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Los grupos popular y liberal bloquean en el Parlamento Europeo la ampliación de la baja por maternidad

La defensa de la familia

Fuentes: Rebelión

Todos estamos habitados por contradicciones; y en ese todo caben tanto individuos como organizaciones sociales y políticas. La palabra se contradice con la acción, las teorías se estrellan contra los hechos, y lo que se proclama como consigna muchas veces no tiene nada que ver con lo que se promueve o aplica a la hora […]

Todos estamos habitados por contradicciones; y en ese todo caben tanto individuos como organizaciones sociales y políticas. La palabra se contradice con la acción, las teorías se estrellan contra los hechos, y lo que se proclama como consigna muchas veces no tiene nada que ver con lo que se promueve o aplica a la hora de la verdad. Pero hay grados de incoherencia. Las discrepancias que en unos suenan como chirridos, en otros se alzan con generoso estrépito.

Los grupos popular y liberal europeos, entre los que se incluye el Partido Popular español, los defensores en teoría de la familia, han bloqueado en el Parlamento europeo, donde tienen la mayoría, la ampliación de la baja por maternidad hasta las 20 semanas (en España se disfrutan sólo 16 semanas), una propuesta de la comisión de derechos de la mujer que perseguía aumentar la tasa de empleo femenino, favorecer la conciliación familiar e incentivar la natalidad; una medida que se acercaba a las indicaciones de la Organización Mundial de la Salud, que recomienda un tiempo mínimo de 24 semanas para favorecer la lactancia materna y garantizar un mejor desarrollo del bebé.

Paradójicamente, las repercusiones de la votación (tendrá que ser ya el nuevo Parlamento quien aborde este tema) no han suscitado apenas polémica ni debate; quizás porque estos asuntos siguen considerándose exclusivos de la mujer, y por ello se circunscriben a los ámbitos privado y familiar de una forma desfasada y anómala; se les niega la verdadera trascendencia que tienen en la organización social. Pero estos hechos muestran la tremenda fosa que en los partidos políticos situados a la derecha separa la teoría de la práctica cuando se trata de legislar para que los padres pasen más tiempo con sus hijos, en este caso, con los recién nacidos; cuando se trata de promover la conciliación familiar; cuando se defiende, de verdad, a la familia; a la familia real y no a una hipótesis de familia, como la encarnada por todos los nasciturus del mundo.

Pero lo más llamativo es el argumento empleado para negar la propuesta defendida por la «izquierda» de la Cámara. Populares y liberales aducen que con esta medida la mujer podría correr el riesgo de resultar «dañada», al dificultar que una empresa le dé trabajo, según la eurodiputada Astrid Lulling. Pero, siguiendo esta misma lógica, ¿por qué se oponen entonces a cualquier medida de discriminación positiva que garantice por ley la igualdad real de mujeres y hombres en empresas y partidos políticos? Y además, ¿si tienen tal grado de desconfianza hacia las actuaciones empresariales, no sería más lógico legislar, en todo caso, en beneficio de la familia y de su bienestar, y vigilar luego el estricto cumplimiento de la ley?

La verdad es otra. Los conservadores, cuando se oponen a la ampliación de la baja maternal -como cuando apoyan la liberalización comercial y la extensión ad infinitum de los horarios laborales, aunque esto impida que las familias pasen más tiempo juntas-, no hacen otra cosa que seguir las directrices emanadas de la patronal europea a través de, entre otras organizaciones, Business Europe. Hay que recordar que este lobby empresarial, que extiende sus tentáculos ideológicos en 60 grupos de trabajo y más de mil expertos, semanas antes de la votación se manifestó en contra de esta medida, argumentando que podía afectar a la competitividad de las empresas y retrasar la salida de la crisis económica. Para la patronal europea 14 semanas son suficientes para garantizar la salud de la madre; debe ser que cuentan también con «expertos» en salud reproductiva. Business Europe la conforman 39 organizaciones de 33 países, entre ellas la española CEOE.

Confieso que hasta hace muy poco dudaba si votar o no en las elecciones al Parlamento europeo; ya he decidido que lo debo hacer; aunque luego mi frágil ilusión se resquebraje contra los muros de esta Europa fortaleza.