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WikiLeaks: cables filtrados y distorsiones

Fuentes: IPS

Diarios de Estados Unidos aseguraron en los últimos días que los cables diplomáticos divulgados por WikiLeaks revelaban el apoyo de países árabes a una invasión a Irán. Pero una lectura directa de esos documentos muestra que los medios distorsionaron la información o la descontextualizaron. Un artículo de primera plana del periódico de The New York […]

Diarios de Estados Unidos aseguraron en los últimos días que los cables diplomáticos divulgados por WikiLeaks revelaban el apoyo de países árabes a una invasión a Irán. Pero una lectura directa de esos documentos muestra que los medios distorsionaron la información o la descontextualizaron.

Un artículo de primera plana del periódico de The New York Times se concentró en las presuntas declaraciones de gobernantes árabes apoyando una acción militar contra Teherán, como la del rey Abdullah de Arabia Saudita, quien urgía a Washington a «cortar la cabeza de la serpiente».

«Los cables revelan cómo el ascenso de Irán unifica a Israel con muchos de sus adversario árabes, en especial los sauditas, detrás de una causa común», señalaba el diario.

Los cables divulgados por WikiLeaks «muestran que los gobernantes del Golfo Pérsico presionaron para atacar las instalaciones nucleares» iraníes, aseguró por su parte The Washington Post en su edición del lunes, en vísperas de las conversaciones entre la República Islámica y potencias occidentales en Ginebra. Pero de la lectura de los documentos confidenciales no se desprende esa información. Por el contrario, se aprecia que hubo una profunda distorsión de su contenido. En el caso concreto de Arabia Saudita, se omitió por completo el contexto de la declaración del rey.

El artículo de The New York Times, titulado «De árabes e israelíes, profunda consternación por un Irán nuclear», hizo referencia a un «frente silencioso de estados árabes cuya posición sobre las sanciones y el uso de la fuerza se parece mucho a la de los israelíes».

El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, y sus partidarios estadounidenses neoconservadores tomaron el artículo periodístico como una confirmación de lo que el Estado judío venía diciendo.

Pero la realidad es que los cables muestran que los regímenes árabes del Golfo, incluida la propia Arabia Saudita, han estado muy preocupados por las consecuencias de atacar a Irán por su propia seguridad, en total contradicción con la posición de Israel.

Emiratos Árabes Unidos y Kuwait expresaron su preocupación con mayor urgencia en los últimos dos años.

Sin embargo, The New York Times ignoró ese hecho por completo.

LA CITA DEL REY ABDULLAH

La principal cita que sustenta el argumento del artículo periodístico es la declaración de Abdullah de «cortar la cabeza de la serpiente», en alusión a Irán.

El periódico señala que el embajador saudita en Washington, Adel al-Jubeir, recordó las «frecuentes exhortaciones a Estados Unidos de atacar a Irán», realizadas por el monarca durante una reunión con el general David Petraeus, flamante jefe del Comando Central en abril de 2008.

El diario dio por entendido que Al-Jubeir había hecho esa afirmación durante el propio encuentro Abdullah-Petraeus. Pero los cables dejan en claro que el embajador saudita realizó el comentario dos días después de dicha reunión, durante una conversación con el Michael Gfoeller, segundo al mando de la Misión de Estados Unidos en Riyadh.

En la entrevista con Petraeus, por el contrario, Abdullah no mencionó al programa nuclear iraní, sino que se concentró en la importancia de «resistir y menguar la influencia y subversión iraní en Iraq», según dice el documento filtrado.

El cable muestra una clara contradicción entre el comentario de Al-Jubeir y los del canciller Saud al-Faisal y del director general de inteligencia, príncipe Muqrin, durante la visita de Petraeus.

«Por otro lado», se puede leer tras la cita del comentario de Al-Jubeir, el canciller «pidió sanciones mucho más graves contra Irán, incluida la prohibición de viajar y más restricción a los préstamos bancarios». El príncipe Muqrin «coincide con esa posición», según el propio documento confidencial. El canciller sólo dijo que «no debe descartarse el uso de la presión militar contra Irán», según el propio cable. La declaración refleja precisamente la posición oficial del entonces gobierno de George W. Bush (2001-2009).

