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Aministía Internacional y la organización norteamericana Human Rights Watch han condenado su uso

Suecia fabrica y exporta bombas de racimos

Fuentes: suramericapress

En mayo de este año, la Comisión de Relaciones Exteriores del parlamento sueco decidió impulsar la prohibición mundial de las bombas de racimos tras el escándalo mundial por la masacre de civiles en Libano después de los bombardeos israelíes del pasado año. Pese a ello, Suecia prosigue abasteciendo a las tropas norteamericanas en Irak con […]

En mayo de este año, la Comisión de Relaciones Exteriores del parlamento sueco decidió impulsar la prohibición mundial de las bombas de racimos tras el escándalo mundial por la masacre de civiles en Libano después de los bombardeos israelíes del pasado año. Pese a ello, Suecia prosigue abasteciendo a las tropas norteamericanas en Irak con esas municiones e instala misiles similares en sus aviones de combate Jas-Gripen.

Después de los ataques de Israel contra el Libano a mediados del pasado año, distintos organismos internacionales se movilizaron para reclamar la prohibición total de las bombas racimos.Aministía Internacional y la organización norteamericana Human Rights Watch han condenado su uso. «Los daños a la población civil son inaceptablemente altos» sostuvo Hanny Megally, director de HRW.

El Comité Internacional de la Cruz Roja también ha exigido su prohibición total. Es que la Convención de Ginebra sólo permite utilizar este tipo de bombas contra objetivos militares.En febrero de este año, 46 países se reunieron en Oslo para acordar una declaración sobre la prohibición de bombas racimos.

Posteriormente, unos 80 países -que incluyen tanto a quienes las producen como a los que las almacenan y emplean- han apoyado su eliminación. Pero en los hechos, nada pasa.

En mayo, la comisión constitucional del parlamento sueco aprobó una declaración en apoyo a la prohibición internacional de esas armas.

Pero pocas horas más tarde, el entonces ministro de Defensa, Mikael Odenberg, emitió una declaración destacando que la prohibición no incluía la munición incluída en el Jas Gripen, que es considerada una bomba racimo. Según Odenberg, el arma del caza de combate sueco es «segura» y no provoca víctimas entre los civiles. El Jas Gripen carga un misil que una vez disparado, y cuando se acerca al blanco, estalla y abre 72 pequeñas bombas que se distribuyen en un área equivalente a 16 canchas de fútbol. Pero además del armamento del Jas-Gripen Suecia desarrolla otros proyectiles que caben dentro de la definición de bombas racimos.

La fábrica de Saab Bofors Dynamics de Karlskoga le proporciona a Estados Unidos granadas que al detonar expanden miles de puntas de acero.En este caso la contradición con la declaración de apoyo a la eliminación de este tipo de proyectiles, se suma a la violación de otra disposición. El material de guerra sólo puede exportarse para satisfacer las necesidades de la defensa del país o por razones de seguridad, según resolución del parlamento, pero Saab Bofors Dynamics de Karlskoga está dedica a la fabricación de granadas ADM 401 exclusivas para el ejército norteamericano. La misma no forma parte del arsenal sueco.

La granada ADM 401 está destinada a «blancos suaves» es decir que están destinadas a matar personas. Según un folleto de propaganda distribuido en una feria internacional de armas en Londres, el lanzagrandas Carl Gustav (que emplea ADM 401 como munición) ha sido muy efectivo en Irak donde es usada por el ejército norteamericano y ha sido utilizada sobre ciudades y en medio de la población civil.

La Defensa sueca por su parte no ha adquirido la granada ADM 401. «La exportación de la misma está en contra de las directrices del parlamento, que sostiene que sólo se puede exportar si es bueno para la defensa o la política de seguridad del país» sostiene Rolf Lindahl, experto del comercio de Armas de la organización Svenska Freds.

Existen «reglas» internacionales prohibiendo determinado tipos de armas. La Convención de Haag de 1907 establece que los soldados no pueden provocar heridas, daños o sufrimientos innecesarios. Un añadido a la Convención de Ginebra de 1977 señala que se debe diferenciar entre objetivos civiles y militares.

Sin embargo siempre se encuentran caminos para evadir estas limitaciones. Expertos vendedores sostienen que la forma en que se emplea el arma es determinante. Si una granada de racimo mata sólo soldados, no contradice los convenios internacionales, pero si en la misma acción también provoca víctimas, es ilegal. Asi se traslada la responsabilidad sólo al que se equivoca en usarla.