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De Estado “tapón” a nexo sudamericano

Uruguay gobernado por el frente amplio

Fuentes: Le Monde Diplomatique

Más de medio millón de personas, acompañadas por visitantes de todo el mundo, celebraron el 1 de marzo en Montevideo la asunción de Tabaré Vázquez, primer Presidente de las izquierdas en Uruguay. El dato más sobresaliente es el cambio de posición geopolítica del país platense. Captar la significación histórica de un acontecimiento es más difícil […]

Más de medio millón de personas, acompañadas por visitantes de todo el mundo, celebraron el 1 de marzo en Montevideo la asunción de Tabaré Vázquez, primer Presidente de las izquierdas en Uruguay. El dato más sobresaliente es el cambio de posición geopolítica del país platense.

Captar la significación histórica de un acontecimiento es más difícil cuando viene acompañado por una explosión de alegría. Sea porque el júbilo posterga la reflexión, sea porque cuando millones ríen y cantan no desborda sólo el espíritu, sino el cauce político de una sociedad.
Eso ocurrió el 1° de marzo en Montevideo. Hasta el último minuto del día anterior, la capital uruguaya estaba como puede esperarse en un lunes cualquiera a medianoche: pocas personas en la avenida central; vendedores callejeros con gesto cansado y distante mientras levantan sus puestos; un anciano en su caminata habitual, ataviado con austera elegancia, acaso recordando tiempos en que la 18 de Julio era menos lóbrega y el paseo menos solitario; bares ya casi vacíos y, esporádicamente, algún automóvil con una bandera del Frente Amplio y haciendo sonar bocinas, en involuntaria demostración de lo aislado y solitario del festejo.
El paisaje cambió con brusquedad y extraña exactitud a la medianoche, como si una mano invisible hubiese dado la señal para que miles de personas se volcaran a la calle: desde la cero hora ya gobernaba Tabaré Vázquez, aunque los atributos del mando se formalizarían después de mediodía. Cuesta suponer que los organizadores tuvieron tanta precisión y capacidad de mando. Sólo una acendrada conciencia colectiva y un elevado grado de organización puede lograr semejante efecto. No obstante, en aparente contrasentido, el grueso de quienes aparecían para poblar las calles céntricas rumbo al lugar de concentración, la juventud, durante las 24 horas siguientes no daría muestras de una elevada conciencia política y, mucho menos, de alguna forma de pertenencia a estructuras organizadas. El enigmático y desde siempre discutido entrelazamiento de espontaneidad y conciencia tuvo en el Montevideo del 1° de marzo una expresión singular, que presumiblemente dará lugar a cuidadas reflexiones teóricas. Como quiera que sea, la alegría era palpable y no había lugar para la duda: el punto de bulliciosa unidad -más parecida a la unanimidad nacional- era el rechazo a ese pasado que terminaba con el último minuto del 28 de febrero.

