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Los oscuros objetivos de la propuesta de Estados Unidos de mediar entre Colombia y Venezuela

Fuentes: Rebelión

El rechazo de la República Bolivariana de Venezuela a la pretendida mediación por parte de Estados Unidos en el supuesto conflicto fronterizo entre su país y Colombia, fue manifestado en una reciente declaración del Ministerio del Poder Popular para Relaciones Exteriores de la República Bolivariana de Venezuela. En la declaración se exponen las razones legítimas […]

El rechazo de la República Bolivariana de Venezuela a la pretendida mediación por parte de Estados Unidos en el supuesto conflicto fronterizo entre su país y Colombia, fue manifestado en una reciente declaración del Ministerio del Poder Popular para Relaciones Exteriores de la República Bolivariana de Venezuela. En la declaración se exponen las razones legítimas del gobierno de Hugo Chávez para desconocer el papel mediador de la Casa Blanca.

Al respecto, expresa el comunicado emitido el 17 de noviembre:

«El Ministerio del Poder Popular para Relaciones Exteriores de la República Bolivariana de Venezuela, en relación con las recientes declaraciones de funcionarios del Gobierno de los Estados Unidos sobre su «interés en promover la estabilidad y el diálogo» entre Colombia y Venezuela, desea recordar que la instalación de bases militares bajo el control irrestricto de los Estados Unidos en Colombia constituye el origen de una situación de inestabilidad y de inquietud regional.»

«El desproporcionado despliegue militar estadounidense en suelo colombiano, intenta justificar el gobierno de Colombia como un esfuerzo bilateral de lucha contra el narcotráfico y el terrorismo.»

Más adelante, puntualiza:

«El fortalecimiento de la presencia militar de los Estados Unidos está orientado a proyectar su poder global para disuadir, bajo la amenaza de intervenciones militares, a países que como la República Bolivariana de Venezuela, mantienen una posición crítica en relación con su política imperialista.»

Inconsistencia del papel norteamericano como mediador

De acuerdo con el concepto internacionalmente aceptado, el papel de mediador en un conflicto, como buscador de una solución entre las partes en disensión, debe ajustarse a reglas inviolables tales como:

  • Favorecer el diálogo, la comprensión y la comunicación, la búsqueda de soluciones legítimamente aceptables y la negociación de los acuerdos.
  • La mediación no debe proporcionar desventajas a alguna de las partes en trance, es decir, no debe propiciar ni vencedores o perdedores.
  • La mediación debe orientarse hacia el futuro, atacando las causas reales del conflicto, superándolas y dejándolas atrás. Nunca debe mirarse hacia el pasado.
  • Debe dirigir sus esfuerzos para que las propias partes sean las que encuentren las posibles soluciones al conflicto. Solo ellas podrán decidir el equilibrio adecuado entre pérdidas y beneficios tras un arreglo.
  • Por último y, lo más importante, es que el mediador debe ser totalmente neutral con respecto al conflicto de las partes.

Por supuesto, no todas las mediaciones culminan con éxito. Pero el hecho simple de sentar en una negociación a las partes en conflicto es un paso de avance. La comunicación juega un papel esencial, pues ambos lados conocen sus recelos y resentimientos, sus opiniones y puntos de vista, se llegan a escuchar con respeto y pueden llegar a colocarse en la piel del otro, siempre que prime la transparencia en la discusión de las desavenencias. Sería realmente maravilloso que Venezuela y Colombia analizaran entre ellos, repito, solo entre ellos, su diferendo, pero siempre sobre la base de la honestidad y la transparencia. Quien se deja usar y manipular por otros, sirviéndoles de instrumentos a sus apetencias no puede ser limpio, honesto y transparente en una negociación. Tal es el papel del gobierno colombiano de Álvaro Uribe.

