas de las familias. ¿Qué «reducción de deuda» es ésta que apenas llega a los 2.000 millones? ¿Cómo se calculó?

– En cuanto a la liquidez, ¿cuál puede ser la capacidad del Banco de Desarrollo en el mercado local cuando su capital será de 1.000 millones de euros si, por ejemplo, el del Banco Nacional es de 8.000 o el del Banco del Pireo 8.500? ¿Exactamente cómo va a cambiar el nuevo banco las condiciones de los mercados de crédito con semejante límite?

Por más que relativamente moderado, el Plan de SYRIZA va a necesitar financiación, como es natural. Aquí, sin embargo, las cosas se complican aún más y los cálculos no son para nada convincentes. La financiación se supone que se conseguirá de las siguientes maneras:

1) Por la liquidación de las deudas con Hacienda, 3.000 millones.

2) Por la persecución del fraude fiscal y del contrabando, 3.000 millones.

3) Por el Fondo de Estabilidad Financiera, 3.000 millones

4) Por el ESPA, 2.500 millones, y por otros programas europeos en curso, 500 millones.

Los 6.000 millones de 1 y 2 cubrirán el coste de la intervención humanitaria y del aligeramiento de la carga impositiva. Los 3.000 millones del FEF cubrirán el coste de la «reducción de deuda» y del Banco de Desarrollo. Los 3.000 millones de los programas europeos cubrirán el coste del programa de empleo.

En consecuencia, los gastos totales previstos ascenderán a los 12.000 millones de euros.

Por desgracia, los correspondientes estudios que darían credibilidad a los números no existen tampoco para este segundo vector. Los redactores del Plan se habrán ocupado sin duda en cubrir de más el coste previsto para el primer año, en torno a los 500 millones de euros, pero a pesar de sus valiosos esfuerzos, permanece el hecho de que esperan reunir 6.000 millones de euros con la persecución del frauda fiscal y la regulación de deudas con el Estado. No hay absolutamente ninguna garantía de que se logre el objetivo. Más bien al contrario, si juzgamos por la inmensa dificultad en recaudar las deudas contraídas con el Estado en 2012 y en 2013, que además crecen sin parar. Y esto sin ni siquiera entrar en la cuestión de hasta qué punto los fondos del FEF serán accesibles y, naturalmente, hasta qué punto se va a disponer del dinero del ESPA, cuando ya se han presentado y aprobado multitud de programas que buscan financiarse de esa misma fuente.

El problema de la financiación, no obstante, pone de relieve la cuestión más profunda de la articulación del primer y segundo vector del Plan. La deuda griega no representa simplemente una carga insoportable del orden de los 8.000 millones de euros de intereses cada año. Es más, su cumplimiento y su disminución son la piedra angular de una serie de acuerdos interestatales que dibujan un marco durísimo de políticas socio-económicas. Grecia está obligada a conseguir un superávit primario del 1’5% del PIB para 2014, del 3% para 2015, y del 4’5% para el 2016, a fin de poder pagar su deuda. Éste es exactamente el sentido de la austeridad y la razón por la que el gasto público ha quedado reducido a la ruina y se ha disparado la carga impositiva en los últimos años.

¿Cuál es la posición exacta de SYRIZA con respecto a estas obligaciones, dado que va a negociar «duramente» por la deuda?

Por desgracia, las declaraciones programáticas no nos ofrecen luz sobre este punto. Si SYRIZA tiene la intención de rechazarlas, ¿entonces por qué no lo declara abiertamente? Es más, si las rechaza, como debe hacer un gobierno de izquierdas, ¿entonces a qué viene este esfuerzo nada convincente por presentar el Plan de Reconstrucción perfectamente tasado, a fin de que parezca que no supondrá carga alguna para el presupuesto? ¿Qué clase de rechazo de la austeridad es éste, que espera encontrar los recursos para el absolutamente imprescindible alivio de la crisis humanitaria y para el relanzamiento de la economía en la persecución del fraude fiscal y la recaudación de las deudas con el Estado (¡en un año!)? ¿Por qué no se atreve SYRIZA a hablar abiertamente de transferencia de recursos y por qué sigue prometiendo presupuestos equilibrados?

La respuesta es sencilla. Se trata de un rechazo de la austeridad empeñado en conciliar lo irreconciliable. Por un lado, lograr una solución «europea» a la deuda, sin acciones unilaterales; y, por el otro, mitigar la terrible presión impositiva y la progresiva crisis humanitaria. Busca dar el imprescindible empuje a la economía, pero sin romper el marco impuesto por la UE y el EMU en Grecia. Desgraciadamente, eso no puede ser, y de ahí también los malabarismos del Plan. La realidad es que una negación real de la austeridad, sin acciones unilaterales con la deuda y sin conflictos con nuestros «socios» europeos, es imposible.

Fuente: http://costaslapavitsas.blogspot.gr/2014/09/blog-post.html