En la recta final de la campaña electoral en Grecia los sondeos de opinión muestran de manera unánime un triple desenlace tras la cita con las urnas: el fin de décadas de bipartidismo, la atomización del nuevo Parlamento y el aumento significativo de la abstención.
La percepción social coincide con las encuestas al considerar que las elecciones legislativas de mañana domingo pondrán punto final al control hegemónico que los dos principales partidos, el conservador Nueva Democracia (ND) y el Movimiento Socialista Panhelénico (PASOK), ejercieron en Grecia tras la dictadura de los coroneles en 1974. ND cuenta con una intención de voto de entre el 20 y el 25 %, mientras que el PASOK se sitúa entre el 14 y el 19%. Ambas proyecciones supondrían los peores resultados en la historia de ambos partidos ,que lograron en la última convocatoria de 2009 un 33,5 y un 43,9 % de los votos, respectivamente, y que de forma conjunta siempre obtuvieron un apoyo cercano al 80% de los sufragios emitidos.
Parece claro que ninguno de ellos conseguirá una mayoría suficiente para poder gobernar, y que incluso juntos -pues son los únicos cuyos programas contemplan la aplicación de las medidas incluidas en el memorando de préstamo- lo tendrán difícil ante el resto de grupos que, en principio, se declaran contrarios a las drásticas políticas impuestas por la troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo y FMI). Por el momento, ambas formaciones descartan cualquier tipo de pacto y achacan los actuales males a su respectivo contrincante, intentando con ello atraer al voto indeciso que pudiera alzarles con la victoria.
Para muchos votantes los comicios del domingo tienen más de plebiscito -a favor o en contra del memorando- que de sufragio sobre partidos e, incluso, ideologías. La polarización del voto muestra esa tendencia. Además, existe una gran diferencia generacional ya que, según los encuestadores de la empresa MARC, los menores de 50 años votarán por partidos opuestos al acuerdo de préstamo mientras que los más mayores muestran sus preferencias por los dos partidos tradicionales. «No está nada claro cuál será el resultado, pero lo que es seguro es que el futuro Parlamento nada tendrá que ver con los pasados 40 años de bipartidismo», asegura a Gara el artista plástico Jristos Plumidis.
Y tampoco faltan los analistas y periodistas locales que vaticinan la repetición de las elecciones (poniendo como fecha posible el 17 de junio), toda vez que el presidente de ND, Antonis Samaras, afirmó al inicio de la campaña que, en caso de no conseguir una mayoría que le permitiese gobernar en solitario, procedería a convocar nuevos comicios.
Así las cosas, ND y PASOK tratan de captar tanto a los votantes progresistas, con promesas de incrementar las ayudas sociales y reformar el estado; como a los conservadores, asegurando severas políticas de seguridad ciudadana y orden público. Los nuevos recortes, que el ejecutivo saliente de Lukas Papadimos dejó preparados este miércoles, no tienen hueco en la campaña aunque constituyen una pesada hipoteca para el futuro gobierno, que deberá ratificarlos antes de finales de junio.
Pero los electores también están siendo presionados en favor de la opción pro-memorando por las grandes cadenas mediáticas y las instituciones del Estado, que presentan cualquier otra opción como un escenario de caos. En su última comparecencia como primer ministro, Papadimos apeló a la responsabilidad de los ciudadanos para que valoren «el mañana y no el ayer» pues lo que está en juego -aseguró- «es el futuro del país durante las próximas décadas, y no sólo el gobierno que se formará tras las elecciones». En la misma línea se expresó la pasada semana el gobernador del Banco de Grecia, Yorgos Provopulos, al advertir tanto a votantes como a políticos de que cualquier retroceso en las obligaciones del país con sus acreedores internacionales tendría graves consecuencias. Incluso desde Bruselas se hace oír el mensaje de que determinados resultados electorales podrían poner en riesgo las medidas fiscales y las reformas necesarias para que Grecia siga recibiendo dinero que ayude a reflotar su economía.
El eje progresista
Tras estos dos partidos las encuestas sitúan a la Coalición de Izquierda Radical (Syriza), el Partido Comunista de Grecia (KKE) e Izquierda Democrática (Dimar), cada uno de ellos con un porcentaje cercano al 10% en intención de voto.
Syriza, integrada en el Partido de la Izquierda Europea, está centrando su campaña en buscar una «alianza de progreso» que haga de contrapeso a la probable coalición promemorando. Su líder, Alexis Tsipras, insiste en la posibilidad de desobedecer las directivas impuestas por la troika, aparejadas al préstamo concedido el pasado mes de marzo, argumentando que Bruselas no expulsará a Grecia por ello pues sería contraproducente para la propia UE. Una afirmación desmentida por el cabeza de lista del PASOK y ex-ministro de Economía, Evangelos Venizelos, quien aseguró al diario británico «The Guardian» que la permanencia de Grecia en la eurozona no estaría garantizada y habría que desechar «la idea errónea de que pase lo que pase no vamos a abandonar el euro». En la misma entrevista pidió a los griegos que den «una respuesta clara en cuanto a si se quiere (seguir) un curso pro-europeo, que es seguro y responsable, o cualquier otra cosa».
