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Entrevista con Lucia Topolansky, senadora por el Movimiento de Participación Popular

«Nosotros pensábamos en algo grande, lo que llaman ahora proyecto bolivariano»

Fuentes: Todo América

Todo América viajó a Montevideo para entrevistar a la senadora, por el Movimiento de Participación Popular, Lucia Topolansky. La ex primera dama nos abrió la puerta de su despacho para hablarnos de sus inicios en la militancia, su experiencia en el Movimiento de Liberación Nacional- Tupamaros, entre otras tantas temáticas abordadas. En tiempos como los […]

Todo América viajó a Montevideo para entrevistar a la senadora, por el Movimiento de Participación Popular, Lucia Topolansky. La ex primera dama nos abrió la puerta de su despacho para hablarnos de sus inicios en la militancia, su experiencia en el Movimiento de Liberación Nacional- Tupamaros, entre otras tantas temáticas abordadas. En tiempos como los actuales, en donde muchos de los históricos luchadores latinoamericanos continúan reivindicando viejas banderas sociales, la década del sesenta es una temática recurrente, ¿Qué mejor que revivirla en la voz de sus protagonistas?

-Manuel Ruesta: ¿Cómo fueron sus inicios con el Párroco Monzón, en la Cachimba del Piojo, en 1966?

-Lucía Topolansky: La Universidad de la República tiene hasta el día de hoy un programa que se llama de extensión universitaria, en la cual los estudiantes van a la práctica en la realidad; ahora tiene cápitas, en el momento que yo estudiaba era más bien voluntario y a conciencia del estudiante. A nosotros nos servía muchísimo porque nos permitía el chequeo de lo que podíamos aprender en el aula, con la realidad (…). En un momento dado el Padre Monzón, que era el Párroco de La Teja, se presentó en la Facultad de Arquitectura a plantear un problema que era el siguiente. En esos años se estaba produciendo una corriente migratoria interna, de despoblamiento del campo -que lamentablemente aún no se ha parado, ahora hay un decrecimiento pero no todo lo fuerte que precisamos- y esa gente expulsada por el modo de producción agrícola ganadero y que quedaban acorralados frente a las grandes extensiones de tierra, migraban a la capital en busca de trabajo, se asentaban en la periferia y empezaban a formar los primeros cantegriles (…)

Entonces en esa zona de La Teja se había producido uno de esos barrios, de esos asentamientos; y entonces el Padre preocupado por la suerte y la forma de vida de esa gente convoca a la Facultad a ver si podíamos motorizar la construcción de viviendas. El Decano de la Facultad lo derivó al taller donde yo estaba – del Arquitecto Cravotto-, se juntó una cantidad de alumnos que teníamos intereses sociales (…). Iniciamos haciendo un relevamiento del lugar y a trabajar con los vecinos, a hacer asambleas para ver si querían colaborar. Era muy difícil romper ese marco de escepticismo porque venían de ser muy golpeados, después nos fueron tomando cariño (…). Íbamos todos los fines de semana a hacer bloques y, al estar todo el día, trabajando y comiendo en colectivo nos iba confirmando los lazos de amistad.

-M.R: ¿Es a partir de esa experiencia en comunidad que decide ingresar al Movimiento de Liberación Nacional- Tupamaros?

-L.T: Ese fue uno de los elementos, pero fueron muchos factores. Yo empiezo a hacer actividad social en el año 58, yo estaba en el segundo año del Liceo. Y lo empiezo a hacer desde un oratorio, donde había asistentes sociales y eso, curas, entre otros. Entonces íbamos a asentamientos y ahí trabajábamos sobre todo organizando a la juventud del lugar, tratando de que no desertaran de la cuestión escolar e incluyendo el deporte como una variable cultural más, también lo hacíamos con la música. Es decir que los de la Cachimba del Piojo no fue mi primer acercamiento, pero durante todo ese tiempo yo me hacia la pregunta; esto está bien y hay que hacerlo y la solidaridad va a ser importante siempre, pero esto en todo caso es lentísimo, el desborde de gente que llegaba superaba ampliamente nuestras posibilidades… hay que ir por otro camino. Me hice un poquito la pregunta del millón.

En esos años se producen también las marchas cañeras, que para mi fueron muy definitorias, en mi decisión de acercarme al MLN-T. Yo recuerdo bien la primera marcha cañera -que estaba encabezada por Sendic- ellos ingresaron por la Av. 8 de Octubre, yo estaba haciendo mandados y me topé con aquella imagen de aquel obrero agrario que no tenía nada que ver con el obrero urbano. Era una persona absolutamente curtida por la intemperie, muy difícil de darle la edad -gente envejecida físicamente-, con un grado de pobreza que yo no había visto.

-M.R: ¿Usted sabía de la existencia de la UTAA antes de ese momento?

