La derrota del presidente Molina tiene motriz extranjera. Renovar continuidad de CICIG fue pretexto en su contra
Celada en acción. Una treta más, bien articulada para derrocar a un presidente que traía la buena intención de crear un programa para el desarrollo regional en Centroamérica y solucionar de raíz los problemas económico-sociales, para evitar el fenómeno de la inmigración hacia el norte, México-Estados Unidos.
El propósito era bueno -lo sigue y lo seguirá siendo en pro de un proyecto nacionalista-, pero el problema fueron los medios empleados para lograrlo. Pero hay mucho más.
Los requerimientos de los 20 mil millones de dólares, recursos necesarios para echar a caminar dicho proyecto regional -el préstamo solicitado-, fueron el pretexto que les dio potestad a los gringos para meter su cuchara y condicionar a Otto y que aceptara. La primera exigencia fue que autorizara la continuidad del mandato de la Comisión para la Impunidad en Guatemala (CICIG)/ONU.
La presión llegó desde principios de este año, los estadounidenses pidieron a Molina liberara de su gobierno a los funcionarios corruptos. El presidente aceptó en abril y en mayo cayó su vicepresidenta Roxana Baldetti. Como dictaminó EUA a través de su embajador en Guatemala, Todd Robinson, el funcionamiento de su plan, la «Alianza para la Prosperidad» dependía de la renovación del mandato de la CICIG.
Y el mismo Robinson pidió a Otto que renuncia la vicepresidenta: «Para librar a su gabinete de los vínculos a la corrupción». Pero las denuncias de la CICIG causaron la caída de otros funcionarios de muy alto rango, 40 han sido procesados ya de corruptos.
Es decir, a Otto Pérez le pusieron las condiciones, las aceptó y calló, como sucedió el pasado 2 de septiembre. En otras palabras, no obstante que se trata de un general en retiro, quien fuera de todas las confianzas de los gringos y para la CIA en su país durante los años duros del conflicto armado en Guatemala, pasara de comandante a Director de Inteligencia Nacional, lo cayeron redondito.
La Premio Nobel de la Paz 1992, su paisana Rigoberta Menchú lo señala como el responsable de «aniquilar a las comunidades mayas» en los años de la guerra civil (Algunos datos sobre Denuncia por Genocidio en su contra, ver: http://bit.ly/1i2r6DN). Durante su campaña él se defendió como sigue: «Han sido señalamientos de grupos muy pequeños que no han sido capaces de presentar ninguna prueba o ganar ningún juicio. Y ahora quieren levantar el fantasma de que hubo violaciones de derechos humanos, que estuve involucrado». Pero eso se acabó.
Es la otra razón de su renuncia; esto es, que Washington a través del embajador Robinson lo tiene en un puño y Otto lo sabe. Si Washington logró presionarlo para que saliera es porque le tiene su expediente negro. Ningún general sale librado de un enjuiciamiento por guerra civil, proceso que por cierto no ha enfrentado todavía; ahora es buen momento para la justicia en su país.
Eso explica que Otto callera tan pronto. Pero no tenía de otra. Por eso tuvo que acceder a todo: a las condiciones, luego a la caída de parte importante de su gabinete y su propia renuncia. Por tanto fueron sus propios excesos -bien guardados por sus «amigous»- durante la guerra civil interna en su pueblo, lo que lo orilló a tantas erratas desde que inició el periplo para reivindicarse tratando de conseguir apoyos para el programa regional.
En julio de 2014, el presidente de EUA, Barack Obama, les habló de «responsabilidad compartida». Estaban en la Casa Blanca, Juan Orlando Hernández, presidente de Honduras; Salvador Sánchez Cerén, de El Salvador y el propio Otto Pérez. «Todos nosotros reconocemos que tenemos una responsabilidad compartida para afrontar este problema», se refería a la inmigración procedente de esos países, especialmente al flujo de los más de 50,000 niños de principios de 2014, que también hacían el viaje del cruce por México en «la bestia», como los adultos jóvenes.
