Recomiendo:
0

Francia: Perspectivas políticas ante el XVI Congreso de la Liga Comunista Revolucionaria (LCR)

Fuentes: Rouge

El significado profundo y las consecuencias de la victoria del 29 de mayo, la continuación brutal de la ofensiva patronal, las dificultades para organizar la movilización social, la revuelta de las barriadas pobres, las leyes sobre seguridad ciudadana que anulan las libertades, los debates de orientación que atraviesan la izquierda y el movimiento social… todos […]

El significado profundo y las consecuencias de la victoria del 29 de mayo, la continuación brutal de la ofensiva patronal, las dificultades para organizar la movilización social, la revuelta de las barriadas pobres, las leyes sobre seguridad ciudadana que anulan las libertades, los debates de orientación que atraviesan la izquierda y el movimiento social… todos estos elementos contradictorios, reveladores de una situación compleja, han sido el trasfondo de las discusiones del XVI Congreso de la LCR, reunido del 19 al 22 de enero en Plaine-Saint-Denis, en las cercanías de París.

Los proyectos de tesis políticas presentados por las diferentes plataformas – corrientes de opinión de la organización – tenían como objetivo establecer la orientación global de la LCR hasta el próximo Congreso. La Plataforma 1 (Pf.1) ha obtenido la mayoría relativa de los votos, tanto en los diferentes congresos locales como, finalmente, en el congreso nacional (49’3 % a favor, 38’8 % en contra y 11’9 % de abstenciones).

Gran parte de los debates se ha centrado en el análisis de los puntos de apoyo y de los obstáculos – así como de las iniciativas que hace falta adoptar – para traducir en el plano político y electoral el empuje social del 29 de mayo [referéndum sobre el tratado constitucional europeo]. La moción titulada «Respondamos a las esperanzas del 29 de mayo» fue adoptada por el Congreso (48’9 % a favor, 44’2 % en contra y 6’8 % de abstenciones). Este documento indica cuál será la actitud de la LCR con respecto a los diferentes componentes de la campaña unitaria por el «No» antiliberal a la Constitución europea.

Teniendo en cuenta la dificultad de la tarea, el congreso también decidió comenzar, desde ahora, la recogida de firmas de cargos electos, para asegurar la presencia de la LCR en las elecciones presidenciales de abril del 2007. Para adoptar la línea de conducta de la organización de cara a las próximas contiendas electorales – presidenciales y legislativas – del año próximo, se ha programado una nueva cita en la que los militantes serán consultados: el próximo mes de junio, se celebrará una Conferencia Nacional de la LCR para adoptar las decisiones necesarias.

Ha habido otras tomas de posición importantes del Congreso: la actitud frente a la reunión «de la izquierda» del 8 de febrero (adoptada por el 84 % de los delegados y delegadas), así como una moción sobre la organización de la resistencia social (86 %). Finalmente, el Congreso se ha acabado con la elección de la dirección nacional, según la proporción de los votos obtenidos por las diferentes plataformas (PF 1: 48’57 %, PF 2: 12’14 %, PF 3: 26’07 %, PF 4: 8’93 %, PF 5: 4’29 %). Del mismo modo que el equipo saliente, elegido en el Congreso de octubre 2003, la nueva Dirección nacional respeta la paridad entre hombres y mujeres.
He aquí las principales mociones adoptadas por el XVI Congreso de la LCR:

Moción 1: «¡Resistencia!»

No pasa una semana sin que el gobierno o la patronal anuncien nuevos ataques contra los asalariados y asalariadas. El año 2003, Raffarin decía: «No es la calle quien gobierna». En el 2004, la mayoría, desautorizada en las elecciones regionales y europeas, no por ello dejó de perseverar en su política liberal, sufriendo un nuevo castigo en el referéndum sobre el tratado constitucional europeo.