De acuerdo con estos requisitos, los Estados Unidos no pueden ejercer el papel de mediador en dicho conflicto pues ellos constituyen, con su política injerencista y desestabilizadora, el principal escollo en una posible mediación. Sus apetitos hegemónicos, su enfrentamiento a ultranza contra los intentos de los países del ALBA por encontrar unidos sus propias vías de desarrollo, su sed de dominio imperial sobre los recursos naturales de nuestras naciones, así como el empleo de Colombia como punta de lanza de su agresividad contra Venezuela son, en esencia, el principal leí motiv para dudar de su neutralidad. En tal sentido, reafirma nuevamente el comunicado del MPPRE de Venezuela: «Ante esta real situación de amenaza a la estabilidad de la región por parte del gobierno de los Estados Unidos, la propuesta de mediar tiene un claro propósito de desviar la atención de su responsabilidad primaria en la crisis y resulta grosera a los ojos de los pueblos conscientes del mundo.»

La fabricación de conflictos y recelos entre nuestras naciones por parte de EE UU y sus agencias, punto de partida para la fabricación de disensiones en el plano inter americano, son el caldo de cultivo idóneo para justificar su intervencionismo en América Latina, para dar rienda suelta al armamentismo y a las provocaciones.

El principio básico de cualquier negociación entre Venezuela y Colombia, sin emplear la mentira y la desinformación, es darle participación directa a quienes serán siempre los más afectados: nuestros pueblos latinoamericanos, pues como reza un viejo refrán africano: Cuando los elefantes luchan, quien sufre es la hierba. No hay, por tanto, ni debe haber lugar, para el gigante de las siete leguas, dedicado a sacar provecho de las divisiones y conflictos que el mismo fabrica y exacerba.

Al respecto, expresa Fidel en su última Reflexión del 18 de noviembre, titulada La Revolución Bolivariana y la Paz: «Se engañan los que creen que dividiendo a colombianos y venezolanos tendrán éxito en sus planes contrarrevolucionarios. Muchos de los mejores y más humildes trabajadores en Venezuela son colombianos, y la Revolución les ha llevado educación, salud, empleo, derecho a la ciudadanía y otros beneficios para ellos y sus seres más queridos. Juntos, venezolanos y colombianos defenderán la gran Patria del Libertador de América; juntos lucharán por la libertad y la paz.»

Ante las serias y veraces acusaciones con respecto al papel desestabilizador de Estados Unidos en la región, el actual embajador de EE UU en Venezuela trató de justificar el acuerdo entre su país y Colombia, para establecer seis bases militares en el país neogranadino. Con fina hipocresía, expresión del nuevo estilo diplomático de la Casa Blanca en Latinoamérica, basado en un edulcorado regreso a la política del gran garrote, Patrick Duddy dijo que este acuerdo carece de fines agresivos y de peligros para las naciones limítrofes con Colombia. Al respecto, dijo en el día de ayer: «Es un acuerdo entre Estados Unidos y Colombia muy enfocado con la ayuda que estamos brindando a Colombia para lidiar con problemas internos por dentro de Colombia».

Retomando las manidas y dudosas propuestas de que EE UU medie en el conflicto entre las dos naciones, Duddy expresó: «Washington ha dicho que estamos listos para ayudar al diálogo, apoyamos el diálogo y la cooperación por todo el hemisferio».

El gobierno bolivariano, por supuesto, duda de las buenas intenciones de la Casa Blanca para mediar en su conflicto con Colombia y tiene razón en hacerlo, pues el papel mediador de Estados U/nidos en pasados conflictos internacionales ha dejado mucho que desear. Siempre ha estado al lado del más fuerte, siempre se ha aliado con aquellos alineados a sus objetivos de dominación y ha gozado de una descarada parcialidad. Por ello, apunta también la declaración del MPPRE: «Venezuela considera que si los Estados Unidos tienen un real interés en colaborar para promover el diálogo y la estabilidad regional deben desistir en su intención de convertir a Colombia en la base de operaciones de su estrategia regional de dominación. y control sobre los países de América del Sur.»

Muchas naciones y personalidades han querido participar en el rol de mediador en el diferendo entre estas dos naciones, separadas por una larga frontera de cerca de 2 216 kilómetros limítrofes. Colombia, por su parte ha recabado la mediación de España mientras que, por su parte, el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, se ha mostrado dispuesto a ayudar a dirimir el contencioso entre Venezuela y Colombia.