-L.T: Sí, pero en el papel. Sabía cómo funcionaban los sindicatos y todo eso, pero no más. Entonces yo voy a los campamentos de recibimiento, allí conozco a Sendic; también advierto los ataques de sectores de ultraderecha y esto me permite apreciar esa realidad, ese presente; además de la situación de los cañeros, estaba la realidad de los arrozales, que no era tán grave como la de los cañeros pero era muy grave, la de los remolacheros y la gente de la pesca artesanal… El impacto que tuvo sobre la población, sobre la izquierda, el chocarse con esa realidad… tan de frente, fue muy fuerte.

A su vez, en ese contexto estaba el proceso de la revolución cubana, la guerra de Vietnam y la liberación de Argelia; aquellos fueron tres factores que impactaron. Entonces, yo ya votaba a la izquierda, seguía estos procesos, había estado cuando Fidel había venido a Uruguay en 1959 (…). Entonces se instaló una fuerte discusión en la izquierda sobre cuál era la vía, la solución del país para llegan lo antes posible al poder.

-M.R: ¿Qué entendían ustedes por «la toma del poder? ¿Cuál era el proyecto político si la revolución conseguía triunfar?

-L.T: Había un planteo muy primario, te debo confesar, que para nosotros en esa época no lo era… Nosotros nos planteábamos lo siguiente, primero la lucha tenía que tener un marco continental (…), segundo nos planteábamos una transformación de la base productiva del Uruguay, basados en una herramienta que ya existía y sigue existiendo que es el Instituto Nacional de Colonización (…); en esos años pensábamos que allí teníamos una herramienta jurídica valiosísima para el reparto de tierras mediante la estrategia de la enfiteusis – un poco saltando siglos atrás, era el sistema que tenían los Incas, y es el sistema que tiene Vietnam-. ¿Eso nos permitía a nosotros? Que toda esa población rural que migraba tendría una oportunidad de vida digna, laboral y humana. A su vez, la productividad del país iba a cambiar (…). También teníamos en cuenta la nacionalización de la banca, partiendo de la base que la mitad de la banca ya era nacional…

-M.R: Y en el plano político, sin querer entran en dogmatismos teóricos, si es trotskismo, etc. ¿Se pensaba mantener un parlamento? ¿Se planteaba la idea de un partido único? ¿Había un modelo a seguir o copiar?

-L.T: Ehhh… nosotros no éramos un partido, éramos un movimiento, y esta diferencia no es menor. Así como en nuestras filas pensábamos que podía revestir un cristiano, un evangelista, un marxista y un anarquista y eso no tenía porqué colidir, e incluso hubo en un momento dado una consigna muy simbólica que decía: «Las palabras nos separan y las acciones nos unen»; incluso Sendic planteaba: «Si nos pasamos toda la vida discutiendo nuestras diferencias no vamos a hacer nada, pero si buscamos nuestras coincidencias podemos hacer mucho». Con esa filosofía, nosotros nunca estábamos por el partido único.

-M.R: Bien, ¿entonces cuál era la estructura?

-L-T: La democracia de partidos la aceptábamos, pero había que hacer una reforma constitucional. Es decir la constitución tenía que representar un país. Esta constitución que nos rige, no lo dice explícitamente,… pero de hecho acá… no puede ser que valga más la propiedad que la vida humana. Ahora Latinoamérica ha modernizado muchas constituciones, nosotros aún no la hemos podido completar.

Pero repito, no negábamos la democracia de partidos, nos parecía que eso era una fortaleza, más en el Uruguay, donde están los partidos casi más viejos del mundo (…). Pero no una democracia de votar cada cinco años, sino que queríamos ampliar eso, hacer una democracia más de consulta, directa, aunque manteniendo la representatividad ya que hay una cuestión diaria que es insalvable (…). Teníamos y seguimos teniendo en la cabeza la idea o alguna forma de reproducir el pensamiento federalista de Artigas -quien para nosotros fue el padre del federalismo-, es decir no teníamos porque estar enemistados con las provincias argentinas ni con rio Grande Do Sur, sabíamos de la enorme deuda con Paraguay por la guerra de la triple alianza. Nosotros pensábamos en algo grande, que no le llamábamos MERCOSUR o UNASUR, pero algo había. Es lo que llaman ahora proyecto bolivariano, le ponen otro nombre, pero… en fin es la patria grande.

Con todo esto te quiero decir que había un proyecto, no era un plan de gobierno como el de hoy tú puedes llevar a una elección que tiene mucha más cantidad de detalles, pero había una base. Esa era una salida, un camino. Ahora bien, ¿cómo llegar a eso? Si por la vía armada o la electoral, fue la discusión que se instaló en la izquierda uruguaya.