Aun si Abdullah hubiera ofrecido su apoyo explícito a un ataque militar contra Irán en la reunión con Petraeus, eso no es un indicador de la política oficial de Arabia Saudita al respecto, según Chas Freeman, diplomático de trayectoria y quien fuera embajador de Estados Unidos en ese país entre 1989 y 1992.

Freeman, quien mantiene vínculos con altos funcionarios sauditas, dijo a IPS que el comentario «encaja con un patrón de comunicación con Estados Unidos de reverenciar a su protector».

No es un dato menor que la reunión entre Abdullah y Petraeus se realizara tres meses después de la visita de Bush a Riyadh buscando apoyo para una postura más dura contra Irán.

Además ocurrió cinco semanas después de la destitución del predecesor de Petraeus al frente del Comando Central, William Fallon, por declarar públicamente que no habría una guerra contra Irán, y menos de un mes después de que el entonces vicepresidente Dick Cheney buscara apoyo para una acción militar durante su propia visita a Arabia Saudita.

La cita del rey Abdullah se ajusta a un patrón común de los sauditas de «decirle a los estadounidenses lo que quieren escuchar», dijo a IPS el ex jefe de la oficina de Medio Oriente de The Washington Post, Thomas Lippman. «Querían asegurarse de quedar bajo la protección de Estados Unidos», añadió Lippman, investigador adjunto en el Instituto de Medio Oriente, quien, además, escribió un libro sobre las relaciones entre ambos países.

De hecho, los cables que cubren el periodo de gobierno de Barack Obama sugieren que los sauditas le dan más énfasis a las estrategias políticas y económicas para lidiar con Irán que en 2008.

Un cable desde Riyadh del 10 de febrero de este año, por ejemplo, decía que Abdullah, desilusionado con el error garrafal de Estados Unidos en Iraq que permitió aumentar el dominio de Irán, «concluyó que debe proseguir con su estrategia para contrarrestar la influencia iraní en la región».

La nueva estrategia saudita, según el cable, implica promover la reconciliación entre Hamás (acrónimo árabe del Movimiento de Resistencia Islámica) y la Autoridad Nacional Palestina (ANP), además de ampliar las relaciones con China, India y Rusia para crear «presiones diplomáticas y económicas sobre Irán que no dependan directamente de la ayuda de Estados Unidos».

EMIRATOS PREOCUPADO POR «ATAQUE PREVENTIVO»

Según The New York Times, los documentos confidenciales filtrados sugieren una evolución en la forma de pensar respecto de las primeras advertencias de que un ataque militar israelí o estadounidense sería «catastrófico» a una posición más belicista.

Un cable de febrero de 2007 señala que el príncipe heredero a la corona de Abu Dhabi, Mohammad bin Zayed Al-Nahyan, dijo que «había que detener por todos los medios posibles» el programa nuclear iraní.

Pero la exhortación fue hecha en un contexto diferente por el diplomático que informó sobre su conversación con Bin Zayed, quien es, además, subcomandante supremo de las fuerzas armadas de Emiratos Árabes Unidos.

El «tono duro hacia Irán» debe «entenderse en el contexto del gran interés de Emiratos en adquirir tecnología militar avanzada». De hecho, ese país negociaba un paquete para comprar en los próximos años 17.000 millones de dólares en armas.

El diplomático estadounidense escribió el 7 de febrero de 2007 un cable que señala que Emiratos «está claramente nervioso ante cualquier acción de Estados Unidos que pueda hacer enojar a su vecino, mucho mayor y militarmente superior».

Dos años después, el propio Bin Zayed dijo al representante especial de Estados Unidos para Afganistán y Pakistán, Richard Holbrooke, que una «solución militar sólo demoraría el programa nuclear iraní, no lo desbarataría» y que «una guerra con Irán no haría más que perjudicar a Emiratos».

También se mostró «profundamente preocupado» por un posible ataque israelí que, «tendría un impacto mínimo en las capacidades de Irán», según un cable del 5 de abril de 2009.

La misma preocupación se la reiteró tres meses a otros altos funcionarios estadounidenses.

