Segunda semana de bombardeos en Gaza y segunda semana que Cork sale a la calle para exigir el cese del fuego en la misma. Comenzando en Daunt Square, punto que une dos de las principales calles de la ciudad, la manifestación ha tenido el mismo recorrido inicial que la semana pasada, aunque sin sentada en […]
Segunda semana de bombardeos en Gaza y segunda semana que Cork sale a la calle para exigir el cese del fuego en la misma. Comenzando en Daunt Square, punto que une dos de las principales calles de la ciudad, la manifestación ha tenido el mismo recorrido inicial que la semana pasada, aunque sin sentada en esta ocasión, llegándose a la estación principal de autobuses, próxima al lugar, tras atravesar St. Patrick St. y bordear parte del río Lee en uno de los tramos en que se encuentra dividido en dos, convirtiendo a Cork en una segunda isla dentro de Irlanda. En la misma mañana se llevo a cabo una recogida de ropa y alimentos dirigidos al lugar afectado.
Sin embargo y como suele suceder, aquellos que desean el fin de la violencia no caminan por la misma acera que aquellos que del mismo modo muestran su descontento como parte de una agenda que les hace acudir a rueda de prensa para estar a bien con la opinión pública. Y es esa acera la misma por la que camina uno de los líderes que alimentan a los políticos y que por ellos es mimado: la banca, la cual parece no tener interés alguno en que esta catástrofe humanitaria llegue a su fin.
Y es que, de dicha catástrofe terminar, podría contribuir a la concesión de esos derechos que hace mucho perdieron los palestinos en su tierra, lo cual podría llevar a su vez a presiones hacia el gobierno israelí para deshacer ese muro que estruja a Gaza, lo cual nuevamente podría suponer morder unas oscuras garras constructoras, garras que construyen a base de garrotazos.
Y es el Banco de Irlanda el músculo que hace que esas garras estén sedientas de sangre y con ladrillo en mano dispuestas a seguir construyendo afianzando con cimientos ensangrentados, al ser el principal accionista de una de las dos compañías que poseen le empresa que se dedica a la construcción del muro1 que asedia al casi millón y medio de personas condenadas a vivir en el lugar y época equivocados.
Nesher Israel Cement Enterprises es desde 1925 líder en la industria de la construcción de Israel, a la cabeza en el abastecimiento de los mercados local y extranjero2, y filial de Mashav Initiating & Development Ltd., cuyas acciones se reparten Clal Industries and Investments Limited (Industrias e Inversiones Clal Limitada) con el 75% y Cement Roadstone Holdings (CRH) con el 25%3.
Clal Industries and Investments Limited, establecida en 19564, adquiere, crea y desarrolla compañías en industrias tales como alta tecnología, electrónica y biotecnología, comunicaciones, infraestructura, papel y cartón, sector textil y la gestión de fondos de capital de empresa5.
CRH, uno de los líderes mundiales en su sector6, y creada en 1970 por la fusión de una compañía productora de cemento y otra encargada de producir materiales de construcción de carreteras7, tiene su sede en Irlanda, con el Banco de Irlanda como mayor accionista8, opera en 34 países, da empleo a unas 92 000 personas y se centra en tres campos principalmente: materias primas, productos de construcción de valor añadido y distribución de materiales especiales de construcción9. Igualmente, se divide en seis partes, estando tres de ellas (denominadas Oldcastle) en America y las otras tres en Europa10.
Así pues, dentro de CRH, el Banco de Irlanda devora parte del pastel, y por ende, se beneficia profundamente del interés aislacionista y asfixiante que demuestra Israel tener tras cerca de las 1000 muertes que su cerco y ataque sobre Gaza ha provocado, tal y como dijo el presidente de la compañía, Liam O´Mahony, al afirmar su implicación en dicha construcción11.