Lineamientos del nuevo gobierno

Pese a la gran expectativa, nadie dentro o fuera de la extendida coalición Frente Amplio-Encuentro Progresista-Nueva Mayoría, supuso que la asunción del gobierno por Tabaré Vázquez daría lugar a una revolución en Uruguay. En dos discursos -ante la Asamblea legislativa que le tomó juramento y luego, ya entrada la noche y con los atributos del mando, ante una concentración masiva frente al Palacio del Congreso-, el nuevo Presidente delineó los objetivos de su gobierno: «venimos de lejos. Nos inspiran e impulsan los principios de libertad, solidaridad e igualdad de oportunidades para todos los uruguayos, tan presentes en el ideario de nuestro padre Artigas y aún hoy tan plenamente vigentes. (…) El gobierno que hoy asume funciones tiene señas de identidad bien definidas y por cierto que su accionar será coherente con los valores, los principios y las propuestas que lo inspiran pues, entre otras razones, tal es la voluntad ciudadana expresada el pasado 31 de octubre. Pero, asimismo, este gobierno será el gobierno de todos los uruguayos. (…) Prometimos cambios y haremos cambios. Empezando por el gobierno mismo, en su actitud, en sus acciones, fundamentalmente en lo que se refiere a la austeridad, el respeto, el diálogo, la tolerancia y la modalidad de trabajo cotidiano. Cambios impostergables; cambios factibles; cambios responsables; cambios progresivos; cambios entre todos y para todos, pero especialmente en beneficio de quienes más los necesitan para alcanzar niveles de vida digna».
Vázquez también subrayó el eje internacional que seguirá su gobierno ratificando «el compromiso con el Mercosur y el carácter prioritario del proceso de integración como proyecto político estratégico en la agenda internacional del Uruguay. Lo hemos dicho muchas veces y lo decimos ahora una vez más: el gobierno que hoy asume quiere más y mejor Mercosur. Un Mercosur ampliado, redimensionado y fortalecido que será a su vez una plataforma más sólida para lograr una mejor inserción internacional tanto del bloque en sí como de todos sus integrantes».
Ante la multitud, el «compañero Presidente», como se llamó a sí mismo, ratificó el compromiso con su base social de sustentación: «Queremos trabajar para que todos tengamos las mismas posibilidades. Queremos luchar contra las causas de la pobreza, que muchas veces se llaman corrupción y manejo inescrupuloso de los dineros públicos. (…) Los más pobres de este país han perdido mucho y a ellos habrá que devolverles más, y más rápidamente. Hacer esto no es un acto de caridad, sino un deber de la sociedad. Los pobres no son objetos de la caridad, son sujetos de derecho». La medida que adelantó en ese sentido consiste en un impuesto a la renta de las personas físicas.
Anunció asimismo un plan de emergencia sanitaria para los más desprotegidos, basado en programas de apoyo nutricional, inmunización, salud bucal, sexual y reproductiva, drogodependencia y violencia doméstica, y la creación de un seguro nacional de salud.
Respecto de otro tema candente, los derechos humanos, Vázquez adelantó: «el país tiene una asignatura pendiente que me comprometo a saldar de inmediato. En tal sentido, nuestro gobierno cumplirá el mandato establecido en el artículo cuarto de la ley numero 15848, procurando agotar la investigación sobre lo sucedido con los detenidos desaparecidos e investigando al efecto en los establecimientos militares correspondientes. Dentro de pocas horas, pasado mañana jueves, el secretario de la Presidencia, doctor Gonzalo Fernández, en combinación con oficiales de nuestras fuerzas armadas, comenzarán las tareas para que un grupo de investigadores de la Universidad de la República vaya al establecimiento 13, 14 y a los que fuera, para comenzar los estudios correspondientes para saber si hubo enterramientos de ciudadanos, muertos, desaparecidos durante la dictadura militar. (…) Queremos saber qué pasó, qué pasó con estos ciudadanos, si están o no enterrados allí. Si están, serán recuperados, serán identificados, y sus restos serán entregados a sus familiares. Y si no están, tendremos que saber por qué no están y donde están, qué pasó con ellos. (…) Se publicará lo que se sabe, lo que se conoce. No con el fin de alimentar odio, no con el fin de llevar a nadie frente a la justicia fuera de lo que establece la Ley de la Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado, sino para que -uruguayas y uruguayos- lo que pasó no pase nunca más en el Uruguay. ¡Nunca más! ¡Nunca más hermanos contra hermanos, uruguayas y uruguayos!».
El tono dramático con que Vázquez pronunció estas palabras traduce una certeza: ese mínimo con el que compromete a su gobierno, es más de lo que los sectores desplazados están dispuestos a aceptar. El senador José Mujica (el líder Tupamaro, ahora ministro de Agricultura), tras tomarle el juramento aludió en su tono campechano al mismo dilema, aunque desde el ángulo opuesto: hizo votos para que las diferencias al interior del Frente Amplio no sean tan grandes como para invalidar los acuerdos con los que se llega al gobierno.

Punto de giro

Pero si el curso de los cambios internos es motivo de conjetura y debate, no existe esa duda en un área decisiva, transformada ahora en clave de la evolución política uruguaya: su política internacional. Tal como lo había anunciado, Vázquez reanudó de inmediato las relaciones diplomáticas con Cuba. Y el nuevo canciller, Reinaldo Gargano, respondió positivamente -aunque luego relativizó sus afirmaciones- al pedido de Cuba para incorporarse al Mercosur. La presencia de los presidentes de Argentina, Brasil y Venezuela en la asunción del nuevo gobierno, los encuentros bilaterales, los acuerdos económicos firmados el primer día de gobierno con Hugo Chávez, prueban que el fantasma más temido por Estados Unidos llegó con el Frente Amplio: Uruguay deja de ser el punto de apoyo de la Casa Blanca en la región y se reubica drásticamente en un bloque de limitada pero no por ello menos gravosa resistencia a la voluntad imperial estadounidense; de Estado tapón Uruguay pasa a ser un nexo vivo en el proceso de convergencia suramericana.
Conviene sopesar con detenimiento la declaración de los presidentes Lula da Silva, Néstor Kirchner y Hugo Chávez, reunidos en Montevideo el 1° de marzo (ver Anexo). El conjunto de medidas allí acordadas, por primera vez corporiza el eje Caracas-Brasilia-Buenos Aires en relación con cuestiones decisivas de alcance estratégico. La política exterior del nuevo gobierno uruguayo puede ser el punto de giro para su evolución interna, precisamente porque está llamada a materializar un hecho crucial de la nueva fase que vive el continente: Estados Unidos no logra recuperar la iniciativa política, pierde su condición de autoridad inapelable y abre cauce a la búsqueda de nuevas respuestas para el antiguo drama de la miseria y la exclusión.