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La empresa Bioceres publicita el trigo HB4 como «tolerante» a la sequía, con un discurso de mayor eficiencia en base a un gen. Los datos difundidos, tanto por la compañía como por el Estado, muestran lo contrario: los trigos no transgénicos son más productivos. Un análisis desde la ciencia agronómica da cuenta del riesgo de creer en la tecnociencia empresaria y los discursos mágicos.
Empresarios del agronegocio y medios afines filtraron la intención del Gobierno de descontar a los productores rurales un canon por el uso de las semillas producidas por las multinacionales de biotecnología. El interés empresario está puesto en nuevas tecnologías transgénicas como el trigo y la soja HB4, pero iría en contra del principio de “uso propio” vigente en la Ley de Semillas y sería una política pública contraria a la soberanía alimentaria.
La autorización del Gobierno al trigo HB4 tiene una consecuencia directa: los transgénicos llegarán al pan, los fideos y todos los derivados de la harina. Desde la mirada agronómica se suman hechos graves como el mayor uso de herbicidas y el intento de avanzar en una nueva ley de semillas. La profundización del modelo de agronegocio y la alianza Gobierno-empresas.
La doctora en Biología e investigadora del Conicet Raquel Chan publicó en PáginaI12 una respuesta a la nota «Peligro en las mesas argentinas» (24/12/2018). A nuestro entender, Chan realiza afirmaciones alejadas de la realidad, repite lugares comunes de la ciencia adicta a las transnacionales que concentran la venta de semillas y agrotóxicos, y oculta información […]