Mohamed soñaba con una vida mejor como miles de inmigrantes. Su largo viaje desde Afganistán concluyó en Banja Koviljaca, al oeste de Serbia, un país de tránsito para muchos de los que esperan alcanzar el territorio de la Unión Europea.
Mohamed, de 36 años, era profesor de artes marciales en Herat, la tercera ciudad más importante de Afganistán. Explica a la agencia France Presse que se ganaba bien la vida, pero que todo cambió un día cuando fue abordado por los talibán, quienes le propusieron unirse a ellos, «algo que no podía, en ningún caso, aceptar».
Tras unas consultas con sus allegados, Mohamed comprendió que no podía permanecer más tiempo en Herat. Decidió dirigirse a la vecina Irán con la esperanza de poder rehacer su vida. Pero el desencanto llegó muy pronto. «Los extranjeros no son bien recibidos en Irán», se lamenta.
A continuación, Mohamed comenzó un largo peregrinaje hacia Europa, de manera clandestina, en condiciones que descri- be como «difíciles y peligrosas», atravesando Turquía, Grecia y Macedonia para llegar finalmente a Serbia, donde fue detenido por la Policía.
Las 41 personas que se encuentran en el campo de Banja Koviljaca fueron «detenidas cuando llevaban a cabo intentos ilegales de atravesar nuestro territorio», explica el director del centro de retención de extranjeros, Robert Lesmajster.
El establecimiento se encuentra perdido entre las montañas, cerca de la frontera con Bosnia-Herzegovina.
«Utilizan su derecho a pedir asilo (político) y permanecen entre nosotros esperando que se analicen sus casos. La mayoría de ellos, sin embargo, son inmigrantes con motivaciones económicas, por lo que sus demandas de asilo político son generalmente rechazadas», añade Lesmajster.
«No he venido para pasármelo bien ni para ganar dinero, sino para huir de la amenaza de los talibán», asegura Mohamed, el único del campo que acepta responder a la prensa. En cualquier caso, opta por utilizar un nombre falso.
«Mi padre me dijo que viniera a Europa, porque aquí comprenderían mi problema y me ayudarían. Pero, ya ves, llevo aquí más de seis meses y… nada», cuenta. Califica la espera de «angustiosa y desesperante».
Serbia ha adoptado una estrategia en toda regla para hacer frente a los inmigrantes sin papeles, explica un alto responsable de la Policía de Fronteras, Mitar Djuraskovic.
La lucha contra los inmigrantes que carecen de la documentación requerida es, precisamente, uno de los puntos en los que la Unión Europea ha insistido especialmente para que a los ciudadanos serbios se les permita entrar sin visado en el espacio Schengen.
Desde 2006, los policías de los países de la región -Eslovenia, Croacia, Montenegro, Bosnia-Herzegovina, Macedonia y Serbia- se han asociado para llevar a cabo investigaciones y actividades comunes en la lucha contra la inmigración, añade este responsable del Ministerio serbio del Interior.
«El año pasado, 539 ilegales fueron interceptados (en Serbia). Hemos puesto en marcha patrullas y centros de acogida comunes (entre los distintos países de la región), poseemos un sistema de alerta común. Todo ello, con el objetivo de desarrollar nuestro trabajo de la manera más eficaz posible», añade Djuraskovic.
Según explica, los inmigrantes interceptados en Serbia provienen generalmente de Afganistán, Irak, Etiopía, China y Moldavia.
La Policía serbia anunció en abril que había detenido a diez personas sospechosas de pertenecer a una red que introducía clandestinamente a ciudadanos chinos en la Unión Europea.
Djuraskovic sabe que será «imposible erradicar completamente el problema de la inmigración ilegal». Subraya que en los Balcanes, como en otras zonas del mundo, se ha registrado «un incremento de esta inmigración después de que sucedieran distintas catástrofes en todo el mundo, como conflictos, crisis económicas o terremotos».
Mohamed espera. Quiere mantener la esperanza de que su solicitud de asilo político será aceptada. ¿Cuándo? «Nadie lo sabe, no tengo información», responde con cierta amargura e impaciencia