Ahora EUA dice que no presionó para la salida de Otto Pérez Molina. Quién les creerá. Lo que sigue es entender para qué. ¿Para un gobierno más afín a ellos? ¿Para cerrar las opciones para el desarrollo de Guatemala y de la zona? ¡Con países desestabilizados y hasta violentos, es más sencillo controlar el negocio de las drogas, de las armas, de los recursos, mano de obra, etc.! ¿Por qué ahora vuelven estadounidenses al «patio trasero»? ¿Porque en la palestra, en los escenarios de la geopolítica regional están apareciendo países de los BRICS? ¿Para asentar bases militares más grandes? ¿Para oponerse de cerca a proyectos como el de la empresa china de Wang Jing, HKND de construir el canal de Nicaragua?
¿Acaso los estadounidenses no se percatan que los pueblos están cada vez más despiertos y abiertos a opciones alternas que impulsan el desarrollo -como seguramente pronto lo ampliarán Rusia y China acá no únicamente en Centroamérica sino en el resto del Continente-, y no la violencia que llega con sus políticas «antidrogas», el tráfico de armas, de personas; con acciones como la represión y la desestabilización económica, política y social de los países?
EUA está perdiendo la carrera geopolítica frente a estas otras potencias. Entretanto arremete contra los eslabones débiles. Para eso tiene a sus incondicionales de otras décadas, como es el caso de Otto, general retirado pero activo en los tiempos de la guerra de baja intensidad y exterminio contra el pueblo guatemalteco.
Otto no es un alma de la caridad. Es una víctima de sus propios otrora aliados. Para eso EUA utiliza a los examigos golpistas, represores o piezas del ajedrez de la dominación. La acusación de dirigir un esquema aduanero conocido como «La Línea» desde donde obtenía millones de dólares cobrando sobornos a empresarios en las aduanas a cambio de modificar los aranceles a pagarle al fisco, que él y la ex vicepresidenta presuntamente dirigían. Ese fue el anzuelo. Es claro que la CICIG y la caritativa ONU son promotoras de estas limpias en todos lados donde ocurren por el mundo, como los grandes fraudes de los banqueros en el sistema financiero global.
Claro que esta postura ingenua pasa por la de Obama que en tanto pide disculpas a Guatemala por su «intromisión previa» al golpe de 1954 y por apoyar a los «contras» en Nicaragua en los años 80, ahora alega no intervenir en casos de impunidad. El doble rasero de la política exterior estadounidense.
Según informes confidenciales dados a la luz por WikiLeaks, desde el gobierno de Álvaro Colom (2008-2012), tanto la embajada gringa como la misma CICIG traían los planes de reformar el sistema judicial guatemalteco. Que sí le hacía, y la hace, falta entonces y ahora porque Guatemala salía del fuerte periodo de dictaduras militares y un agujero de impunidad. Pero eso en todo caso debería ser un problema interno de los propios guatemaltecos, y no con una medianía que cobra peor que en tiempos de reconstrucción de guerra.
Por ejemplo el Reporte Confidencial Guatemala 001035 enviado desde la Embajada en Guatemala, con el ID 241671, en el inciso 10 refiere que la CICIG -encabezada durante tres años por el fiscal español Carlos Castresana-, «se centrará en el fortalecimiento de la policía, el sistema penitenciario, la Procuraduría General de la República y los tribunales… reforzar el programa de seguridad para jueces, fiscales…», etcétera. Y en los puntos 14 y 15, el propio Otto Pérez Molina ya como candidato refería que su Partido Patriota iba por «medidas adicionales de transparencia y rendición de cuentas. Así como reformas al sistema de seguridad y de justicia…». O que Estados Unidos y Guatemala son «aliados naturales» para mejorar sus relaciones comerciales.
A Otto, un general que sirvió a intereses extranjeros en su propio país, y fue director de inteligencia nacional, obnubilado por el poder se creyó liberado, pero el destino le está cobrando las facturas. ¿Es apenas el comienzo, los tres meses de prisión preventiva? ¡O le falta el juicio de la historia guatemalteca! ¿Y quién juzga a los estadounidenses? Los pueblos tienen su propio veredicto. Por cierto que los guatemaltecos están divididos por lo que está pasando, unos (manifestaciones multitudinarias) a favor, otros que no saben. Los motores de lo que está ocurriendo con Otto hay que preguntárselo al embajador Robinson y a CICIG.
Con todo y el juez Miguel Ángel Gálvez, el titular del Juzgado de Mayor Riesgo B, ordenó que Pérez Molina sea procesado por «asociación delictuosa, defraudación aduanera y cohecho pasivo». Parece un asunto de justicia local y nada más.
Twitter: @sal_briceo.
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