M.R: Tomando las cárceles del pueblo, las acciones armadas y la prensa revolucionaria, ¿cómo describiría la estrategia del contra poder?

-L.T: Bueno, nosotros creíamos y de hecho lo pensamos hasta hoy que en paralelo a los procesos hay que ir construyendo un poder popular. Si tú le dices a una persona vení y participara, pero no le das las herramientas para que se motive, te va decir «No me compliques la vida, yo tengo cosas que hacer, hacelo por mí»; es decir te va a delegar. La representación cuando está mal encarada se asume como si fuera delegación de poder, y nosotros veíamos eso embromado. Una cosa es representar en decisiones cotidianas a una población que te apoyó, y otra cosa es la participación activa de la población en la construcción de esa sociedad, de ese proyecto y de ese poder. Entonces los gérmenes del poder popular, era lograr que la población se empoderara de determinadas herramientas para poder tener una participación activa en el proceso; que no fuera por descarte, porque tá la vida no me dio nada, no tengo nada que perder, sino que pudiera ir generándose una conciencia (…).

Recordá que cuando nosotros elegimos la vía armada, se estaba hablando que en Latinoamérica vendrían golpes de estado por todos lados. Habíamos vivido muy de cerca el de Brasil y de hecho acá estábamos llenos de exiliados (…). Nosotros veíamos una nueva forma que tenía el imperialismo norteamericano de sentar sus raíces, en lo que sería la trastienda del mundo que éramos nosotros, ya no le servían esos gobiernos democráticos que podían cambiar cada quinquenio sino que precisaban de otro tipo de matadero. Y lo veíamos, ahí, en Brasil, en la puerta de casa.

Y en Uruguay, se produjo algo muy interesante, que fue la movilización social y el descontento que iba en aumento. Una vez terminadas las guerras -donde nos fue muy bien económicamente como a todo productor de alimentos-, cuando Europa se recupera, se cierran los mercados y la industria de sustitución de importación se viene abajo y acá se generó desocupación… Entonces, ¿Nosotros que veíamos? Qué teníamos que buscar caminos (…). Se estaba gestando el Congreso del Pueblo donde estaban los trabajadores, los estudiantes, los maestros, el pequeño y mediano comerciante, el productor…; todos estábamos interconectados de algún modo, había además una prensa de izquierda muy sólida…Marcha, El Popular, Sol, Época…, se crea la Central Única de Trabajadores que en su carta fundacional, en el primer punto plantea: «Frente a golpe de estado huelga general», es decir que eso estaba en el chip de los uruguayos. Entonces, el MLN que nace siendo un Coordinador, lo primero que se plantea es eso, estar a la hora señalada para hacer frente; después eso se transformó en un grupo armado, hay una evolución (…).

El Uruguay era uno de los países más estables de Latinoamérica, habíamos tenido una pequeña dictadura en 1933, producto de la crisis del modelo agrícola, pero nada más. Se hacían elecciones más o menos democráticas, pero se hacían. En ese contexto cuando el Che viene a acá y dice que hay que cuidar esa democracia… imagínate acá se arma la polémica. Para nosotros la gente del Partido Comunista, que tenía una mínima representación parlamentaria, era algo más testimonial, que entendíamos que para lo único que servía era para ponerle un adornito a la derecha de que eran amplios y democráticos (…).

Entonces… hoy yo tengo setenta años, en ese momento tenia diecisiete o dieciocho, en realidad hoy yo veo que nosotros tomamos… no es que reniego, éramos parte de la época y cada uno es él y su circunstancia, nosotros elegimos como un atajo y en ese atajo perdimos; pero tampoco les fue bien a los que eligieron la otra vía como Allende… Nosotros pensábamos que no podíamos perder tanto tiempo, y había movimientos armados en toda América Latina (…), es decir que no éramos unos locos de la bolsa que pensábamos cualquier cosa, estaba el faro de la revolución cubana, la revolución argelina… entonces nosotros en ese marco, esa discusión, la gente, la generación joven, la mía, nos inclinábamos por la vía armada, mucho más que por los otros caminos.

-M.R: Otro elemento muy importante de los sesentas fue el movimiento cultural, más aún dentro del MLN. Cuénteme un poco de eso, Galeano, Benedetti…

-L.T: Era muy fuerte el ambiente cultural, nosotros ya teníamos claro, en esa época, una cosa. Vos podes cambiar las relaciones de producción, podes tomar un montón de medidas, pero si no cambias la cultura de la gente en realidad los avances te van a hacer agua en algún momento dado, y los más difícil es cambiar la cultura. Un gramo de corteza cerebral cultural para cambiar es difícil, después desgraciadamente la vida nos dio la razón. En esa época, había compañeros nuestros que habían viajado a la Unión Soviética y a los países del socialismo real, y veían eso, veían que los rusos seguían adorando la campana de Iván, diría que en el mismo plano que podían ir al mausoleo de Lenin, pero ni más ni menos. Eso estaba presente, es decir que culturalmente era… bueno, Trotsky algo de eso dice. Dentro de ese grupo de pensadores, para mí la más lúcida fue Rosa Luxemburgo, que tiene cantidad de cosas que son válidas para discusiones del día de hoy (…).