Tras una reunión el 15 de julio entre el príncipe heredero de Abu Dhabi y el secretario del Tesoro, Timothy Geithner, la embajada informó: «Sin una acción oportuna y decisiva, MbZ (Mohammed bin Zayed) cree que Israel atacará Irán y éste lanzará ataques con misiles, que caerán en Emiratos, y atentados terroristas en el mundo».

«La clave para contener a Irán radica en que se avance del conflicto palestino-israelí», habría sugerido Bin Zayed.

Un documento del 23 de julio de 2009 muestra que el príncipe heredero de Abu Dhabi dijo a altos funcionarios del Departamento de Estado (cancillería) que el presidente Mahmoud «Ahmadineyad es Hitler», comentario realzado por el periódico y que concentró la atención de la prensa.

Pero el cable contiene más expresiones de alarma sobre las posibles consecuencias de un ataque preventivo de Israel. El príncipe pidió a Washington que comenzara una «planificación conjunta» con Emiratos para atender el «peor escenario».

Un documento posterior, del 22 febrero de este año, dice que el canciller de Emiratos, el jeque Abdullah bin Zayed Al Nayan, alertó a una delegación estadounidense encabezada por la representante Nita Lowey, una fuerte defensora de Israel en el Congreso legislativo de Estados Unidos, que toda «crisis o confrontación en la región creará problemas en el suministro de petróleo».

El ministro terminó la reunión con un «soliloquio sobre la importancia de un proceso de paz exitoso entre Israel y sus vecinos como la mejor forma de reducir la influencia regional de Irán», señala el cable.

«IRÁN NO NOS MOLESTÓ»

Los documentos confidenciales muestran la preocupación de los gobernantes árabes sobre la influencia regional y las ambiciones de Irán, pero también sugieren que tienen poco o ningún interés en una acción militar contra la República Islámica, salvo quizá el rey Hamad, de Bahrein, único un país de mayoría chiita.

«Hace uno o dos años, muchos kuwaitíes deseaban que un ataque dirigido terminara con el problemático reactor y aliviara la presión en la región», reza un cable citando al canciller de ese país, que, además, es el hijo del primer ministro de Kuwait.

«Pero ahora temen que todo intento de desbaratar el programa nuclear, ya sea mediante una acción militar o sanciones ‘perjudique a Occidente'», según el documento, que cita a otro funcionario diciendo que a Emiratos le preocupa ese asunto, pero está «igual de preocupado por la acción preventiva» y la probable represalia.

Qatar, por su parte, no está dispuesto a «provocar un enfrentamiento» con Irán, señaló el emir de ese país, según un cable de febrero de este año sobre un encuentro que mantuvo con el senador estadounidense John Kerry.

El emir explicó que Doha no «provocará un enfrentamiento» con Irán porque su principal interés era un campo de gas natural compartido con Teherán. En la historia de las relaciones bilaterales de ambos países, la República Islámica «nunca nos molestó», añadió.

Un cable del 2 de febrero deja en claro que el sultán de Omán, que habilitó el acceso de Estados Unidos a tres bases militares en su territorio, está decidido a mantener un equilibrio entre Washington y Teherán.

El documento también señala que el gobierno de Omán rechazó dos veces en 2009 la oferta de Washington de incluirlo en un sistema de defensa de misiles dirigidos a Irán.

En lo que respecta a Bahrein, el periódico The New York Times divulgó un cable de noviembre de 2009 en el que dice que el rey Hamad al-Jalifa declaró: «Hay que detener el programa» nuclear de Irán, y alerta sobre que «el peligro de dejarlo avanzar es mayor que el de detenerlo».

Ninguno de los documentos divulgados abunda sobre qué quiere decir exactamente para Estados Unidos u otros países detener el programa iraní.

Gareth Porter es un historiador y periodista de investigación especializado en la política de seguridad nacional de Estados Unidos. Su último libro, Perils of Dominance: Imbalance of Power and the Road to War in Vietnam (Peligros del dominio: Desequilibrio de poder y el camino hacia la guerra en Vietnam), editado en 2006. El blog de Jim Lobe sobre política exterior se puede leer en http://www.lobelog.com.

Fuente: http://ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=97073