Artículos
Lo publicó el International Inequalities Institute de la London School of Economics, en un documento de trabajo que se ha reeditado en Socio-Economic Review hace apenas dos años (se trata de una reconocida revista de investigación en economía que procede de Oxford Academic, vol. 20, número 2, pp. 539-559).
Parece abrirse un mundo distópico, un mundo en el que el planeta pasa factura en forma de riadas, inundaciones, incendios, desequilibrios demográficos, todo por la acción humana con sus consecuencias letales sobre el clima. Un proceso largo, acumulativo, devastador. En poco tiempo.
«Las condiciones meteorológicas extremas que hemos experimentado recientemente son solo un suave signo de lo que podría estar por venir. Pero creo que tenemos tiempo, un tiempo que deberíamos dedicar a enfriar el planeta para hacerlo más resistente» (James Lovelock)
En Economía –como en la Ciencia en general– la mentira suele ser aliada de la simpleza: las cosas más complejas se explican, en múltiples ocasiones, de forma tan sencilla, tan elemental, que hurtan la realidad; que se alejan de ella, aunque suenen convincentes. Y pueden calar en la opinión pública, justamente por la ausencia de matices, de explicaciones, de argumentos. Lo extremadamente sencillo, avalado por alguna declaración puntual y escogida, gana terreno en los medios de comunicación y entierra o arrincona los datos más prolijos: esa realidad más alambicada, mucho más veraz y, por supuesto, más difícil de aprehender.