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Lo que el caso del cuadro de Goya desvelaría, si al final los hechos se confirmaran, sería la inquietante inacción de todas las instancias públicas de control en la protección del interés general .
La campaña electoral madrileña ha elevado la temperatura al mismo ritmo que se extravía la razón sobre los impuestos. Por la gravedad de la crisis constituye un disparate renunciar, ahora, a la herramienta fiscal.
La polvareda levantada en medios de comunicación y redes sociales por la marcha a Andorra de algunos youtubers millonarios para ahorrarse impuestos reproduce polémicas similares de hace años protagonizadas por célebres cantantes, actores y deportistas. La desalentadora novedad es la juventud de quienes desprecian la contribución al sostenimiento de los gastos comunes pero los argumentos de unos y otros son idénticos.
A menudo, por encima de banderas y colores de partido, lo que importa para afrontar la realidad es el valor y la decencia de hacerlo.
Un repaso somero de la historia nos debería hacer concluir que Adam Smith llevaba razón, pero también nos hará ver con desaliento que somos tozudos en repetir una y otra vez los mismos errores.
Tras varios planes contra el fraude fiscal sin excesivo éxito, uno de los principales problemas de la economía española, hubiera sido necesaria una reforma más profunda y más audaz que la aprobada por el Gobierno.
Tras ver las imágenes de la multitud de manipuladores e insensatos que se congregaron en Colón, constaté que el número de los idiotas era bastante mayor de lo que yo sospechaba. ¿Qué ha podido suceder para que tantas personas desdeñen el sufrimiento de sus conciudadanos?
Debería ser un compromiso ineludible de cualquier gobierno no ya de izquierdas, sino simplemente sensato.
El modo en que Aguado invocó a Adam Smith para oponerse a cualquier tipo de regulación pública del mercado de vivienda reproduce una imagen simplista. Aguado, sobre regular los precios del alquiler: «Confiemos en Adam Smith, en que oferta y demanda sigan resolviendo problemas del siglo XXI» Escribió John Kenneth Galbraith en su muy recomendable […]