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De suelos éticos y humanidad en el siglo XXI: ¡No al racismo y a la xenofobia!

Fuentes: Rebelión

La sociedad civil organizada y personas voluntarias en Euskal Herria se están manifestando ante el mayor atropello humanitario en el continente europeo en el siglo XXI: la denominada crisis de las personas refugiadas. Desde ELA, como sindicato, nos unimos sin fisuras a esta denuncia colectiva y la extendemos a toda nuestra militancia. A partir de […]

La sociedad civil organizada y personas voluntarias en Euskal Herria se están manifestando ante el mayor atropello humanitario en el continente europeo en el siglo XXI: la denominada crisis de las personas refugiadas. Desde ELA, como sindicato, nos unimos sin fisuras a esta denuncia colectiva y la extendemos a toda nuestra militancia.

A partir de ahí, y reconociendo nuestros límites, queremos apoyar no solo la denuncia pública, sino también contribuir a cimentar otros valores de humanidad y de modelo de sociedad que hunda sus raíces en los Derechos Humanos; es decir, reivindicar la humanidad, la dignidad y la universalidad de todos los derechos para todas las personas. Y aunque esto parezca un suelo ético mínimo e irrisorio, la verdad es que los gobernantes europeos están llegando a límites insospechados en cuanto a inhumanidad e inoperancia.

La Unión Europea recibía en 2012 el Premio Nobel de la Paz por supuestamente «haber contribuido a lo largo de seis décadas al avance de la paz y reconciliación, la democracia y los derechos humanos.» Esta rimbombante frase parece ahora mismo un chiste de mal gusto cuando vemos por ejemplo, cómo en la reciente «Declaración de los jefes de Estado o de gobierno de la Unión Europea» se pretende expulsar a Turquía a todas las personas inmigrantes no autorizadas a entrar a la Unión Europea.

Parece ser que a mucha gente no le gusta la UE de ahora, ni siquiera al Gobierno Vasco ni al lehendakari Iñigo Urkullu, que reclama una Europa con «alma». Pero ¿es que la actual UE se ha convertido de repente en despiadada e insensible ante tamaña atrocidad humana? ¿Nunca hubo sospechas de factores catalizadores?

Este supuesto estallido repentino de injusticia humana no sucede de repente; se viene mascando hace tiempo. Aunque ahora nos encontramos con una demanda masiva de personas solicitantes de asilo, no cabe olvidar la migración económica, ante la cual la UE también se ha ido fortificando en las últimas décadas. En este sentido, las políticas migratorias europeas (no hay una política migratoria común) se han centrado en una política de control de flujos migratorios y de regularización de la situación administrativa de un colectivo de personas. Esta trayectoria podía haber dado pistas sobre el enfoque y la gestión de la UE ante la llegada de personas consideradas extracomunitarias.

¿Quién entra? ¿Quién sale? ¿Quién se queda? Aquí empieza la escandalosa subasta de personas, amigos y amigas. Inmigrantes con papeles, inmigrantes sin papeles; personas refugiadas buenas, personas refugiadas malas, etc. Crear la división de los colectivos más desfavorecidos tiene resultados, y tampoco es casualidad el auge de la xenofobia, del racismo (aquí ya vimos el caso de Gasteiz y la polémica sobre las personas perceptoras de la RGI) y de la extrema derecha. Igualmente, un claro ejemplo ha sido el reciente caso de las agresiones sexuales y violaciones en Colonia, Alemania, en donde lo que de verdad importaba no eran las agresiones sexuales en sí, sino el origen de los hombres agresores. Otra nueva entrega en donde la violencia sexista es secundaria ante la amenaza de hombres extracomunitarios que no son blancos, que son de otra cultura y de otra religión.

Además de la islamofobia que planea sobre Europa, tenemos que destacar la situación de las mujeres refugiadas, que, además de la violencia política y de los esfuerzos por sobrevivir, enfrentan en muchos casos la violencia sexual y de género. A su vez, miles de niñas y de niños han desaparecido en las rutas del horror. Aún así, los mandatarios europeos siguen sin actuar, dejando claro lo que valen las vidas de estas personas.

Por otro lado, conviene no olvidar que la Unión Europea de nuestros días es la Unión Europea que ha llevado adelante las políticas de ajuste estructural o de austericidio, en donde ha prevalecido el rescate de los sacrosantos intereses privados de la banca y del mercado por encima del bien común, sacrificando derechos e instrumentos colectivos de defensa. De esta forma, se han generado las mayores cuotas de desigualdad y de pobreza de los últimos años en el continente europeo.

A todo ello se añade una nueva OTAN económica, la Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión (TTIP en inglés). No auguramos muy buenas consecuencias con estos acuerdos en los que se sigue primando el interés privado de las corporaciones y de las multinacionales por encima de la vida. Habrá que prepararse para cuando los profesionales del capitalismo vengan a vendernos su sueño americano, a convencernos con la supuesta repartición en cascada de la riqueza que se acumulará a través de estos tratados.

Y ante toda esta realidad y con estos antecentes, ¿dónde queda la soñada Europa de los pueblos? ¿Dónde está esa Europa con «alma», o la Europa más social?

El suelo ético y la propia humanidad de los gobiernos y dirigentes de Europa están sepultados en estos momentos de la historia, confinados en esta fortaleza cercada por tierra y mar.

Europa, la vergüenza del mundo.

Jone Bengoetxea. Área de inmigración del sindicato ELA

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.