Acaba de hacerse público que países como la República Checa, Hungría y Eslovaquia, aportan mazmorras y tal vez profesionales e instrumentos para la tortura, a una red de cárceles secretas que mantienen los EEUU -«la CIA» dicen con tono misterioso los organos de Falsimedia como si dicha organización de inteligencia y servicios oscuros no comprometiese […]
Maestros en el oficio de corromperse, los gobiernos de esos mismos países que han servido la red infame de «sitios negros», sus grandes figuras políticas como el ex presidente de la República Checa Vaclav Havel, suelen aparecer en el escenario mediático mundial dándose golpes de pecho por los supuestos «malos tratos» de «disidentes» en las cárceles de Cuba. El Comité para la Democracia en Cuba, que promueve Havel hizo un llamamiento a los participantes en la XV Cumbre Iberoamericana de Salamanca en el que mostraba una «profunda preocupación por la carencia de libertades, violación de los derechos humanos, persecución de disidentes, opositores, activistas de Derechos Humanos y periodistas independientes» en Cuba.
Ellos, los facilitadores de cárceles secretas para presos que van a permanecer por tiempo indefinido en «celdas bajo tierra», que van a ser desaparecidos con total impunidad porque no existen ni ellos ni sus prisiones si así conviene a sus represores, han sido los grandes instrumentos de los EEUU para denunciar los procedimientos judiciales regulares llevados a cabo en Cuba contra los 75 «disidentes» condenados en 2003, y las «condiciones inhumanas de las cárceles cubanas».
El Comité fundado en 2003 integra con Havel a políticos e intelectuales que no se conmoverán lo más mínimo con la noticia de las cárceles de exterminio que autorizó el expresidente y los actuales gobernantes de la República Checa. Los pesos pesados del Comité son la ex secretaria de Estado estadounidense Madeleine Albright y la que fue representante permanente de ese país ante la ONU Jeane J.Kirkpatrick. Comparsas menores son entre otros, los antiguos presidentes Luis Alberto Monge (Costa Rica), Luis Alberto Lacalle (Uruguay) y Armando Calderón Sol (El Salvador), además del escritor peruano Mario Vargas Llosa, el argentino Marcos Aguinis, el mexicano Enrique Krauze, el hispano-cubano Carlos Alberto Montaner, el editor polaco Adam Michnick y la rusa Elena Boner, viuda del premio nobel Andrei Sajarov. Honor y gloria a todos ellos. Y a sus acompañantes habituales como el también ex presidente del gobierno, el español José María Aznar.
En septiembre de este año el gobierno cubano calificaba -con razón- de «miserables shows» los que cada año año monta la República Checa en la sede de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, acusando a Cuba.
Jorge Cumberbactch, funcionario de la misión cubana en las Naciones Unidas, comparaba los furibundos ataques contra Cuba del gobierno de Praga con su silencio cuando se discutieron en la propia Comisión de Derechos Humanos los casos de torturas y vejaciones de prisioneros en la ilegal base naval de Guantánamo. La explicación de la algarada y el silencio está ahora a la vista de todo el mundo.
Finalmente el diplomático cubano acusaba en aquella ocasión a la República Checa de complicidad en el terrorismo contra Cuba.
Ahora la acusación se formula sola de manera mucho más amplia. La República Checa es agente directo y cómplice del terrorismo universal de los EEUU.