La muerte del ciudadano brasileño Jean Charles por la policía británica, con siete tiros en la cabeza, provocó una ola de indignación en Brasil. Desde su pequeña ciudad de provincia hasta el presidente de la República y los emigrantes en el Reino Unido hay un solo sentimiento de condena por la violencia injustificada de la […]
La muerte del ciudadano brasileño Jean Charles por la policía británica, con siete tiros en la cabeza, provocó una ola de indignación en Brasil. Desde su pequeña ciudad de provincia hasta el presidente de la República y los emigrantes en el Reino Unido hay un solo sentimiento de condena por la violencia injustificada de la policia. Sin embargo el gobierno británico considera correcta y hasta heroica la acción aseina que es aprobada por la inmensa mayoría de la población del país. ¿De donde surge esta profunda contradicción?
Es una cuestión de criterio. Pero cuales son los fundamentos de este criterio. Según los británicos que apoyan su gobierno es necesario aceptar estos sacrificios en nombre de una mayor eficacia de la lucha en contra del terrorismo. ¿Pero que gana la lucha contra el terrorismo matando inocentes con especial crueldad y sadismo?
Para cualquiera que esté en su pleno juicio una acción policial tan equivocada y brutal solo puede desmoralizar la policía. Los verdaderos terroristas deben estar felices con este tipo de ineficacia y con los efectos políticos que provoca en la opinión pública internacional. Los ingleses, como los norte americanos que realizan este tipo de acciones con mucha frecuencia, no tienen ninguna idea del odio que generan con las mismas.
La verdad es que para la mayoría de las personas, aún en un país que no conoció í que la colonización británica, como en el caso de Brasil, se trata de un caso de racismo. Ningún ciudadano anglo sajón sería asesinado por la policía en estas circunstancias. Y no me digan que no hay terroristas blancos en la Gran Bretaña donde el IRA operó por décadas… Por lo menos esta es la percepción de los muchos que han sido humillados por los funcionarios de emigración y por todos los símbolos de poder de los países dominantes en general.
Pero más brutal aún sonlas escenas de las guerras que realizan periódicamente en contra de los más diversas pueblos del mundo. Si ellos creen que esto no genera reacciones emocionales anti imperialistas en el resto del mundo se engañan profundamente. Pero estas acciones son necesarias para mantener el orden y garantir la civilización lo dicen los juristas, los científicos sociales, los intelectuales que se encargan de justificar el sistema. Pero cuando el sistema no tiene condiciones de economizar el uso de la fuerza y lograr legitimidad, aumenta, al mismo tiempo, el número de sus enemigos.
De ahí la necesidad de recurrir al terror de Estado. Su objetivo es el de paralizar las fuerzas en rebelión.
Tratase de producir los ejemplos capaces de generar miedo y terror en los posibles rebeldes. Todo depende de la capacidad de los rebeldes de mantener su actitud desafiante. Ellos deben disponer de una base material que les permita sobrevivir por que sus productos son necesarios al sistema o por que están fuera del mismo y pueden sobrevivir a él.
Vemos así que el ataque indiscriminado que no sabe reconocer el adversario puede ser muy peligroso y generar una oposición superior a las fuerzas que se pretende subyugar. Ese es el peligro que los movimientos racistas del llamado primer mundo tienden a generar. El de unir el mundo subdesarrollado en su contra. El anti islamismo que comanda la acción represiva actual en contra del terror se extiende a todos los pueblos
Morenos. De ahí que un brasileño del interior del estado de Minas Gerais puede ser confundido con los «terribles» y temidos «terroristas» muzulmanes.
La descripción ofrecida por los policías de la famosa Scotland Yard es una confesión explícita de racismo. El sospechoso en primer lugar usaba un sobre en una época de verano, habiendo salido de un edificio sospechoso. Es claro que estos policías no saben que en los países tropicales o semitropicales ciertos niveles de calor para ellos son concebidos como fríos para los padrones locales. Esta simple información hubiera permitido a Jean Charles sobrevivir. Pero el joven minero incurrió en una tercera conducta sospechosa. Él saltó el cobrador automático del metro como lo hace gran parte de las poblaciones pobres de esto s países.
Pero lo más definitivo aún es el hechoque no atendió las órdenes dadas en inglés por policías no uniformados.
Se supone que un joven extranjero no sepa muy bien como comportar se en una situación de este tipo, absolutamente inusual en las pequeñas ciudade de todo el mundo. Y esta situación que no amenazaba a nadie
fué resuelta con siete tiros en la cabeza de Jean Charles.
Dos o tres días después de prendieron a verdaderos sospechosos de terrorismo con la activación de un aparato paralizante. La abogada de la familia de Jean Charles acusó la policía británica de haber decidido matar a Jean Charles (aparentemente un emigrante cualquiera) para obtener un efecto ejemplar. Ellos no podrían evaluar cuanto esta muerte costaría a la imagen de Inglaterra en Brasil y otros países del llamado Tercer Mundo.
No hay duda que la repercusión de esta muerte en Brasil fue fura del común. Las razones son dos: de un lado, en Brasil ha aumentado la sensibilidad popular en relación al fenómeno de la emigración creciente de brasileños, fenómeno que surgió en los treinta años de recesión o bajo crecimiento como consecuencia del dominio de las políticas económicas impuestas por el FMI. En segundo lugar, por la violencia exagerada que caracterizó la acción de la policía inglesa, desorientada frente a la ofensiva terrorista islámica. Debese acrecentar aún el crecimiento del sentimiento anti imperialista en Brasil como consecuencia de la acción unilateral de Estados Unidos en el Irak.
Jean Jaques vivía en Gonzaga, una ciudad de 6.000 habitantes. A su entierro ha comparecido muchas más personas que vinieron de las regiones vecinas o de los centros políticos y de información del país. El goierno ya presentó excusas pero reafirmó la corrección de su política de seguridad. La familia debe procesar el gobierno británico y cuenta con la solidariedad de todo el pueblo brasileño.
Estos hechos desmienten los intentos de presentar las relaciones internacionales como um fenómeno horizontal entre Estados independientes. La verdad es que la asimetría que caracteriza estas relaciones es parte de un sistema mundial desigual y combinado, hierárquico, explotador y espoliativo. Hechos aparentemente marginales logran a veces poner en evidencias cuestiones estructurales. Es la gota d’ agua que hace derramar el vaso.
Theotonio Dos Santos es Profesor titular de la UFF. Director del REGGEN (www.reggen.org.br). Autor de EconomíaMundial. Integración Latinoamericana, Plaza y Janés, México, 2004.