Uno de los principales mensajes que nos lanzan quienes, desde el Gobierno y la prensa, apoyan la llamada «Constitución Europea» es que este texto es una herramienta para la paz. Pretenden distanciar a la UE del belicismo de Bush y dar la imagen de una Europa dialogante y pacifista. La realidad, sin embargo, es tozuda […]
Uno de los principales mensajes que nos lanzan quienes, desde el Gobierno y la prensa, apoyan la llamada «Constitución Europea» es que este texto es una herramienta para la paz. Pretenden distanciar a la UE del belicismo de Bush y dar la imagen de una Europa dialogante y pacifista. La realidad, sin embargo, es tozuda y tanto el texto que se someterá a referendum el 20 de febrero como las actuaciones de algunos líderes europeos nos demuestran que la paz no es precisamente su verdadero objetivo.
El Tratado por el que se establece una Constitución para Europa (nombre real de la «Constitución Europea») nos acerca de forma peligrosa al discurso y las prácticas de EEUU, en lo que a política exterior y actividad militar se refiere. Este texto introduce en la línea de actuación de la UE conceptos poco definidos que pueden ser utilizados para justificar cualquier medida. Ejemplos de esta falta de concreción son: «la prevención de conflictos y el fortalecimiento de la seguridad internacional» y «la lucha contra el terrorismo» (Art. Art. I-41.1 y Art. III-309.1) ideas utilizadas por Bush para respaldar la agresión y ocupación de Irak. Por otra parte, el texto señala que la política exterior de la UE respetará las obligaciones para con la OTAN de los Estados adheridos a la misma (Art. I-41.2), aspecto subrayado en el séptimo punto del mismo artículo. Así pues, la política exterior de la UE se verá condicionada por una organización que está dominada por EEUU y de la que forman parte Estados que no pertenecen a la Unión.
La «Constitución» establece que será el Consejo Europeo (formado por los jefes de Estado y de Gobierno y el Presidente de la Comisión Europea) el órgano que «determinará los intereses estratégicos y fijará los objetivos de la política exterior y de seguridad común» (Art.I-40.2), de manera que ambos adoptarán las decisiones europeas necesarias (Art. I-40.3). En este aspecto el Parlamento Europeo, la única institución europea cuyos representantes son elegidos directamente por los ciudadanos, sólo será objeto de consulta no vinculante cuando el Consejo y la Comisión lo estimen oportuno. En este sentido, la política exterior de la UE quedará en manos de los jefes de Estado y de Gobierno entre los que se encuentran Blair, Berlusconi, y otros amigos de la doctrina Bush, y el Presidente de la Comisión Europea, que a día de hoy no es otro que el anfitrión de la Cumbre de las Azores: Joao Barroso.
El Parlamento Europeo y los parlamentarios de los países miembros -diga lo que diga ZP- no tendrán en la práctica ninguna posibilidad de intervenir en estas materias. En resumidas cuentas, la política exterior y de carácter de la UE queda en manos de una pequeña elite de políticos y tecnócratas que no han sido directamente elegidos por los ciudadanos para tal fin y que han demostrado, en algunos casos, una gran simpatía por la política exterior de Washington.
Haber gritado «No a la guerra» y aceptar ahora la «Constitución Europea» es una gran contradicción.
Los contenidos de la «Constitución Europea» podrían invalidar, en la práctica, las promesas realizadas por José Luis Rodríguez Zapatero de que la nueva Ley Orgánica de la Defensa establecerá la participación del Parlamento en la decisión del Gobierno respecto a intervenciones militares en el exterior. El artículo III-294.2 dispone de forma clara que «los Estados miembros apoyarán activamente y sin reservas la política exterior y de seguridad común». El Gobierno ya tiene aquí la excusa para hacer oídos sordos al Parlamento y a la ciudadanía.
Por otro lado, la «Constitución Europea» afirma que los Estados de la UE se comprometen con su firma a «mejorar progresivamente sus capacidades militares». A tal fin se crea la Agencia Europea de Defensa -órgano encargado de evaluar y mejorar el nivel armamentístico de la UE y los países miembros, bajo la autoridad del Consejo Europeo- a pesar de que la Unión Europea ocupa el segundo puesto en gasto militar y en exportación de armas del planeta (venta que tiene entre sus destinatarios a países poco dados a respetar los Derechos Humanos). Al mismo tiempo que nos hablan de mejorar la capacidad militar, la «Constitución» reclama a los estados un deficit cero… ¿de donde salen los fondos para aumentar la capacidad/investigacion militar? De recortes sociales y/o más impuestos.
Actualmente un 15,1% de la inversión en investigación y desarrollo del conjunto de la UE tiene ya un carácter militar; y en este ranking el Estado Español destaca por ser el que más invierte en I+D militar, con un 37,3%.
Esta situación deja mil puertas abiertas para que se repitan historias como las Afganistán e Irak. Por mucho que hablen de paz y de respetar la Carta de Naciones Unidas tod@s hemos visto lo que hicieron Bush, Blair, Aznar y compañía en nombre de la paz y el respeto al Derecho Internacional, ¿verdad?
Contra la Europa del dinero y la guerra: El 20F abstención activa y todos los días ¡resistencia!
Sto. Artes Gráficas, Comunicación y Espectáculos CNT Madrid