La solicitud de mediación por parte de España fue realizada por el ministro de RR EE colombiano, Jaime Bermúdez, directamente con su homólogo español, Miguel Ángel Moratinos. Esta solicitud fue dada a conocer por el propio Bermúdez:«El gobierno de Colombia solicitó a España explorar mecanismos de verificación y monitoreo de la situación que se vive en la frontera con Venezuela, así como de los casos de los colombianos que en los últimos días han sido asesinados y detenidos en ese país».

Por parte, Lula confía contribuir a enfriar las tensiones entre ambos países en la reunión de países amazónicos de Manaos, a celebrarse el 26 de noviembre. Lula, dotado de un enorme prestigio internacional, puede lograr algo con respecto al diferendo, al menos sentar frente a frente a los mandatarios de ambas naciones. Sin embargo, mientras Uribe se mantenga apegado a la carrera armamentista de Estados Unidos en el continente, es difícil esperar un arreglo negociado.

Honduras: un ejemplo del papel parcializado del rol mediador de Estados Unidos

Mucho tuvo que esperar el confiado Manuel Zelaya Rosales para percatarse de que estaba siendo manipulado por la mediación llevada a cabo entre Oscar Arias y la Casa Blanca, mediante la cual arrebataron la iniciativa a la ONU, la OEA, UNASUR y a otros organismos internacionales, para dar una solución urgente y justa a la crisis política desatada por y con posterioridad al golpe de estado en su país.

Mientras países como Cuba, Venezuela, Nicaragua y Bolivia denunciaban la maniobra para escamotear una solución legítima y constitucional al problema político hondureño que no era otra cosa que la restitución de Zelaya a la presidencia, tanto en la OEA, la ONU y la Unión Europea se condenaba con timidez y cómplice complacencia a los golpistas.

Por su parte, la política aparentemente incongruente de la administración Obama, criticada por muchos por sus indefiniciones, no era cosa que una jugada inteligente para armar un segundo golpe de estado en las propias narices de la confundida comunidad internacional. Las bravuconerías de Micheletti, sabiéndose impune y apoyado por la ultraderecha conservadora norteamericana, despertaron recelo en unos pocos e indiferencia en casi todos.

La verdad es que la confianza en Obama traicionó a todos. Su retórica de los primeros días de mandato hizo pensar en un cambio en su política internacional, escamoteando ante los demás el continuismo de la política ultraderechista norteamericana. La zanahoria fue aparentemente mayor que el garrote ocultado en las sombras, pero siempre dispuesto a ser descargado con un golpe contundente.

Cuando se acercan las próximas elecciones del 29 de noviembre todo parece indicar que ha llegado el momento de abrir los ojos ante la realidad. Ya Zelaya se ha percatado que cayó en la trampa de una macabra mediación aupada por Estados Unidos y santificada por una dividida e inconsecuente OEA. El supuesto veleidoso comportamiento de Obama con respecto a Honduras, negando al principio la existencia de un golpe de estado en ese país y su tácita bendición a unas inconstitucionales elecciones repudiadas por el pueblo, han sido el precio del engaño.

Mucho se ha dicho de un segundo golpe de estado en Honduras, tras la maniobra implícita de la mediación que condujo a los Acuerdos de San José, llenos de indefiniciones y vaguedades, de incongruencias de todo tipo, que los llevaron a ser burlados por Micheletti y sus cómplices por un lado, como a ser aceptados por una parte de la comunidad internacional.

La asonada verdadera del 28 de junio fue peligrosa, es cierto. Pero más peligrosa y de dimensiones incalculables lo será la nueva asonada del 29 de noviembre. Si en la primera participaron las FF AA hondureñas, con los generales Romeo Orlando Vásquez Velásquez, Luis Javier Prince Suazo, Miguel Ángel García Padgett y el Contra Almirante Juan Pablo Rodríguez, a la cabeza; así como 15 integrantes de la Corte Suprema de Justicia y del poder judicial; 122 miembros del Congreso con Roberto Micheletti como jefe; Ramón Custodio López, Comisionado de Derechos Humanos; y el Consejo Hondureño de la Empresa Privada (COHEP) y sus 62 organizaciones de empresarios adinerados; en la segunda asonada son más los comprometidos. El golpe inicial se aprobó en Washington y en el Pentágono, esa es una verdad de Perogrullo, que no puede escamotearse con mentiras ni falsa retórica democrática.