Pese a la movilización del 4 de octubre y las de los asalariados y asalariadas de los transportes (SNCM, SNCF, RTM y transporte urbano de diferentes ciudades), el movimiento obrero permanece todavía paralizado, sin llegar a dar una respuesta real.
La política del gobierno se traduce en el mantenimiento de una gran tasa de paro, el desarrollo del trabajo precario y el abaratamiento de los coste laborales con las nuevas modalidades de contratación (como por ejemplo los «contratos para nuevos empleados» o el «contrato para el primer trabajo») y nuevos ataques contra los desempleados y la mano de obra temporal. Al mismo tiempo el gobierno da vía libre a los planes patronales de despidos y de cierres de empresas, destinados a incrementar las ganancias capitalistas.

El acceso a la atención sanitaria será cada vez más difícil con la aplicación del Plan Douste-Blazy. Las privatizaciones y el desguace del servicios públicos se multiplican (EDF, Aeropuerto de París, Banco Postal, SNCM, RTM, etc.). El derecho a la vivienda se ve burlado y el poder adquisitivo de millones de asalariados y asalariadas retrocede.

Las revueltas de los jóvenes de las barriadas populares, el pasado mes de noviembre, pusieron otra vez en evidencia las discriminaciones y la situación precaria en que vive esta juventud, especialmente la que proviene de la inmigración. Las respuestas penales y antisociales del gobierno, con la agravación de su política de seguridad y anti-inmigrantes o con la voluntad de desmantelar el sistema escolar (con la introducción del aprendizaje a los 14 años), sólo harán crecer las desigualdades y preparan nuevas explosiones sociales.

Pese a décadas de combate feminista, el derecho de las mujeres a disponer libremente de su cuerpo, a rechazar las violencias de que son objeto y a obtener el fin de las discriminaciones profesionales y salariales, se ve constantemente cuestionado.
El gobierno sigue imponiendo su política energética de todo-nuclear, particularmente con la construcción del EPR [reactor de tercera generación] y degrada las condiciones de trabajo en el sector. Hace escarnio de la seguridad alimentaria y ecológica favoreciendo la proliferación de los cultivos transgénicos. Y continúa con su política imperialista en África y, especialmente, en Costa de Marfil.

Frente a todo esto, la LCR hace campaña en torno a un plan de urgencia social y democrático, un plan antiliberal y anticapitalista que abra una vía de ruptura con el liberalismo y de transformación radical, anticapitalista, de la sociedad. Sometemos este plan al debate entre las fuerzas sociales y políticas del movimiento obrero.

Al mismo tiempo, la LCR emprende una ofensiva unitaria, sin exclusivas, frente a la derecha y la patronal. Es necesario, sin tener que esperar a las próximas citas electorales, construir un frente de lucha, una movilización de conjunto para parar esta apisonadora al servicio de las exigencias patronales que está haciendo añicos los derechos adquiridos por los asalariados y asalariadas tras décadas de combate del movimiento obrero.

El Congreso de la LCR renueva su llamamiento a todas las fuerzas del movimiento obrero, sindicatos, partidos y asociaciones: es ahora cuando hace falta vencer la derecha, el liberalismo y la patronal; es ahora que hace falta parar esta oleada de despidos, precariedad y represión mediante una movilización conjunta de los asalariados y asalariadas y de la juventud, que acabe con este gobierno ilegítimo y su política reaccionaria.

Moción 2

Las políticas del gobierno y la patronal exigen hoy una movilización unitaria de toda la izquierda social y política. Todos los partidos, asociaciones, sindicatos, todas y todos quienes rechazan estos nuevos ataques deben reaccionar juntos. Sin condiciones previas, hace falta unirse contra la política del gobierno y de la patronal, para defender las reivindicaciones de los asalariados y las asalariadas y todos los derechos democráticos.

Es indispensable realizar una reunión unitaria que discuta de los medios para realizar estos objetivos, en particular, frente a los contratos de nuevos puestos de trabajo y los de primera contratación, contra los ataques a la Educación Nacional, contra las privatizaciones, contra la ley que glorifica la colonización francesa.

