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Referéndum sobre el Tratado de Lisboa en Irlanda

Lisboa, profanando los tiempos

Fuentes: www.altermundo.org

El tiempo juega, con pasmosa frialdad, a favor del poder. Cualquier lucha ciudadana se enfrenta sin distinción a este factor insalvable que siempre acaba amparando los intereses político-económicos. Mantener la intensidad de las movilizaciones sociales, por justas que estas sean, durante mucho tiempo es un imposible para la ciudadanía, sobre todo porque esta financia sin […]

El tiempo juega, con pasmosa frialdad, a favor del poder. Cualquier lucha ciudadana se enfrenta sin distinción a este factor insalvable que siempre acaba amparando los intereses político-económicos. Mantener la intensidad de las movilizaciones sociales, por justas que estas sean, durante mucho tiempo es un imposible para la ciudadanía, sobre todo porque esta financia sin quererlo a su enemigo, que de este modo tiene recursos de sobra para seguir ahí. Hasta que cedan.

Un ejemplo de esto acontece con el Tratado de Lisboa [1], una «constitución» [2] disfrazada que debe ser aprobada sí o sí, si es necesario -que lo es- pasando por encima de la quimera esa de la soberanía popular, que por lo general siempre es respetada -al menos sobre el papel- durante cuatro o cinco años, lo que suelen durar las legislaturas en los gobiernos de la UE. Sin embargo, en este caso hasta el tiempo es profanado.

Si en 2005 los pueblos de Francia y Holanda, después de una acertada actividad informativa de los movimientos sociales, enterraban la «constitución» europea; en menos de dos años, los jefes de Estado y de Gobierno de la UE se vieron nuevamente legitimados para volver a la carga con el maquillaje del Tratado de Lisboa, pero esta vez sin darle voz a la ciudadanía. No vaya a ser. Y los pueblos, exhaustos, callaron. Si en junio de 2008, los irlandeses e irlandesas decían no al citado Tratado, en poco más de un año, el poder reitera su empeño y convoca una nueva consulta para el próximo 2 de octubre. Hasta que digan sí. O sí. La oposición de los movimientos sociales y políticos irlandeses opuestos a Lisboa fue esta vez muy endeble. Era cuestión de tiempo. De poco tiempo. [3]

Todo lo que rodea la aprobación del Tratado de Lisboa [4] es una barbaridad que roza lo dictatorial. Y lo es porque de ser explicado minuciosamente a la gente, y de darle a esta capacidad de decisión, el rechazo sería unánime. En su concepción global, el Tratado pretende sobre todo profundizar en una UE ultraliberal, depredadora, en la que el crecimiento sea el gran objetivo (art. 3) y la competencia el eje rector (protocolo 6), incluso en el campo de los servicios públicos (art. 86 y 87). Una Europa que empeña en la libre circulación de capitales (art. 56 y 57), que apuesta, para mantener su indigna opulencia, por someter a terceros países con tratados de libre comercio [5] y en la que se militariza el «sueño europeo» con el incremento de los presupuestos para armas, potenciación de la OTAN y el apoyo la esos «ataques preventivos» -doctrina Solana- de tan nefasto recuerdo en cualquier lugar del planeta (art. 27 y 28). Ecologistas en Acción [6] y redes como Seattle to Brussels [7] tienen buenos documentos y análisis sobre estos aspectos.

Escondiendo cínicamente cualquier tipo de información a la ciudadanía, esquivando cualquier tipo de debate y despreciando la capacidad de esta para posicionarse ante decisiones que van a tener consecuencias -gravísimas- en la vida de la gente, el Tratado ya ha sido ratificado por 26 de los parlamentos de los estados miembros, a pesar de que los presidentes de la República Checa y Polonia no lo firmaron aún, a la espera de lo que suceda en Irlanda este 2 de octubre, pues sorprendentemente es el único Estado miembro cuya Constitución exige un referéndum.

Para asegurar el «sí» en el antaño tigre celta -fue el primer país europeo en entrar en recesión, lo que cambia el panorama completamente- el Tratado incluye anexos que le garantizan a este país, y sólo la este, que no le va a afectar en temas como el aborto, la neutralidad militar o la fiscalidad. Así, si en junio de 2008 el 53% de los irlandeses dijeron «no» a Lisboa, ahora las encuestas están 46% a 25% a favor del «sí», a pesar de que el «no» avanza y no se descarta una sorpresa. Pero ahí está el tiempo, para que Lisboa triunfe por fin.

NOTAS:
[1] Texto completo del Tratado: http://europa.eu/lisbon_treaty/full_text/index_es.htm
[2] Tratado por el que se establece una constitución para Europa: http://www.consilium.europa.eu/uedocs/cmsUpload/cg00087-re02.es04.pdf
[3] http://tratadolisboa.blogspot.com/
[4] http://europa.eu/lisbon_treaty/index_es.htm
[5] Santos, Manoel. Parar a Europa Global. http://www.altermundo.org/content/view/1899/411/
[6] http://www.ecologistasenaccion.org/spip.php?article10899
[7] http://www.s2bnetwork.org/
[8] Yuste Cabello, Chesús. El Sí a Lisboa retrocede, aunque ganaría. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=91148&titular=el-s%ED-a-lisboa-retrocede-aunque-ganar%EDa-