El segundo golpe, el más doloroso, se fabricó en el mismo lugar, pero con más implicados. Mientras unos permanecerán detrás del telón el venidero 29 de noviembre, lavándose las manos como Poncio Pilatos, muchos ya han bendecido la mediación de Oscar Arias, de una débil e irrespetada OEA y de un siempre impune Estados Unidos, acudiendo a la amañada cita electoral en calidad de supuestos observadores.

El circo electoral los reunirá a todos: desde representantes de los gobiernos de Estados Unidos, Panamá y Francia, hasta la Unión Europea. No faltarán los representantes de la Internacional Liberal y la InterAmerican Bar Association de EE UU, los ex presidentes Jorge Quiroga (Bolivia), Armando Calderón Sol y Alfredo Cristiani (El Salvador), Vicente Fox (México), Lucio Gutiérrez (Ecuador), Alejandro Toledo (Perú), Vinicio Cerezo, Álvaro Arzú y Roberto Carpio Nicolle (Guatemala); el ex embajador de Estados Unidos en Honduras, James Creagan y Armando Valladares, ex representante norteamericano ante las Naciones Unidas; el presidente del Senado chileno, Jovino Novoa; y muchos otros oportunistas alabarderos es de esperar se sumarán, a última hora, al corrillo de complacientes con la mediación de Washington.

Otros que asistirán a consumar el golpe definitivo contra Zelaya son la Federación Interamericana de Abogados, el Comité Coordinador de Asociaciones Agrícolas, Comerciales, Industriales y Financieras (CACIF) de Guatemala, así como las Fundaciones Konrad Adenauer y Nauman (Alemania).

El acuerdo mediador de la Casa Blanca con los golpistas hondureños, que presupone la exclusión de Zelaya, o tal vez su colocación por unos breves días luego de las amañadas e inconstitucionales elecciones, ha implementado también una supuesta Comisión de la Verdad. Al respecto, dice Eva Golinger en un artículo del pasado 6 de noviembre de 2009: «Según el «acuerdo», una comisión de la verdad supervisará la implementación de los términos acordados. Hoy anunciaron que la comisión será liderada por una ficha de Washington, el ex presidente chileno, Ricardo Lagos. Promotor de las políticas neoliberales de Washington, Lagos es co-director de la Junta Directiva del Diálogo Interamericano, un centro de pensamiento estadounidense de la derecha que analiza los temas relacionados con América Latina. También fue encargado por la National Endowment for Democracy (NED) para crear una versión chilena, la Fundación Democracia y Desarrollo, para «promover la democracia», al estilo estadounidense en la región. Al salir de la presidencia en Chile, Lagos fue Presidente del Club de Madrid – un club exclusivo de ex presidentes dedicados a «promover la democracia» por el mundo. En ese «club», también figuran personajes vinculados con la desestabilización de los gobiernos de izquierda en América Latina como Jorge Quiroga y Gonzalo Sánchez de Lozada (ex presidentes de Bolivia), Felipe González (ex primer ministro de España), Václav Havel (ex presidente de la República Checa) y José María Aznar (ex primer ministro de España), entre muchos otros.»

El pueblo hondureño, que ha rebasado al confiado e iluso Manuel Zelaya en sus demandas, y quien en realidad ha puesto los muertos y heridos frente a la represión, no cesará la lucha contra el golpismo. Su legítimo representante, el Frente Nacional de Resistencia contra el golpe de Estado, ha puesto las cartas sobre la mesa: no participarán en las elecciones de noviembre y desconocerán sus resultados. Al respecto, declaró el Frente:«Convocamos a la población organizada y no organizada a sumarse a las acciones de repudio de la farsa electoral y a promover las acciones de desobediencia civil que realizaremos amparamos en el artículo 3 de la Constitución de la República, que nos da derecho a la desobediencia y a la insurrección popular».

Mientras tanto Ian Kelly, el portavoz de la Casa Blanca, todavía pugnaba por continuar engañando al mundo, haciendo valer la doble cara de la política norteamericana hacia Honduras. Con desfachatez, expresó hace unas horas:«Hemos sido muy explícitos en cuanto a que reconocemos a Zelaya como el líder democráticamente electo de Honduras». (…) «Seguimos comprometidos con la aplicación del acuerdo Tegucigalpa/San José. Y mantenemos esta posición».

