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Los riesgos del plan para completar la Unión Estratégica y Monetaria europea

La izquierda debe salir de su estado de shock

Fuentes: Diagonal

El pasado 22 de junio los cinco presidentes de la Unión Europea presentaron un ambicioso plan estratégico para completar la UEM. Su título: Realizar la Unión Económica y Monetaria europea. El plan empezó a aplicarse el día 1 de julio. Su elaboración había empezado tres años antes, en 2012. En esos días, parecía que la […]

El pasado 22 de junio los cinco presidentes de la Unión Europea presentaron un ambicioso plan estratégico para completar la UEM. Su título: Realizar la Unión Económica y Monetaria europea. El plan empezó a aplicarse el día 1 de julio. Su elaboración había empezado tres años antes, en 2012. En esos días, parecía que la cumbre de la UE estaba concentrada exclusivamente en resolver la anomalía griega. Pocos prestaron atención a la puesta en marcha de este proyecto estratégico.

El documento está firmado por Jean-Claude Juncker (Comisión Europea), Mario Draghi (BCE), Do­nald Tusk (Consejo Europeo), Je­roem Dijsselbloem (Eurogrupo) y Martin Schulz (Parlamento europeo). En la presentación del documento se afirmó que, aunque el plan está previsto para diez años, un «accidente» en el caso griego o en el referéndum del Reino Unido -previsto para 2017- podría acelerar su aplicación. De momento, el «accidente» griego parece haber sido superado. El orden reina en Atenas. Veremos qué pasa con el Reino Unido.

Todavía es pronto para saber si la importancia histórica de este plan se podrá equiparar al informe de Jac­ques Delors (1985), al Acta Única (1986) o al Tratado de Maastricht (1992). En mi opinión sí lo es.

Hay quienes afirman que enfrentarse al euro es caer en una suerte de fetichismo monetario y en el pecado del populismo. Contra­ria­men­te, los cinco presidentes son claros y precisos: «El euro no es sólo una moneda. Su introducción representa un proyecto político y económico. To­dos los miembros de nuestra unión monetaria han abandonado definitivamente sus antiguas monedas nacionales y comparten perma­nen­temente la soberanía monetaria con los demás países de la zona del euro. Como contrapartida, los países obtienen los beneficios de utilizar una moneda creíble y estable dentro de un mercado único amplio, competitivo y poderoso. Este destino común exige solidaridad en tiempos de crisis y el respeto de todos los miembros hacia las normas establecidas de común acuerdo».

La locución «destino común» ha sido usada por diversas corrientes del pensamiento político como sinónimo de proyecto nacional y, por ende, como fundamento del poder político. Las continuidades de esa concepción del destino común de los pueblos europeos en una comunidad económica con una moneda única son largas.

En los próximos diez años, la UE pretende completar las cuatro unio­nes: la económica, la financiera, la presupuestaria y la política. Esas cuatro uniones se pretenden conseguir a través de tres etapas.

1. Profundizar actuando. Del 1 de julio de 2015 a 30 de junio de 2017, se pretende conseguir:

a) Unificar las reglas y normas del mercado de trabajo europeo mediante la creación de un sistema de autoridades independientes de competitividad de la zona euro. Como dijo Juncker: «Quiero que Europa se preocupe por tener una triple A en cuestiones sociales, tanto como por tener una triple A en el aspecto económico y financiero».

b) También se trata de lograr la llamada ‘convergencia estructural de la economía’, mediante la aplicación de lo que llaman ‘procedimiento de desequilibrio macroeconómico’, logrando ‘políticas presupuestarias responsables’. Es decir, se trata de lograr la Unión Presupuestaria. En este marco se creará un Consejo Fiscal Europeo.

c) El siguiente objetivo es completar la Unión Financiera mediante «una supervisión bancaria única, una resolución bancaria única y una garantía de depósitos única». El 1 de enero de 2016 se pondrá en marcha un ‘Mecanismo Único de Resolución con un Fondo Único de Resolución’. El siguiente paso será la puesta en marcha de un Sistema Europeo de Garantía de Depósitos.

d) Otro de los objetivos de esta primera etapa es un salto de calidad: pasar de la fase de las normas y directivas a las instituciones comunes. Durante la crisis del euro ha quedado claro que los mecanismos de decisión eran lentos, inseguros y contradictorios. El informe reclama: «Una mayor responsabilidad e integración en la UE y la zona del euro significa una mayor interdependencia. También implica un mejor reparto de las nuevas competencias y una mayor transparencia sobre quién decide qué y cuándo».

e) Reforzar legalmente y con medios el rol del Eurogrupo. Avanzar hacia una representación exterior única, sobre todo en las instituciones financieras internacionales.

2. Completar la UEM. En la primavera de 2017, la UE presentará un Libro Blanco en el que constarán el conjunto de medidas que deberán aplicarse hasta 2025. Un conjunto de acciones que acentúen la convergencia, con instrumentos jurídicos vinculantes y la crea­ción de un Tesoro de la zona Euro.

Etapa final, 2025. Según los autores del proyecto, habremos llegado a Xanadú, la UEM, «un área de estabilidad y prosperidad para todos los ciudadanos de los Estados miembros de la UE que comparten la moneda única. Tam­bién debería ser atractiva para los otros Estados miembros de la UE que deseen formar parte de ella».

¿Qué hacer?

Tras la gran claudicación de Tsipras el pasado 13 de julio, la izquierda europea se encuentra en estado de shock. La parálisis parece aún más clara si nos referimos al gran proyecto que he resumido en las líneas precedentes. Pocos han reparado en él. Pocos lo han analizado.

Está claro que el ‘tsiprismo’ no constituye ya ninguna alternativa ni para los griegos ni para el resto de los pueblos europeos. Tampoco la ofrece el llamado Plan B, algo que aún no es un plan y que más bien parece el último intento de una cierta izquierda para esperar tiempos mejores. Tiempos que no llegarán, por supuesto.

Pero existe vida fuera de la jaula. Desde 2013 ha empezado un movimiento de encuentros entre representantes de movimientos emancipatorios de los países del sur para coordinarse, para organizar una alternativa y para dar la batalla por salir de la jaula del euro y de la propia Unión Europea.

Entre gentes poco mediáticas que construyen otra cooperación internacional basada en la solidaridad y la equidad y no en el expolio, que tratan de recuperar la democracia y la soberanía, que tratan de oponer a la civilización del capitalismo otras formas de vida, otras formas de producción, otras formas de distribución otras formas de metabolismo con la naturaleza.

Con toda modestia, me parece que éste es un camino real y concreto para la emancipación. Habrá que prestarle atención y esfuerzos. Nos lo jugamos todo.

Joan Tafalla. Doctor en Historia, miembro de Espai Marx y de la Plataforma Salir del Euro.

Fuente: http://www.diagonalperiodico.net/la-plaza/28110-la-izquierda-debe-salir-su-estado-shock.html