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El último años EEUU entrenó a 22.855 latinoamericanos

Un riguroso estudio norteamericano revela que Latinoamérica es para EEUU un asunto militar y no político

Fuentes: ANNCOL

La agenda entre Estados Unidos y Colombia ya no la diseñan los políticos, sino los militares. Así lo revela un estudio realizado por tres de las instituciones más serias de Washington, que monitorean las relaciones que mantiene EU con los militares de América Latina y el Caribe

Según el informe, los temas que afectan a América Latina, especialmente a Colombia -país en donde la participación militar de EU es más alta-, dejaron de ser un asunto del Departamento de Estado y pasaron a ser tema del Pentágono y el Comando Sur, que son los que definen el rol de Washington en la región.

Señala el estudio que, como América Latina ha pasado a tener poca prioridad para los funcionarios del Poder Ejecutivo dedicados a la política exterior, los militares estadounidenses -que tienen los recursos, el personal y la influencia política para ocuparse hasta de zonas relativamente relegadas- se están convirtiendo en los principales intérpretes de los asuntos de la región. «Este hecho induce a los políticos de otros niveles de gobierno a ver a América Latina desde una perspectiva desproporcionadamente militar, basada en las amenazas a la seguridad».

Esto, según analistas en Washington y Miami, podría despejar las dudas que todos tenían sobre el porqué Latinoamérica no estuvo presente en el debate entre George W. Bush y John Kerry, la semana anterior. «Colombia y América Latina, en general, dejaron de ser un asunto político para convertirse en un tema netamente militar. Dudo que sea tocado en algún debate presidencial», dice Malcom Seronal, de la U. de Miami.

El informe realizado por el Fondo para la Educación del Grupo de Trabajo sobre América Latina (LAWG), el Centro para la Política Internacional (CIP) y la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA), apunta que es el Comando Sur el que establece las prioridades entre EU y América Latina, y que debido a ello la participación militar en la región es cada vez más alta. Los militares estadounidenses entrenaron a 22.855 latinoamericanos en el último año, la mayoría de Colombia, seguidos por Bolivia, Panamá, Perú y Ecuador. «Esto representa un aumento de participación militar del 52%».

La periodista del Washington Post Dana Priest, aseguraba en un libro que el Comando Sur tiene más gente trabajando sobre asuntos latinoamericanos -1.100- que la mayoría de los principales organismos federales juntos». Por eso los funcionarios del Comando Sur visitan con más frecuencia la región de lo que lo hacen los miembros de otros departamentos. El director del Comando Sur, el general James T. Hill, quien estuvo de visita esta semana en Bogotá y Quito, realizó, entre agosto de 2002 y julio de 2004, 78 viajes a América Latina.

Esto, sumado a otros programas de asistencia militar que tiene EU en la región y en Colombia específicamente está siendo pagado en gran medida por el Departamento de Defensa. «Los dos tercios de ese entrenamiento militar son pagados directamente a través del Departamento de Defensa, y no por el presupuesto de asistencia exterior que administra el Departamento de Estado, mediante partidas antinarcóticos y programas de «intervención» de las Fuerzas Especiales, que operan con pocos límites y con pocas oportunidades para el escrutinio público», señala el informe.

«Esto es muy diciente, ya que tradicionalmente el entrenamiento militar exterior ha sido financiado y administrado por el Departamento de Estado, debido a las serias implicaciones que tal asistencia tiene en materia de política exterior», dice el estudio. Con un agravante adicional, pues ese tipo de asistencia era condicionada al cumplimiento de ciertos requisitos de derechos humanos, además de informes al Congreso. El entrenamiento financiado directamente a través del Departamento de Defensa no está sometido a prácticamente ninguna de estas restricciones.

Nuevas propuestas

Sobre Colombia, señala el estudio que, como las Fuerzas Armadas colombianas tienen poca experiencia en operativos a gran escala y a largo plazo, los militares y los contratistas privados de EU están jugando un papel esencial en el Plan Patriota, dando información de inteligencia a las tropas en el campo, ayudando a mantener el equipamiento, y ofreciendo apoyo de planificación y logístico, por ejemplo, ayudando a las tropas colombianas de avance a mantener sus líneas de combustible y suministros.

«Desde enero de 2004, entre 15.000 y 20.000 militares colombianos, muchos de ellos dispuestos en unidades móviles que acaban de crearse con el asesoramiento y entrenamiento de EU, han estado operando en el sur de Colombia, Caquetá, Meta y Guaviare, bastión por mucho tiempo de las Farc», dice el estudio.

Lo más grave, según los realizadores del informe -Adam Isacson, Joy Olson y Lisa Haugaard- es que el rol destacado del Comando Sur en la región tiene importantes consecuencias políticas, pues «los problemas sociales se están definiendo como amenazas militares emergentes y se está corriendo el riesgo de justificar una respuesta militar». Aseguran que «consideramos particularmente inquietante identificar el ‘populismo radical’ como una amenaza a la seguridad.

Tal como lo conciben actualmente los políticos, el término parece estar destinado a dirigentes políticos y movimientos sociales que promueven políticas sociales y económicas que podrían no estar de acuerdo con las directrices de algunos políticos estadounidenses, pero que están lejos de ser amenazas que justifiquen una respuesta militar».

Por eso, desde hace algún tiempo el gobierno estadounidense está tratando de diseñar planes militares en la región, que no han contado con el visto bueno de varios países latinoamericanos. El pasado mes de septiembre, varios ministros de Defensa de siete naciones suramericanas rechazaron la visión de EU de que a las fuerzas armadas de la región les cabía una importante función en la lucha contra el terrorismo. Esta negativa no fue suficiente, pues, dice el informe, que EU está promoviendo una fuerza naval latinoamericana.

«Los funcionarios de defensa de la administración Bush han estado elaborando una propuesta para la creación de una fuerza marítima operativa multinacional de las Américas, denominada ‘Amistad Duradera’ consistente en una flotilla de naves dirigida por EU».

Esta idea, a la que se llama «Fuerza Naval Latinoamericana» fue vista como una forma de llenar el vacío de seguridad e interdicción de drogas que se generó cuando las naves estadounidenses que estaban apostadas en la región fueron retiradas de allí para asignarlas a la defensa de las costas de EU después del 11 de septiembre.