Pero, en vez de organizar una respuesta a la altura de estos ataques gubernamentales y patronales, la dirección del Partido Socialista sólo piensa en las elecciones del 2007, en sus múltiples candidatos, y en reconstruir una nueva «izquierda plural» con los Verdes, los radicales y el Partido Comunista. Lejos de haber extraído las enseñanzas de la experiencia con Jospin y las lecciones del referéndum sobre la Constitución europea, el Partido Socialista ha confirmado, con ocasión de su último Congreso, su adaptación al social-liberalismo, y pretende arrastrar a toda la izquierda en esta política.

La reunión del 8 de febrero, sin orden del día, donde algunos quieren discutir de la alternativa política y otros quieren hablar de un programa de gobierno, no puede evidentemente obtener nuestro asentimiento. No participaremos en esta reunión, ni en encuentros o coaliciones sobre un proyecto político global gubernamental de una izquierda plural número dos. No tenemos vocación de construir una alternativa o un programa de gobierno con los social-liberales. Lo que hace falta es converger hacia una acción y una respuesta unitarias contra la derecha y la patronal.

La LCR confirma su disponibilidad al debate público con todos los partidos de izquierdas en el marco de confrontaciones contradictorias.

Moción 3: «Respondamos a las esperanzas del 29 de mayo!»

Para la LCR, las exigencias planteadas desde hace años por los movimientos de huelgas y por la campaña del 29 de mayo trazan una vía de clara ruptura con las políticas liberales y con las orientaciones social-liberales, reafirmadas una vez más en el transcurso del último Congreso del Partido Socialista.

Desde hace unos meses, hemos trabajado en favor de la unidad de acción y hemos comenzado debates y encuentros con la vista puesta en esta perspectiva; una perspectiva que esperan, concretamente, los y las militantes que se comprometieron con la campaña y los colectivos del «No» de izquierdas.

La lucha por un agrupamiento antiliberal consecuente, luego anticapitalista, es incompatible con la búsqueda de acuerdos gubernamentales o parlamentarios con el social-liberalismo. Verdaderamente hay «dos izquierdas», «dos orientaciones irreconciliables»; una línea de sumisión a los intereses capitalistas y otra de resistencia.

Esta última implica desarrollar una política que corresponda a las necesidades sociales sin temer enfrentarse a los intereses de la burguesía. Esto implicaría, para un gobierno basado en esta orientación, opciones radicales en materia económica e institucional, permitiendo la movilización de la clase trabajadora para imponer sus objetivos porque, todo el mundo lo sabe, las resistencias reaccionarias serían fuertes y decididas.

Ha llegado la hora de escoger una orientación de fondo. Mucha gente dirige su mirada hacia las fuerzas políticas, sindicales, altermundialistas, movilizadas unitariamente (en particular a través de los colectivos constituidos a iniciativa de la Fundación Copernic) para el combate antiliberal y anticapitalista durante la campaña contra el tratado constitucional europeo, y desearía que pudiéramos permanecer unidos, incluso con respecto a las próximas contiendas electorales. Esta esperanza es legítima y la compartimos.

Para responder a ella, debemos construir un agrupamiento unitario bajo la base de una alternativa al liberalismo, de un programa anticapitalista que retome mesdidas de urgencia sociales y democráticas, de un rechazo de toda alianza gubernamental o parlamentaria con los social-liberales, de una perspectiva de transformación radical de la sociedad en base a movilizaciones populares. Para nosotros, no se trata de una cuestión de personas, sino de contenido.

Hoy hay obstáculos que impiden reunir las condiciones para la formación de esas candidaturas. Son las opciones tomadas por los socialistas del «No» que, en el Congreso del P.S., se han adheridido a la síntesis [documento de orientación que ha reunido las tendencias, hace bien poco todavía enfrentadas, del Partido]. Es la política actual de la dirección del PCF, que pretende reunir la izquierda del «No» y la izquierda del «Sí». Estas opciones son contrarias a la esperanza de un gran número de militantes de estos mismos partidos.

