Estas elecciones prometen pasar a la historia por motivos diversos que muy escuetamente intentaré esbozar. Si se ha de creer en las encuestas, para lo cual hace falta una gran dosis de ingenuidad, la derechista Alianza por Suecia, recibiría el respaldo de las urnas para gobernar cuatro años más. Las encuestas son, como es sabido aunque no siempre explicitado, instrumentos del sistema para influir en la conducta política de los ciudadanos. Y son además empresas para ganar dinero y por tanto una mercadería más de consumo destinada a amoldarse a los deseos del cliente. Esto no excluye que en el caso de sondeos electorales los deseos del cliente coincidan con la realidad.
De acuerdo a lo dicho habría quedado despejada en esta última semana la incógnita sobre el resultado de las elecciones.
Un vuelco verdaderamente sorprendente si se mira el proceso a partir de las elecciones del 2006. En ellas la Alianza obtuvo una escasa mayoría de apenas un 2% y como si se hubiera producido un arrepentimiento colectivo, dos meses después de los accidentados comienzos del gobierno de Reinfeldt, más del 50% de los ciudadanos apoyaban la oposición rojiverde. Y esa ventaja se mantuvo, con algunas oscilaciones aunque con tendencia decreciente, durante casi todo el mandato, prácticamente hasta junio de este año. Hasta llegar a los días previos a la votación en que sorprendemente y en un bombardeo mediático inusitado, con la televisión y la radio «públicas» haciendo punta, en la carrera ascendente de la derecha, a la cima de la mayoría propia.
Como esta última posibilidad es menos creíble, incluso para los «convencidos» , un escollo importante por sus consecuencias, ha surgido en el camino de la Alianza: la prácticamente segura entrada del xenófobo partido Sverigedemocraterna al Parlamento, al superar holgadamente la temida barrera del 4% de los votos. Si a ello se agrega que el Partido de Centro tras la desastrosa gestión de su líder Maud Olofsson, arriesga quedar fuera, una complicada situación política de inestabilidad es una perspectiva probable. Como más allá de la fachada, las derechas no resultan tan «civilizadas» y democráticas como pregonan , no es descartable un entendimiento aliancista con el nuevo indeseado miembro del Parlamento. Algo que la oposición rojiverde ha descartado categóricamente.
Si finalmente llega a volver a gobernar la derecha, algunas conclusiones pueden adelantarse:
-No habrá medidas concretas para combatir las consecuencias del cambio climático, un tema crucial que deliberadamente ha sido» ignorado» en el debate electoral, cuyas consecuencias humanas y económicas se han hecho sentir en el mundo y en Suecia.
– Aumentará el alto nivel del paro, ya que se prevé que aun con recuperación no habrá creación de empleo.
-La brecha entre los bien situados, a los que este gobierno ha favorecido, y los marginados se ahondará.
-Las privatizaciones adquirirán mayor impulso, especialmente en el jugoso sector de la salud con lo que nuestros nietos se encontrarán como en «la madre patria» de Amerika.
-Utilizaremos la energia nuclear, cada vez más peligroso en la situación de previsibles catástrofes «naturales».
-Los jóvenes suecos seguirán -si lo aceptan- siendo carne de cañon al servicio de intereses ajenos, como en Afganistán. Entre muchas otras consecuencias.
Fuente: http://liberacion.se/?p=769