Recomiendo:
1

Nicaragua

Vivirás Monimbó, llama pura del pueblo

Fuentes: Rebelión

La letra de la canción «Vivirás Monimbó», de Carlos Mejia Godoy; encierra toda una historia de heroísmo, dignidad y sobre todo de resistencia de un pueblo indígena que lucha por su libertad; oponiéndose históricamente a la colonia, la invasión extranjera, derrocando a una dictadura militar y hoy resistiendo desde el movimiento social y de protesta […]

La letra de la canción «Vivirás Monimbó», de Carlos Mejia Godoy; encierra toda una historia de heroísmo, dignidad y sobre todo de resistencia de un pueblo indígena que lucha por su libertad; oponiéndose históricamente a la colonia, la invasión extranjera, derrocando a una dictadura militar y hoy resistiendo desde el movimiento social y de protesta contra el gobierno en Nicaragua.

Parea contextualizar a quien hoy todavía no sepa, Monimbó es un pueblo indígena del pacifico nicaragüense, enclavado en un barrio urbano de la ciudad de Masaya, a escasos 25 kilómetros de Managua; siendo históricamente un enclave económico, político y simbólico de la región.

Es un enclave económico a razón de ser reconocido como cuna del folklore y artesanía representativa de gran parte del territorio; ligándose mucho de sus sistemas de producción a las pequeñas y medianas empresas, principalmente de carácter familiar, que se encuentran ligadas a lo artesanal. Es así que se caracteriza por talleres artesanales de talabartería, confección de hamacas o elaboración de máscaras tradicionales, vinculada con su propia expresión cultural y de creencias.

En la actualidad la organización de la comunidad se asienta en dos instituciones que han ayudado a la persistencia indígena ya que su origen se remonta a varios siglos atrás: el Consejo de Ancianos y Las Cofradías. Estas estructuras han venido subsistiendo desde antes la colonia, teniendo elementos distintivos con el tiempo. La primera perdura como una organización simbólica política de poder dentro de la comunidad, el cual es encabezado por la Alcaldía Indígena de Vara de Monimbó y sus principales, elegido públicamente en una plaza en base al consejo de ancianos. Hoy esta alcaldía se entiende como simbólica ante los poderes locales e institucionales, ya que no influye en las decisiones políticas y de estado dentro de los poderes municipales de la ciudad.

No es menor también que parte de la organización sociocultural del pueblo indígena se sostiene por las cofradías y mayordomías de la celebración de las fiestas religiosas, en especial aquellas dedicadas a San Jerónimo; donde el sincretismo cultural es bien expresado en el Torovenado (el toro traído por los españoles y los venados originarios y representativos de lo indígena) que en sus procesiones se observan diversos bailes y manifestaciones ataviados de máscaras representativos, como es el baile de negras, los viejos o el agüizote.

Es justamente estas cofradías, en especial las del Torovenado, que funcionan por medio de mayordomías, como la de flores, cargadores o fuegos artificiales; que se distribuyen los roles y gastos dentro de las fiestas. Estas en general a través de mandas o promesas religiosas, conformadas por grupos familiares en su mayoría de Monimbó; pero también cayendo en los auspicios de dichas mayordomias, no solo comerciales, sino que también políticos. Se reconoce así la cercanía política que existe hoy dentro de una de las mayores cofradías como es la del Torovenado del Malinche con el partido gobernante, siendo una plataforma partidaria de cara a las manifestaciones culturales en el pueblo indígena.

Existe así en estas organizaciones un clientelismo político de las tradiciones, tendientes a la transformación del sentido e identidad, especialmente en función de la relación con el alcalde varas y la presencia en las fiestas tradicionales, realizando apoyo desde políticos y empresas a las diferentes mayordomías. El patrocinio político de las costumbres hace que las mismas se distorsione, ocupando simbólicamente para otros fines no relacionados con la propia comunidad indígena, práctica habitual desde los gobiernos populistas y mediáticos, que ocupan la imagen de lo indígena en proclamas muchas veces vacias.

Todo lo anterior son elementos contextuales para entender la resistencia indígena; y es que, a raíz de las protestas desencadenadas por modificaciones del seguro social a principios de abril en el país, Monimbó se ha convertido en unos de los centros simbólicos de las movilizaciones sociales. Vale decir que las protestas en Nicaragua en los últimos meses no se dan solamente por el tema de las modificaciones que se querían implementar en el seguro social, sino que ello es un desencadenante del descontento social y el cumulo de energías subterráneas en contras del manejo político, la corrupción y la situación socioeconómica, ocasionadas por el gobierno de Daniel Ortega.

El levantamiento del pueblo de Monimbó, debe de considerarse como el reflejo del fracaso de una política hacia los pueblos indígenas, en especial de los indígenas urbanos de la zona del pacifico de Nicaragua, donde sus problemáticas han sido abordadas desde el clientelismo político, ocupando simbólicamente a los sucesivos alcaldes de varas, así como desde la mayordomía de las cofradías tradicionales, haciendo presencia, pero sin ejercer roles políticos importantes en el desarrollo indígena de la población.

