Las instituciones europeas son una hidra de papel que devora a los ciudadanos, afirma en su última obra el ensayista alemán Hans-Magnus Enzesberger, que insta a los europeos a plantarles cara.
Mientras los pueblos árabes se sublevan para reclamar la autodeterminación y la democracia, Europa se hunde en la dictadura. Su tradición democrática está agotada, destruida y a sus ciudadanos se les zarandea e incapacita. El poder delegado por el pueblo a sus representantes se ha transferido a hurtadillas y se ha atrincherado en un lugar inaccesible que nadie ha visto jamás. ¿Quién lleva realmente las riendas? ¿Quién maneja los hilos? ¿Dónde? ¿Y con qué fin? Nadie lo sabe.
Se promulgan leyes y normativas, pero los habitantes del Viejo Continente ya no comprenden los términos. Es como si un pueblo extraterrestre se hubiera adueñado de la Tierra a nuestras espaldas y, nada más llegar, se hubiera puesto a las órdenes de la Unión Europea, quizás porque sus ocupantes son especialmente prósperos. Estos extraterrestres son los tecnócratas.
Esta descripción de la esclavitud de Europa por una potencia anónima no se ha sacado de una novela anti-utopía, sino de un ensayo. Por lo tanto, no se trata de un texto de ficción, sino de un texto que se basa en la realidad, para describirla y analizarla. Su autor no es un Hércules que se haya propuesto como misión limpiar los establos de Augías de la Unión Europea. Su único objetivo es despertar a los zánganos que pasan sus días allí. Son bastante numerosos, pues se han censado casi 500 millones.
Este es el número de habitantes con los que cuenta actualmente la Unión Europea. Cada uno de ellos debería dedicar tiempo a leer las aproximadamente 70 páginas que acaba de publicar Hans Magnus Enzensberger bajo el título de Sanftes Monster Brüssel oder Die Entmündigung Europas [«El dulce monstruo de Bruselas o la incapacitación de Europa», no traducido en español]. La obra es el ensayo homólogo en alemán del ¡Indignaos! del francés Stéphane Hessel, del que se han publicado un millón de ejemplares en el país natal de este autor nonagenario que fue miembro de la resistencia. Hans Magnus Enzensberger también pretende estimular la indignación de los ciudadanos. Quiere sacudir las conciencias. Para ello, no apuesta por grandes gesticulaciones, sino por la fuerza de la argumentación.
Enzensberger ha realizado investigaciones minuciosas. Enumera pacientemente los hechos, clasifica los índices, como en un caso criminal. Su finalidad no es simplemente generar una polémica sobre la Unión Europea: quiere desenmascarar a la hidra que se extiende de forma inexorable, impulsada por su sed de poder. Este monstruo tiene una historia, pero pocos la conocen.El autor comienza recordándonos las ventajas indudables del proceso de integración europea. Celebra los seis decenios sin guerras, casi una vida, la facilidad de las vacaciones en el extranjero, la libertad de circulación, las acciones emprendidas contra «los cárteles, los monopolios y las estratagemas proteccionistas». Después examina el «vocabulario oficial» de una Unión Europea «que olvida la historia» y bautiza a sus altos funcionarios con el nombre de «comisarios», como si la historia no hubiera conocido ni a los comisarios del pueblo ni a los comisarios del Reich.
A continuación, describe la estructura y el modus operandi de las comisiones, que, por ejemplo, fijan unos valores límites para las «vibraciones transmitidas al sistema de los brazos y las manos y al conjunto del cuerpo» en los trabajos realizados con martillos neumáticos, determinan la longitud máxima de los preservativos europeos y nos impondrán en breve el uso de una combinación de 33 a 42 cifras para realizar una simple transferencia bancaria. Efectivamente, a partir de 2013, será necesario mencionar los códigos BIC e IBAN en las transferencias nacionales. En la pequeña isla de Malta, por ejemplo, el número IBAN se compone de 31 cifras, si bien los alrededor de 400.000 malteses tendrán «3.100.000.000.000 000.000.000.000.000.000 números de cuenta a su disposición, que vendrán a completar 10.000.000.000 códigos BIC».
Una burocracia bruselense desenfrenada y antidemocrática
Es fácil hacer bromas con estas estupideces públicas, maquinadas en nombre de Europa por batallones de funcionarios en su mayoría generosamente pagados. En cambio, es prácticamente imposible no perderse en la jungla de las comisiones, secretarías, direcciones generales y otras instituciones y organismos sin nombre que se han implantado y ha prosperado en Bruselas o en Luxemburgo. ¿Quién conoce por ejemplo la UE-OSHA, encargada de cuestiones relacionadas con la seguridad y la salud laboral? La institución emplea a 64 colaboradores, cuyas actividades son controladas por 84 consejeros de administración. ¿Alguna otra pregunta?
Primero resulta ameno y luego muy pesado enumerar las estupideces de una burocracia bruselense desenfrenada. Y esto apenas nos descubre nada. Por ello esta obra es mucho más profunda. Enzensberger se centra en la ausencia de legitimidad de una máquina burocrática que, en nombre de los ciudadanos europeos y para ellos, promulga textos de leyes y normativas, que deben representar algo como así como 150.000 páginas en este momento, pero que ignora las normas básicas de su propia constitución, tal y como lo demuestra habitualmente el tratamiento reservado al pacto de estabilidad y crecimiento.
El objetivo de la tesis central de Hans Magnus Enzensberger es la concepción bruselense de la democracia: aturdida por su poder normativo, la UE desarrolla características cada vez más autoritarias. Con [el ensayista austriaco] Robert Menasse, plantea por último la cuestión de saber si la democracia clásica tal y como la concibe Bruselas es aún un compromiso o bien si ya sólo se considera un obstáculo en cuya erradicación debería trabajarse sin demora. La Unión Europea va camino de incapacitar a sus ciudadanos. Y es algo que únicamente los europeos pueden impedir.
Desde Suiza: Quien bien te quiere, te hará llorar
En la publicación alemana Die Zeit, el antiguo miembro del Gobierno suizo Moritz Leuenberger explica por qué el escrito de Hans Magnus Enzensberger será «una mina de citas para criticar la burocracia» y proporcionará argumentos a los anticapitalistas suizos, incluso a pesar de que el propio ensayista alemán también alabe en ese documento la paz y el progreso que la Unión Europea ha aportado a sus ciudadanos. Leuenberger puntualiza, además, que la falta de democracia en la UE, denunciada por Enzensberger, es igualmente válida para todos los países, tanto aquellos en el seno de la Unión como fuera de ella. Subraya igualmente que en ningún momento Enzensberger solicita la disolución de la UE, sino al contrario, admite que en Bruselas está verdaderamente presente un discurso crítico e ilustrado que encara directamente a la UE. Y es precisamente esta autocrítica la que nutre la esperanza de un futuro mejor para la propia Unión: «Quienes aman a la UE, la critican, tal y como hace Hans Magnus Enzensberger», concluye Leuenberger.
Fuente: http://www.presseurop.eu/es/content/article/570311-el-leviatan-existe-vive-en-bruselas