Nosotros no nos resignamos ante esta situación. La LCR procurará superar estos obstáculos, desarrollando activamente el debate sobre esta cuestión con los militantes y corrientes presentes en los colectivos del 29 de mayo y a través de las discusiones con el PCF. En todas partes, seguiremos trabajando para que se exprese la dinámica profunda del «No» de izquierdas, y no la tentativa de reconciliar el anti-liberalismo y el social-liberalismo.

Seguiremos trabajando pues por crear condiciones que permitan presentar candidaturas unitarias en las elecciones del 2007, asociando en cantidad suficiente a las corrientes y fuerzas militantes que han hecho posible la victoria del 29 de mayo, en particular al PCF y la LCR y, más allá, a los miles de hombres y mujeres que luchan, día a día, contra los entuertos del capitalismo. Esto se haría en beneficio de esta alternativa que la juventud y la clase trabajadora de este país necesita tanto, y que ya está tardando demasiado.

Mientras prosigue el debate unitario para tratar de dar un contenido y construir una alternativa anticapitalista, la LCR se da ya los medios necesarios para garantizar su presencia en las próximas citas electorales.

Reacciones: PCF, PS y Congreso de la LCR

El Congreso de la LCR ha suscitado numerosas reacciones entre las formaciones de izquierdas, incluso durante su misma celebración. Ya el primer día, la dirección del PCF publicaba una respuesta a una declaración televisada de Olivier Besancenot, en la que tendía «una mano fraternal al Partido Comunista»: «El PCF siempre acoge de buen grado un caluroso apretón de manos, pero ahora se trata sobre todo de formar con nuestro pueblo una cadena humana gigantesca. Debemos forjar un nuevo agrupamiento antiliberal capaz de batir a la derecha. Y, para conseguirlo, hace falta desarrollar la acción y el debate francamente, delante de todo el mundo… Hemos aprendido las lecciones del pasado. Hace falta innovar en la izquierda. Hace falta que todo el mundo trabaje en eso…»

Al fin del congreso, el domingo por la tarde, nueva declaración de la dirección del PCF: «La LCR llega al momento en qué deberá escoger. O bien se queda a un lado del camino, esperando a junio, considerando que, de hecho, la izquierda está condenada a sucumbir al social-liberalismo. O bien se comprometo plenamente en una dinámica popular y ciudadana por construir un proyecto antiliberal que cambie verdaderamente la vida de la gente, un agrupamiento tan amplio como sea posible de la izquierda para construir una mayoría política. Es una lástima que la LCR parezca optar por la resignación».

Por su parte, el PS, por boca de su primero secretario, François Hollande, declaraba en la radio: «Sólo hay una izquierda, la izquierda que quiere gobernar, y hay una extrema izquierda, que prefiere esperar la revolución. Que espere pues la revolución, yo respeto esta opción».

Retengamos finalmente la reacción de Gérard Filoche, uno de los representantes del «No» de izquierdas en el seno del Buró Nacional del Partido Socialista: «El Congreso de la LCR ha debatido entre dos falsas alternativas: rehusar cualquier unidad de la izquierda y presentar a Besancenot como candidato (…) o esperar a la posibilidad de una unidad parcial, necesariamente condenada al fracaso, con un candidato LCR-PCF, excluyendo al PS y sin ser claro, por otra parte, con respecto a la renuncia [en favor del candidato de izquierdas mejor situdo] en la segunda vuelta de las elecciones (…) Sólo hay una opción política, a la vez realista y posible: una candidatura única de toda la izquierda desde la primera vuelta». Si queremos batir la derecha a la segunda vuelta, «más vale tomar la iniciativa y tener el coraje de compremeterse en el debate antes de la primera vuelta, discutir de un programa común y designar acto seguido al candidato común, incluso socialista». A seguir con atención…