«Cuando nos tocan a uno, nos tocan a todos» manifestaba un moniboseño en los albores del conflicto. Y es que la represión a las primeras manifestaciones, en especial de los pensionados afectados, toco a los adultos mayores, que ante aquello se refugiaron en las calles de Monimbó. Elemento gatillante del levantamiento de la comunidad. Este hecho no es menor recordando que las mismas circunstancias hace cuarenta años atrás, fue parte del inicio de la ofensiva final de la revolución sandinista. Y es que el año 1978 ante la represión de la población que protestaba en contra de la dictadura de Somoza y por el asesinato del periodista Pedro Joaquín Chamorro, también desencadeno la represión de la población y su refugio en Monimbó.

Vale la pena desentrañar los libros de historia de hace cuarenta años, para entender los hitos convertidos en símbolos en torno de Monimbó. Convirtiéndose en un bastión para la guardia de Somoza y su represión del pueblo. Es también dentro de este territorio indígena que, en febrero de ese año, en el sector conocido como Los Sabogales que muere en combate Camilo Ortega Saavedra, entre otros combatientes del Frente Sandinista, reconocido como uno de los organizadores y movilizadores del frente sandinista en Monimbó. El hermano menor del presidente Daniel Ortega fue convertido en un símbolo de unión entre este y el pueblo indígena, al igual cabe mencionar que fue el único de los hermanos Ortega que efectivamente combatió en la Ofensiva Final, mientras Daniel y Humberto (que luego fuera comandante de la revolución y General de ejército) se mantenían en la clandestinidad en Costa Rica. Es así que también se convirtió en un símbolo para el presidente Ortega, en el rescate y manejo de la historia desde el simbolismo familiar.

El otro hito de importancia simbólica en la ofensiva de la revolución en 1978 fue el «repliegue táctico», gesta reconocida como una táctica cívico militar de vital importancia para el contexto, consistente en la evacuación de los barrios orientales de la capital Managua, hacia la ciudad Masaya, en noches de camino entre las montañas de miles de habitantes que fueron recibidos en esta ciudad vecina, refugiándose en su gran mayoría en Monimbó Esta gesta ha sido recordada año a año por Ortega, siendo en la gran mayoría de las oportunidades el mismo mandatario que la encabece; tanto es así su simbolismo que hoy muchos jóvenes expresan convencidos en las redes sociales, la participación del mismo presidente en ella, gestando un imaginario histórico totalmente alejado de la realidad.

Pero otro hecho místico de Monimbó que lo sitúa en el mapa político y de resistencia, fue el uso de los mismos elementos culturales y costumbristas en primer lugar en su inserción en la insurrección revolucionaria y en los últimos meses en la resistencia y movilización popular; y ello es el u so de primeramente de las Máscaras artesanales, ocupadas en los bailes populares y tradicionales religiosos, como elemento presente en los jóvenes movilizados en la calle. Es por ello que podemos ver la mismas mascaras utilizadas en el baile de negras, echas artesanalmente cubriendo los rostros de los jóvenes en las barricadas. Los rostros de la resistencia se entrecruzan con máscaras de bailes, viejos, animales o espíritus tradicionales en un símbolo implacable de la resistencia indígena.

Pero no es el único elemento cultural utilizado, también hace fuertemente presencia los fuegos de artificio de fabricación artesanal, utilizado normalmente en las fiestas y fabricadas por el mismo pueblo indígena, se han convertido en armas caseras de defensa, en morteros lanzadores de pequeños explosivos y también en el rescate de las históricas bombas de contacto, ya utilizadas en la guerra de 1978, que al ser lanzadas explotan al contacto con el suelo. Hoy vuelven aparecer para defender Monimbó. Es que, en los últimos meses, el pueblo fue llenado de barricadas en sus calles, no solo como forma de protesta, sino como en forma de defensa de la entrada de los grupos represores. Las barricadas, construidas de la pavimentación de las calles por medio de adoquines, las que fueron un símbolo de construcción progreso, hoy los mismos son el símbolo de resistencia y protección de la ciudadanía.

Estos hitos históricos, magnificados durante el régimen orteguista, sitúan a Monimbó como un bastión simbólico singular que no quieren perder; lo que explica la fuerza con que los grupos policiales, paramilitares y juventudes partidarias del gobierno han atacado en los últimos días sus calles, en una verdadera operación de limpieza. El llamado directo de retomar posesión de la población, apunta de fuego, a punta de represiones, sin mediar el costo de vidas que eso está implicando en estos momentos ; en búsqueda de la limpieza de las calles y la resistencia.

Hoy existe un posicionamiento del consejo de ancianos y de la alcaldía de varas en función de la defensa de la población y la denuncia de la violación de los derechos humanos, encabezando con su bandera y con el llamado del tambor la movilización del pueblo de Monimbó. Hoy la identidad de Monimbó está ligada a la resistencia y rebeldía, donde se enarbola la bandera azul y blanco, bandera patria nacional que marca las protestas nacionales, pero también de los colores de la bandera del pueblo monimboseño. Si bien la estrategia orteguista está enfocada a aplacar y acabar con la rebelión de un pueblo indígena, con esto sólo atisba las llamas de la revolución de la popular indígena, esa «…llama pura del Pueblo».

Francisco Ramirez Varela, Académico de Trabajo Social, Universidad de las Américas

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.