Nosotros desde un inicio teníamos gente que estaba vinculada con la cultura, después cuando nos organizamos en columnas y las columnas se especializan, … pero con el aluvión de gente que llega en el 68 se complica un poco la cosa, pero bueno… heee… creamos la columna 70 que es más política que militar y entonces ella tenía que organizar todo lo que fuese social y la conexión con el 26 de Marzo; (silencio) que era la forma legal que nosotros habíamos encontrado para participar en el Frente Amplio, que en esos años se creaba.

Cuando se dan todas las discusiones que terminan el cinco de febrero del 71 y se termina organizando el Frente, nosotros nos dimos cuenta que teníamos que estar dentro del Frente, pero éramos un movimiento clandestino, pero como teníamos muchos compañeros legales, con ellos y algunas personalidades fuertes,… heee… estaban Benedetti que fue nuestro representante en la mesa política, también estaba Galeano, Viglietti, los Olimareños, de teatro una cantidad de gente… Bueno, todos sabían que ese movimiento legal éramos nosotros, porque ya te digo los intelectuales macanaudos, como les decíamos (risas), para diferenciarlos de otros… (risas) les dimos la orden, a todos los compañeros legales, de ir a militar allí. Algunos estaban enojados por eso, preferían seguir en la columna, pero bueno esa fue la decisión estar allí a la vista, en los comités de base (…).

-M.R: Perdón que la interrumpa, ¿al mundo artístico, a un Benedetti, a un Galeano, se le planteaba un discurso, una estrategia discursiva o…?

-L.T: Mira, Benedetti, era amigo personal de Sendic, incluso le dedico la poesía «todos conspiramos» y Sendic cuando venía a Montevideo paraba en la casa de él. (…) Por ejemplo Viglietti era un colaborador periférico, para que te des una idea yo estuve enterrada en la casa de él en momentos complejos, había una alarma y por las dudas me enterré en su casa… no era un militante de primera línea vamos a decir… decía cosas muy fuertes en sus canciones, todos ellos eran definidos, por eso luego muchos fueron perseguidos.

-M.R: ¿Eran propuestas de ellos o el movimiento les decía necesito una letra para despertar al movimiento estudiantil, para desenmascarar tal atropello?…

-L.T: No, no, no… era como una confluencia de voluntades, ellos se daban cuanta que lo que nosotros proponíamos servía o estaban de acuerdo y entonces aportaban desde ellos, y nosotros aportábamos desde acá. Nosotros cuando creamos el 26 teníamos que ponerle un rostro pesado, no teníamos un legislador, un Michelini, un Arismendi, no teníamos esa figura pública… por eso pusimos a un Mario Benedetti, un Vidart … varios decanos de las Facultades, investigadores pesados que había en Uruguay… después gente del teatro, no solo Rosencof… el periodista Carlos María Gutiérrez… es decir, todo eso había que mirarlo, había un movimiento cultural de izquierda gigante… y todo esa gente prefería estar con nosotros porque se sentían más libres en ese sentido, no era «te ordeno, hace una canción sobre Líber Arce», nosotros éramos un Movimiento no un Partido estructurado, más ideológico… al estilo del Comunismo con su mundo cultural (…). Es decir, todo eso le dio rostro importante al 22; a vos te podía gustar o no la pluma de Benedetti o las canciones de Numa Moraes o Viglietti pero no podías no reconocerle su estatura intelectual (…).

Ese movimiento cultural, era… nosotros entendimos que a veces una canción, una obra de teatro podía decirle más, expresarle más a un ciudadano que tuviese poco desarrollo político o de conciencia, que un discurso. Nosotros entendíamos que la música, el teatro la poesía eran herramientas culturales fuertes que también tenían que ser parte del lenguaje y la lucha. Era muy importante el contacto directo con la población…

Sendic era un gaucho intelectual, lo más anti ortodoxo que yo conocí en mi vida. El había leído todos los clásicos, pero no se casaba con ninguno. Cuando el sale de la cárcel después de trece años, hace un recorrido por Europa, puntualmente habla con los partidos socialistas y ve a muchos amigos, y cuando vuelve nos dice: «Esto se cae»; nosotros le dijimos que estaba loco! Pero el era así, veía síntomas, cosas, percibió… bue, el fomentó el ingreso al Frente Amplio, algo sabia (risas)…