Tampoco el KKE se ha mostrado proclive a integrarse en esa hipotética alianza. Aleka Papariga, secretaria general de la organización comunista, anunció su rechazo a tal pacto al considerar que el impedimento hacia un sistema social y económicamente más justo para las clases populares no es el memorando sino la misma pertenencia a la UE. Papariga fue tajante al explicar que la imposibilidad de cooperar con Syriza y Dimar no se basa en «las diferencias fundamentales de nuestros programas», sino en el hecho de que «trabajamos en direcciones opuestas». Para el KKE el único modelo de desarrollo con futuro para Grecia pasa por la salida de la UE y la socialización de los medios de producción.
A su vez el tercero en discordia, Dimar (una escisión por la derecha de Syriza, surgida en 2010), ya ha mostrado durante la campaña su disposición a colaborar tanto con unos como con otros (ND y PASOK), siempre y cuando se prioricen los programas sociales y no se ponga en riesgo la continuidad del país en las instituciones europeas.
Sin darse por vencido, Tsipras sigue mostrando su confianza en que los resultados del domingo obligarán al KKE y a Izquierda Democrática a abandonar su oposición a «un gobierno de izquierda» con tal de evitar la continuación de la coalición de ND y PASOK.
El eje panheleno
Por el flanco derecho tres son las formaciones políticas, de corte marcadamente pangriego, que muy probablemente consigan representación en el hemiciclo y que ya dejaron clara su oposición a cualquier tipo de acercamiento a los dos principales partidos.
El primero de ellos Griegos Independientes, una escisión de ND surgida en marzo de este año liderada por el populista Panos Kammenos -admirador de Vladimir Putin-, que podría lograr el 11% de los sufragios. Sus integrantes afirman no tener ningún vínculo con su anterior partido, del que salieron al rechazar el contrato de préstamo firmado entre Grecia y la troika, pese a que Kammenos fue durante 20 años uno de los diputados del ala más dura de ND, ultranacionalista y xenófoba. Además se le vincula con el lobby armamentístico, según explicó al diario GARA el periodista Yannis Jrissoverghis.
Políticamente abogan por acabar con la inmunidad parlamentaria para poder perseguir penalmente a los responsables de la crisis, así como demandar al Estado alemán las reparaciones de guerra nunca desembolsadas. Al mismo tiempo Kammenos ha hecho llamamientos al despertar nacional para la construcción de una nueva Grecia, que ha sido víctima de una «conspiración internacional».
El neofascista Jrisi Avgi (Amanecer Dorado) le sigue en intención de voto (entorno a un 5%), aunque su discurso se adentra en el terreno del racismo y la xenofobia, definiéndose como nacionalsocialista y defendiendo la supremacía de la raza blanca y de la nación griega. Según su líder Nikolaos Mijaloliakos, un ex oficial de las unidades especiales del Ejército, Jrisi Avgi es un partido antisistema cuyo principal punto de debate es la cuestión de la inmigración. En una entrevista concedida al semanario «Athens News», Mijaloliakos defendió la dictadura de los coroneles y propuso deportar a todos los inmigrantes a sus países de origen.
Por último, la ultranacionalista Alerta Popular Ortodoxa (Laos) ha acusado su paso por la coalición de gobierno perdiendo buena parte de su apoyo electoral, y situándose en el límite legal del 3% para acceder al Parlamento. Su suavizado discurso -mientras duró el apoyo al ejecutivo de Papadimos- se ha vuelto a endurecer durante la campaña principalmente contra la inmigración y las medidas procedentes de la UE. Su líder, Yorgos Karatzaferis, ha llegado a acusar a ND de haberles robado el programa electoral, lo que da una idea de por donde transitan conservadores y nacionalistas.
Liberales y Verdes
Por último dos pequeños partidos podrían llegar a completar el rompecabezas que se presume será el próximo parlamento heleno.
Alianza Democrática es una formación de centro-derecha liberal dirigida por la ex ministra de Asuntos Exteriores Dora Bakoyannis. Siempre favorable a las medidas de ajuste propuestas desde Bruselas, intentó formar parte de la última coalición de gobierno, sin conseguirlo, y de nuevo se postula para idéntica tarea a los dos principales partidos, caso de que consiga representación parlamentaria. Las bajas perspectivas de voto confían en que sean revertidas por ese 20 por ciento de indecisos que, no se entiende porqué, los partidos promemorando aseguran que son potenciales votantes suyos en exclusiva.
Los Verdes Ecologistas celebran este año su décimo aniversario y por primera vez se hallan ante la posibilidad de acceder a la Asamblea Nacional. Integrantes de los Verdes Europeos, su programa se basa en reformar el sector público, sin recurrir para ello a los recortes exigidos por los acreedores internacionales, y tratar de renegociar los términos del memorando. Su propuesta para el futuro de Grecia se basa en el desarrollo sostenible, utilizando para ello energías renovables o readaptando la industria turística -la principal del país- a patrones respetuosos con el medio ambiente.