La campaña de la sociedad civil por la abolición de las armas nucleares puede reavivarse gracias al éxito de las revueltas populares en Egipto y Túnez, seguidas por las de Libia, Bahrein, Yemen y Jordania. «Los acontecimientos de Medio Oriente (y el norte de África) muestran cuán frágil es la ‘estabilidad’ cuando se ignoran las […]
La campaña de la sociedad civil por la abolición de las armas nucleares puede reavivarse gracias al éxito de las revueltas populares en Egipto y Túnez, seguidas por las de Libia, Bahrein, Yemen y Jordania.
«Los acontecimientos de Medio Oriente (y el norte de África) muestran cuán frágil es la ‘estabilidad’ cuando se ignoran las necesidades y los deseos del pueblo», dijo Hirotsugu Terasaki, director ejecutivo de la Oficina de Asuntos de la Paz en la organización Soka Gakkai International (SGI), con sede en Tokio. «No hay deseo más natural que el de liberarse de la amenaza de las armas nucleares. Esto es algo que la población mundial comparte ampliamente», sostuvo.
Al ser consultado sobre qué rol debe jugar la sociedad civil en la campaña mundial por abolir los arsenales atómicos, Terasaki respondió a IPS: «La misión de la sociedad civil es empoderar y amplificar las voces de los ciudadanos comunes para que podamos movilizar a los políticos del mundo, insistiendo en que den pasos reales y significativos hacia la abolición de las armas nucleares».
Como la amenaza es tan vasta y omnipresente, «necesitamos un nuevo paradigma de liderazgo, el que ejerce la gente común que ha decidido rechazar la ‘estabilidad’ de la disuasión, que en última instancia depende de la amenaza de la aniquilación mutua», enfatizó.
SGI es una organización budista con unos 12 millones de miembros en 192 países y territorios y ha tenido un rol activo en la campaña de la sociedad civil hacia un mundo sin armas nucleares. Su presidente, Daisaku Ikeda, uno de los más fuertes impulsores del desarme nuclear, ha descartado la teoría de la «disuasión nuclear» que promueven la mayoría de las potencias nucleares del mundo.
Las cinco potencias atómicas «declaradas» son Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, China y Rusia, mientras que las cuatro «no declaradas» son India, Pakistán, Israel y Corea del Norte. «Es necesario desafiar a fondo la teoría de la disuasión en base a la cual se predica la posesión de armas nucleares: la presunción de que el mantenimiento de la seguridad se concreta mediante un equilibrio del terror», dijo Ikeda.
El mes pasado, una reunión de una coalición de pacifistas y organizaciones de la sociedad civil en Santa Barbara, en el occidental estado estadounidense de California, desacreditó el tradicional mito de la «disuasión nuclear» y exigió sustituirlo por «un compromiso urgente de lograr el desarme nuclear mundial». «La disuasión nuclear es una doctrina que los estados nucleares y sus aliados usan para justificarse por la continua posesión y amenaza de uso de las armas» atómicas, dijo la coalición en un comunicado.
Una declaración adoptada por la coalición señaló: «Llamamos a las personas de todas partes a unirse a nosotros en el reclamo de que los estados nucleares y sus aliados rechacen una Convención de Armas Nucleares para la paulatina, verificable, irreversible y transparente eliminación de todas las armas nucleares».
Entre los representantes de la sociedad civil que participaron en la reunión estuvieron el Lawyers’ Committee on Nuclear Policy, la Nuclear Age Peace Foundation, Physicians for Social Responsibility y el Disarmament and Security Centre.
El año pasado, los estados miembro acordaron una propuesta para realizar una conferencia internacional sobre un Medio Oriente libre de armas nucleares, que está programada para 2012. Actualmente, y pese a no admitirlo de modo oficial, Israel es la única potencia nuclear de esa región y durante mucho tiempo ha sido amparado por Estados Unidos. «Una estabilidad regional duradera en Medio Oriente es impensable sin la desnuclearización», dijo Ikeda, quien reclama «condiciones propicias para las negociaciones para un Medio Oriente libre de todas las armas de destrucción masiva», entre ellas las atómicas.
Las armas de destrucción masiva también incluyen a las biológicas y químicas, que han sido prohibidas por la Organización de las Naciones Unidas (ONU). La incertidumbre en torno a la conferencia de 2012 pone de relieve la necesidad de realizar mayores esfuerzos para crear las condiciones para el diálogo, dijo Ikeda. El presidente de SGI propuso tres pasos hacia el objetivo del desarme nuclear.
Primero, la necesidad de crear estructuras «dentro de las cuales los estados que poseen armas nucleares avancen rápidamente hacia el desarme».
Segundo, la necesidad de prevenir «un mayor desarrollo o modernización de las armas nucleares». Y, tercero, la necesidad de ilegalizar de un modo abarcador «estas armas inhumanas mediante una Convención de Armas Nucleares».
Cuando IPS le preguntó cuán efectiva sería una campaña mundial, particularmente en vista de la creciente indiferencia hacia una convención internacional que prohíba las armas nucleares, Terasaki respondió que la gente no puede ser indiferente a estos arsenales, porque amenazan las vidas y la existencia misma del mundo.
La pregunta real «es si esta indiferencia será quebrada por una sabiduría humana proactiva o por la abrumadora tragedia y el horror», señaló. «Nuestro trabajo como organización de la sociedad civil está dedicado a garantizar que ocurra lo primero», declaró Terasaki.