Las mediaciones estilo USA

Estados Unidos asume el papel de mediador según su propia conveniencia y así lo ha hecho en cada conflicto en que ha intermediado. Su final ha sido siempre clara, aunque cada una de sus administraciones haya actuado con mayor o menor hipocresía política.

Uno de estos casos fue el papel mediador de Estados Unidos en la disputa en Pakistán y la India en torno a la región de Cachemira. Aparentando defender la paz en la región, el ex presidente Bush, trató a toda costa de aparentar el zanjado de la disensión entre ambos países que data desde la década de los 40 del siglo pasado.

Estados Unidos presionó a Paquistán para que le permitiera agredir supuestos focos terroristas de AlQaeda desde su territorio, así como se alejara del proyectado acuerdo con Irán de construir un gaseoducto que pasaría por su territorio y por la India. El mismo argumento fue usado para presionar al gobierno hindú, país también beneficiario de la construcción del proyecto gasífero iraní.

Otra descarada mediación norteamericana tuvo lugar durante la administración Clinton, cuando la Casa Blanca intervino para mediar en el contencioso entre Israel y Palestina. En este caso, la parcializada y permanente posición norteamericana a favor del sionismo dio al traste las conversaciones de Camp David entre el primer ministro israelí, Ehud Barak, y el presidente Yasser Arafat.

El irrespetuoso comportamiento de Israel en las conversaciones y su permanente agresividad militar contra el indefenso pueblo palestino, su negativa ante cuestiones como la soberanía de la Franja de Gaza y Cisjordania, la negación del derecho a que exista un Estado palestino en dichas áreas, así como la solución a los problemas del oriente de Jerusalén, de los Altos del Golán y de las Granjas de Shebaa, son parte de las maniobras tratadas de negociar supuestamente y bendecidas ocultamente por Washington en un hipócrita papel de mediador.

Estados Unidos ha sido el promotor directo de los conflictos de Israel y Palestina, al no haber usado sus resortes de convencimiento con sus aliados sionistas para resolver el incremento de los asentamientos judíos en territorios palestinos, el acuciante problema de los centenares de miles de refugiados palestinos y, sobre todo, reforzar la paz en la región. Por el contrario, EE UU usa a su socio judío para sabotear la convivencia pacífica en el Medio Oriente, promoviendo conflictos con Siria, Líbano e Irán.

Otra hipócrita mediación promovida por Estados Unidos fue en ocasión de la Guerra de las Malvinas, conflicto desatado entre Inglaterra y la Argentina en 1982. El viejo diferendo que ha dado lugar al legítimo reclamo de los argentinos sobre la soberanía de estas islas, data de 1833, cuando las mismas le fueron usurpadas por la fuerza por la colonial corona inglesa.

No le importaron a la Casa Blanca los 649 militares argentinos masacrados por las sofisticadas armas de guerra usadas por los ingleses. Estados Unidos aparentaba mediar en el conflicto pero, por la espalda, apoyaba con recursos e información de inteligencia a Gran Bretaña.

Estados Unidos nunca reconoció el legítimo derecho argentino a la soberanía de las islas Malvinas, por el contrario, propuso la retirada incondicional de las tropas gauchas del territorio. La hipocresía de la administración de Ronald Reagan en este proceso negociador fue siempre parcializada a favor de la potencia inglesa y de la OTAN.

Al analizar todos estos hechos en relación con el papel de supuesto negociador en el mundo, no cabe la menor duda de que la posición de la República Bolivariana de Venezuela de no aceptar el papel mediador de Estados Unidos, es sumamente inteligente y cauta.

Los que han pecado de confiar en la Casa Blanca a lo largo de la historia, no importa cuál sea el ropaje que asumen sus mandatarios o la retórica que usen, corren el riesgo de ser engañados o defraudados en el menor de los casos. En el peor de ellos, como se pretende hacer con Venezuela mediante esta sucia y prometida negociación, se corre el peligroso riesgo de desaparecer de la faz de la tierra.

Rebelión ha publicado este artículo a petición expresa del autor, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.